Su nombre es Min Zhou, pero solo sus amigos más cercanos le llaman así: el resto optan por la forma españolizada, Javi. Es uno de los empresarios más poderosos de Alfafar y Sedaví, al mando de numerosas empresas, entre ellas el ‘Alfafar Restaurante Chino’, “el epicentro de todo”, como le gusta recalcar.
Junto a sus ambiciones empresariales, muy propio de la cultura china, nos avanza las políticas, debido a que uno de sus grandes objetivos es ser el alcalde de uno de esos dos municipios. “Si me presento recibiría muchos votos”, dice entre risas, pero razón no le falta.
Padre de cuatro hijos, dos de ellos con nacionalidad española, trabaja infinidad de horas de lunes a domingo para sacar a su familia adelante. Entre semana ejerce de comercial y supervisa todos sus negocios, mientras que a partir del viernes se encarga incansablemente del restaurante familiar, “haciendo de todo”.
Llegó a España con apenas trece años para trabajar como camarero y enviar dinero a China
Hangzhou
Nació en la provincia china de Hangzhou, en julio de 1978, y “pasé mi infancia como cualquier otro chico, estudiando, hasta que mi padre me reclamó que viniera a trabajar a España”. Era 1992 y contaba con trece años.
“Mi padre -el mayor de ocho- y una de mis hermanas llevaban dos años en València y tuve que venir a ayudarles, porque mi progenitor enfermó”, recuerda.
Los primeros que vinieron de su familia a España fueron sus tíos, a principios de los ochenta. “Montaron uno de los originarios restaurantes chinos en este país y le dijeron al resto de hermanos lo bien que se vive en España”.
Llegada a España
Min -o Javi- aterriza en España el año de las Olimpiadas y pronto, junto a su hermana mayor, asume responsabilidades por la enfermedad paternal. “Con las dos nóminas nos proponemos mantener a mi padre y mandar dinero a China, a mi madre y dos hermanas”, recuerda.
Empieza trabajando como camarero, en el restaurante de su tío Cheng, “ganando 25.000 pesetas al mes (unos 150 euros, aproximadamente)”. Su padre se recupera un año después y nuestro protagonista abandona el negocio familiar, para trabajar los fines de semana recogiendo copas en una discoteca de València.
«Contamos en total con catorce empresas y tenemos alrededor de 580 trabajadores» Min
Restaurante propio
En 1994 llegan a tierras valencianas su madre y hermanas menores y entre todos montan un restaurante en Torrent, junto a un socio. “Nos fue muy bien y en un año ganamos para crear el nuestro propio, ahora en Alfafar”.
Es el nacimiento de ‘Alfafar Restaurante Chino’, en el que “trabajamos todos, sin importar horario, para que el negocio creciera rápidamente”, como así sucede, “gracias a que al cliente le gusta nuestra comida”. Ese local será el epicentro de otros muchos, dedicados al mármol, a la confección o a la importación de calzados.
“Contamos en total con catorce empresas y tenemos alrededor de 580 trabajadores”, explica con orgullo. “Mi padre me dijo una vez que cuando crece el negocio uno no puede ocuparse de todo”, filosofía que sigue a pie de la letra: tiene muchos socios, la mayoría familiares o amigos muy cercanos.
Apoyo familiar
Javi considera que las familias chinas son como un banco: “nunca pedimos préstamos, nos ayudamos unos a otros, sin intereses, para montar nuevos negocios”. Por ello insiste que su familia es muy normal, en la que cada uno tiene su empresa. “Lo estamos haciendo muy bien en España, trabajando mucho”.
“Lo más importante para mí es la familia, luchar por su bienestar y apoyarla siempre, porque son los que siempre han estado a mi lado”, asegura una y otra vez.
También ha sufrido fuertes contratiempos, sobre todo amenazas por parte de bandas latinas, que le llegaron a quemar el local, o “hurtos de gente cercana”, se sonroja. Desde entonces le cuesta confiar, “porque el dinero cambia a las personas”.
Remarca que los chinos nunca van a un banco a pedir un préstamo: se ayudan unos a otros
Sus trabajadores
Una parte fundamental en los negocios de la familia Zhou son sus trabajadores, que en 2010 eran todos chinos. “Con el paso del tiempo las cosas cambian y ahora tenemos un veinte por ciento chinos -muchos han regresado con sus familias-, y el resto son latinos, paquistanís o hindús”. A sus empleados, además, les proporciona piso gratis y reconoce su labor.
Queremos saber si dan cabida a trabajadores españoles y Javi responde que “también tenemos, pero menos, porque no quieren trabajar de camarero y menos para un extranjero”.
Entre sus aventuras empresariales, fue el primer chino en disponer de una pizzería italiana o de un asador argentino. “Restaurantes es lo que más tenemos, pero muchos de mi familia ya no quieren trabajar en la hostelería, porque es muy esclavo”.
La primera generación de chinos que llegaron a España está ya en edad de jubilación, “y las nuevas ya no quieren trabajar como antes, se han hecho más europeos y desean una vida menos sacrificada”.
Boda con 900 chinos
Queremos conocer un poco más de su peculiar vida, y nos explica que, a su boda, celebrada en un hotel de València en 2004, asistieron unos 900 chinos. “Tengo muchísima familia repartida por toda España”.
Sin embargo, y pese a llevar más tiempo en España que en China, “no tengo la doble nacionalidad, lo impide la ley china: o eres chino o eres español”. El resto de su familia sí son ‘españoles’.
