Una primera visita a Xàtiva debe iniciarse siempre en su punto de interés más relevante, su imponente castillo, que domina toda la localidad. Sin embargo, la capital de La Costera posee dos fortalezas -Mayor y Menor-, escenario y testimonio de su importancia histórica y de numerosos conflictos bélicos.
Las sucesivas culturas que poblaron estas tierras lo fueron ampliando y fortificando, llegando a ser protagonista durante las campañas de Aníbal y el periodo de Al-Andalus. El territorio, de hecho, fue clave y llegó a ser la segunda ciudad del Reino de València.
Tanto es así que, en la batalla de Almansa, incluida en la Guerra de Sucesión, un incendio ordenado por Felipe V arrasó el municipio. A partir de ese momento, los setabenses -también conocidos como ‘els socarrats’- devolvieron al rey su hazaña colgando su cuadro al revés en el Museo del Almodí.
El castillo, declarado Bien de Interés Cultural, sigue siendo el emblema de la ciudad, en parte gracias a su estratégica ubicación, a casi 400 metros de altura. Desde allí descienden las murallas, que en tiempos pretéritos abrazaban la Xàtiva antigua, porque a pesar de sus raíces ibéricas y romanas, la mayor parte de ellas son de origen islámico o gótico.
Importancia estratégica
A lo largo de casi toda la existencia del Reino de València, el Castillo de Xàtiva y la propia ciudad fueron una plaza de gran importancia. El motivo era que la urbe era la entrada natural desde el reino y, por lo tanto, un punto clave.
Es cierto que con la unificación de las coronas hispánicas -que no de los reinos- su relevancia disminuyó, pero el hecho que continuara siendo una prisión de Estado en el siglo XVI y que Xàtiva era la capital de la gobernación allende del Júcar, hicieron que su castillo continuara jugando un papel determinante hasta la Guerra de Sucesión.
Sin duda, siempre se la consideró una de las mejores fortalezas, no únicamente de la Corona de Aragón, sino de toda la península, resultando casi inexpugnable.
A lo largo de su extensa historia ha sido testigo de infinidad de batallas y conflictos bélicos
Cómo es
Una puerta de hierro, denominada oficinalmente Porta Ferrissa, es la entrada principal al castillo, situada aproximadamente en el mismo lugar que la originaria. Anteriormente la precedía otra puerta, la Porta Forana, destruida en 1813 por el ejército francés de Napoleón en su retirada después de la Guerra de la Independencia Española.
Tras penetrar en la fortaleza, la Plaza de Armas es el patio central, desde donde se accede al Castillo Menor a la izquierda y al Castillo Mayor a la derecha. Encontramos allí una residencia de corte neogótico, construida ya bien entrado el siglo XX.
Xàtiva fue clave y llegó a ser la segunda ciudad más importante del Reino de València
El Castillo Menor
Es la parte más antigua, ibérica y romana, asentada sobre la escarpada pared de la Peña Roja. Se orienta también hacia levante, ofreciendo una bella panorámica del Vall de Bixquert.
El recorrido por el Castillo Menor nos evocará leyendas relacionadas con la princesa íbera Himilce, esposa de Aníbal, y la guerra que el general cartaginés protagonizó contra Roma.
La princesa, relata una leyenda, tuvo un hijo en el castillo de Xàtiva, en el 218 a.C., y desde su estratégica posición podía controlar la Vía Augusta, siendo testigo de las campañas de Aníbal y de los romanos Escipión y Sertorio.
La denominada Porta Ferrissa es la puerta de entrada al castillo y se sitúa cerca de la originaria
El Castillo Mayor
Encaramado a la cresta de la sierra de Vernisa se alza el Castillo Mayor, de construcción posterior, ya en el periodo medieval. Es la parte más amplia y mejor conservada, con imponentes murallas, y orientado hacia poniente.
Después de la conquista cristiana a cargo de Jaume I, se convirtió en la principal fortaleza de defensa en el camino entre Castilla y la capital del Reino de València.
En el Castillo Mayor se hallan espacios y estancias que permiten recrear cómo era la vida cotidiana: puertas de entrada, torres de vigía, almacenamiento de agua para la guardia, capilla, celdas…
Otros usos
La fortaleza fue también empleada como prisión de estado de la Corona de Aragón y por sus mazmorras pasaron ilustres presos. El más renombrado fue Jaime de Aragón, Conde de Urgell, rebelado sin éxito después de ser desestimado como candidato a la Corona de Aragón en el Compromiso de Caspe, en 1412.
Relata otra leyenda que tras pasar muchos años en tan lúgubre celda murió cegado al ver la luz solar.
Igualmente, de recomendable visita es la capilla de la Reina María, mandada construir por la monarca castellana en el siglo XV. Es de estilo gótico y conserva los restos del mencionado Jaime de Urgell, quien había fallecido en 1433. Es un pequeño templo, de planta rectangular y muros de mampostería.