Muchos de los nacidos en València -y por supuesto los turistas que acuden a ella- desconocen que la urbe estuvo amurallada muchísimos siglos: primero por los romanos, más tarde por los árabes y finalmente durante la época medieval.
Son escasos los restos que quedan de aquel periodo, aunque los que se mantienen en pie (Puertas de Serranos y Puertas de Quart, principalmente) se han convertido con el paso de los siglos en auténticos símbolos de la ciudad del Turia.
Echemos una mirada al pasado para conocer por qué València estuvo amurallada, quién la amenazaba, los diferentes estilos y la razón que llevó a su derrocamiento, ya en el siglo XIX.
Murallas romana y árabe
La València romana fue una ciudad amurallada: Valentia -llamada así porque la consideraban tierra de valientes- disponía de dos calles principales, que separaban el centro: el Cardo Máximo y el Decumento Máximo, que se cruzaban en la actual Plaza de la Almoina. En cada extremo se hallaban cuatro puertas que daban acceso a la ciudad, denominadas la Saguntina, la Sucronense, la Celtiberia y la del Mar.
Tiempo después, bajo la dominación árabe, a inicios del siglo XI, València se convirtió en capital de la Taifa de València y experimentó un notable crecimiento urbanístico. Abd al-Aziz ibn Amir mandó construir una nueva muralla, de gran perfección y siete puertas, partes que todavía pueden observarse en el barrio del Carmen.
A partir del siguiente siglo, el área amurallada se extendió hacia el sur y este, incorporando nuevos elementos defensivos (como la muralla exterior). Se reforzaron asimismo ciertos puntos estratégicos para una mejor defensa y a lo largo de las primeras décadas del siglo XIII, València siguió fortificándose ante el avance de la conquista cristiana.
En su periodo de esplendor, en la época medieval, la muralla tuvo una longitud de cuatro kilómetros
Muralla medieval
Pedro IV de Aragón, el Ceremonioso, mandó crear un perímetro amurallado para rodear la ciudad de València entre 1356 y 1370, ampliando la muralla musulmana. Los restos que aún perduran están calificados como Bien de Interés Cultural.
La nueva muralla tenía una longitud de cuatro kilómetros, incluyendo cuatro grandes puertas, llamadas de Serranos (orientada al norte), la del Mar (al este), la de San Vicente (al sur) y la de Quart (al oeste).
El recinto intramuros no estaba totalmente construido, habiendo espacios libres. De la misma forma, las murallas árabes no fueron derribadas y servían de segunda línea defensiva y para la separación de barrios, como la judería.
Se derribaron las murallas y diez de las doce puertas, quedando únicamente las Torres de Serranos y de Quart
Torres de Serranos
Llamada también Puerta de Serranos, es un conjunto formado por dos imponentes torres poligonales unidas por un cuerpo central, donde se abre la propia puerta, rematada en arco de medio punto.
Su nombre procede de su ubicación, al noreste del casco antiguo, como entrada natural hacia los caminos que iban a la comarca de Los Serranos: vía real de Zaragoza, que confluía en ese punto con el camino real de Barcelona.
Las torres muestran una planta hacia el exterior y están achaflanadas hacia el interior de la muralla, al contrario de las de Quart, que son cilíndricas. Son de mampostería sólida, pues su función principal era la de servir de fortificación. Más tarde se revistió de parámetros de sillería de piedra caliza.
Ambas torres se pueden visitar y en la actualidad son dos de los principales símbolos de la ciudad
Torres de Quart
Dos torres semicilíndricas unidas por un cuerpo central, donde se abre la puerta en forma de medio punto. Se ubican en el cruce de la calle Guillén de Castro con la calle Quart y deben su nombre a que estaban sobre el camino que iba del centro de la ciudad hasta la localidad de Quart de Poblet.
Están construidas con mampostería de cal -recibió, de hecho, el nombre de puerta de la cal- y cantos por el sistema de encajonadas. Presentan una parte superior almenada, con una terraza de sillería, y apenas tienen decoración.
Su parte exterior cilíndrica es lisa, para dificultar el acceso de los enemigos, al tiempo que en el centro de las torres, sobre el arco de la puerta, se aprecia un orificio abovedado por el que se lanzaban flechas o demás artilugios a los que querían derribarlas.
El primer derribo
El 20 de febrero de 1865 se produjo el primer derribo de las murallas de València, acontecimiento que cambió radicalmente el panorama urbanístico de nuestra ciudad.
Dos días antes, el sábado 18, el gobernador civil, Cirilo Amorós, recibió un telegrama real que autorizaba el derribo. El principal objetivo era abrir un espacio entre la ciudadela y la puerta de San José, posibilitando la creación de un nuevo barrio al norte de la ciudad.
Paulatinamente se echaron abajo también diez de las doce puertas, dejando como herencia las mencionadas Torres de Serranos y de Quart.