“El idioma chino lo hablo mejor, simplemente porque paso más tiempo con chinos”, reflexiona. “El español lo he aprendido con mis amigos, en la calle: jamás he ido a una escuela a aprender castellano”. Leer sí sabe, pero le cuesta más en ciertos contratos y se apoya en sus hermanas, “que sí fueron a la escuela”.
Sus amigos más íntimos son españoles y le llaman por su nombre de nacimiento, Min Zhou
Ganar para invertir
No tiene intención de hacerse famoso, pero “sí ganar mucho dinero, para después invertirlo, porque dinero mueve dinero, en casas, coches, garajes, de todo, o incluso en ayuda a buenas causas (comida a los más necesitados o mascarillas a ayuntamientos y policías) o patrocinios”.
“También colaboro con las Fallas, diferentes asociaciones contra el cáncer y para ayudar a las personas mayores”, expone. “Me preocupo por los que tienen menos, no me gusta ver a la gente sufrir”.
Ha conocido, a lo largo de todo este crecimiento profesional, a diversos de nuestros políticos más relevantes: “Pedro Sánchez vino a comer a mi asador y con Mariano Rajoy degustamos una paella”, se sincera.
Nos vuelve a indicar que entre semana se dedica, sobre todo, a la compra-venta de productos, “acudiendo a cualquier lugar que me necesiten”, mientras el fin de semana es para el restaurante de Alfafar. “Si tengo tiempo libre también voy al restaurante, porque gracias a él hemos salido de todo, es para mí el negocio más importante”.
“Hemos crecido mucho porque trabajo de lunes a domingo, sin descanso ni vacaciones”, insiste. “También tengo cuatro hijos a los que mantener y muchos impuestos que pagar, además de nóminas, luz, agua, gas…”.
Esposas e hijos
A día de hoy mantiene una excelente relación con su primera esposa, ahora amiga y socia. “Ella dirige dos restaurantes en el centro de València, uno fundado en 1982 y otro especializado en paellas, ambos funcionan realmente bien”, expresa Javi.
“Con Yajie Chen estuve casado catorce años, pero no teníamos vida, todo el día trabajando”. Tuvieron dos hijos: la mayor, Marta, tiene ya diecisiete años. “Con mi pareja actual tengo dos hijos más, de siete y cuatro años, pero sigo sin tener tiempo para ellos”.
En ocasiones se siente triste y cansado en el trabajo. “Entonces me siento, pienso en mis hijos y eso me da ánimo y fuerzas para seguir y ser consciente de mis responsabilidades”.
De bien joven su padre ya le inculcó una vida dedicada al trabajo, lejos de drogas y juego
El sueño de ser alcalde
El empresario reconoce que tiene mucha suerte, pues “mis trabajadores y amigos me quieren mucho”. Entre sus anhelos, “presentarme dentro de unos años (diez o doce) a la alcaldía de Alfafar o Sedaví, municipios a los que quiero y en los que seguro tendré muchos votos”.
Primero debe cambiar la nacionalidad. “En eso la familia me apoya. Lo único que no les agrada es que se casen chinos con españoles o latinos, no lo permiten”, nos aclara.
Rememora sobre cómo ha cambiado la forma de actuar de las mujeres, que “mi madre se lo hacía todo a mi padre, mientras ahora ya es diferente, si uno hace la cena es porque el otro friega los platos”.
Nunca se va a retirar
Sospecha que nunca se va a retirar, pero no le molesta. “Disfruto mucho con mi trabajo, no puedo estar en casa, me aburro”. Duerme apenas cuatro o cinco horas y de vuelta a hacer cosas. “Soy feliz trabajando, pasa el tiempo más rápido”, expone.
“En un año me tomo dos o tres días de descanso en verano y vamos a un hotel de Benidorm”. Y debido a que su vida es trabajo y trabajo, apenas conoce nuestra geografía, “únicamente Madrid, Barcelona y Zaragoza, y por cuestiones laborales”.
En la propia China, cerca de la frontera con Rusia, ha creado junto a su exsuegro “que me sigue queriendo como a un hijo”, y otros socios, un nuevo negocio, centrado en la construcción.
Considera que la mentalidad china es mucho más previsora y ahorradora que la española
Amor por España
“España es un país turístico, donde se vive mejor. Por ejemplo, a las doce de la noche puedes salir a tomarte algo tranquilo”, indica, enamorado de su país de adopción. “El tiempo también es maravilloso: los chinos cuando se jubilan quieren vivir en València, por la amabilidad de la gente”.
Tiene pocos amigos, “pero los que tengo casi todos son españoles”. La mentalidad china, prosigue, es muy diferente a la europea, porque “siempre mira por su futuro, nos ayudamos unos a otros, somos más ahorradores y si necesitamos dinero siempre disponemos de liquidez”.
Afición por los coches
De sus aficiones, Min confiesa una enorme pasión por los coches. “Tengo un Maseratti y un Bentley que apenas tienen kilómetros y los han hecho mis amigos, cuando se los dejo”. La televisión ni la ve, “hace más de un año que no la enciendo, porque llego a casa a la una, me ducho, duermo y a las siete estoy en pie para comenzar a trabajar”.
El médico ya le ha comentado que esa vida tan estresante es peligrosa. “Muchas veces no puedo dormir, de todo lo que tengo que pensar y organizar, pero es la vida que me ha tocado”, se resigna. De bien joven “ya me inculcó mi padre ese tipo de vida, lejos de la droga y el juego”.