Entrevista> Manolo Climent / Pregonero de los Moros y Cristianos de Mutxamel (Mutxamel, 21-septiembre-1935)
Ya están aquí las fiestas grandes mutxameleras. Del 7 al 12 de septiembre las calles del municipio se llenarán un año más de desfiles, pólvora, música y devoción por nuestra patrona la Virgen del Loreto.
Antes de que Mutxamel se revolucione por completo, nosotros hemos querido hablar con Manolo Climent Belenguer. Sin duda este empleado de banca jubilado es historia viva de nuestros Moros y Cristianos. En el pasado ha ejercido de directivo de su comparsa Xodios y de la Comisión de Fiestas, así como de Capitán Moro.
Ahora tendrá el honor de protagonizar el pregón festero el jueves 7 en el balcón del ayuntamiento. La lástima es que solo dispongamos de dos páginas para dedicarle, ya que sus historias nos darían para llenar el periódico entero.
¿Quién es Manuel Climent fuera del ámbito festero?
Fui un chiquito de la Posguerra, aunque recuerdo mi infancia muy feliz ya que tampoco teníamos nada mejor con lo que compararnos. Mis padres se dedicaban a la agricultura y quisieron que yo estudiase, así que me mandaron al instituto de Alicante para cursar el Bachillerato.
Mi vocación era haber estudiado la carrera de Medicina, sin embargo mis padres no se podían permitir mantenerme viviendo fuera. Así que al final me conformé con cursar Magisterio en Alicante. Lo cierto es que no acabé ejerciendo nunca de maestro, sino que trabajé en la Caja de Ahorros Provincial hasta la jubilación.
¿Cuál es tu primer recuerdo de los Moros y Cristianos?
Desfilé en la primera fiesta que se celebró tras la Guerra Civil, vestido de judío. Llevaba un traje prestado por la familia Estarlich a mis padres. Fuimos unos pocos privilegiados los que desfilamos aquel año, porque la mayoría de trajes estaban destruidos o estropeados. De hecho mi madre tuvo que remendar el mío.
Me acuerdo perfectamente, es una de esas vivencias de la infancia que se te quedan grabadas en el disco duro ya para siempre. Era un acto que yo desconocía totalmente porque durante los años anteriores no se había celebrado, para mí fue toda una novedad.
«Desfilé en las primeras fiestas que se celebraron tras la Guerra Civil»
Pues te debió de gustar bastante la experiencia…
No me disgustó, pero la afición de verdad no me entró hasta 1948 cuando mi padre fue abanderado de los cristianos. En aquellos tiempos las fiestas giraban básicamente en torno a estos dos cargos. Los pocos festeros que desfilábamos normalmente íbamos a sus casas para comer unas pastas que se hacían, al igual que nos invitaban también a la casa del exalcalde y médico Joaquín Sala Alberola y al Palacio de Peñacerrada donde el conde abría sus puertas cuando las comparsas llegaban.
Estos eran prácticamente los pocos actos que se podían hacer en esa época de tantas restricciones. La comida siempre era muy reducida y la bebida se limitaba a la mezcla del anís Sequet y la zurra, que aún se realiza en algunas comparsas.
¿Corrió peligro real de desaparecer la fiesta en aquellos duros años de Posguerra?
Realmente creo que no. Lo que se arraiga en el pueblo, difícilmente nadie puede hacerlo desaparecer sino que más bien renace como una semilla incluso aunque no llueva. Con los republicanos había fiestas, con el Franquismo había fiestas y con la vuelta a la democracia hubo fiestas. Da igual quien venga, el pueblo lo puede todo.
«En la Posguerra apenas había actos ni comidas, y solo bebíamos mezcla de sequet con zurra»
Ya de adulto te fuiste involucrando cada vez más en la parte institucional de las fiestas.
Esto fue sobre todo porque tuve la suerte de buscarme novia en una casa muy festera. Hablo de mi actual esposa, Remedios Poveda, hija de uno de los fundadores de Los Pacos. Ella de niña había desfilado de cantinela en todas las comparsas habidas y por haber (risas).
Mis suegros vivían como si estuvieran en una fiesta continua y precisamente en su casa era donde las juntas festeras, designadas por el ayuntamiento, solían celebrar sus reuniones. Como yo tenía estudios un día decidieron nombrarme secretario. En realidad me fastidiaron porque ya no podía hacer lo que me diera la gana, tenía que estar siempre tomando notas (risas).
En 1970 fuiste nombrado Capitán Moro. ¿Era muy diferente ejercer una capitanía entonces a lo que es ahora?
Esto surgió porque me nombraron director de la oficina de la Caja de Ahorros en Jijona, y empecé a salir también en sus fiestas. De hecho continúo desfilando, este mismo agosto salí en la Entrada. Entonces, en una de las reuniones de la Comisión, consideraron que como yo estaba involucrado en las fiestas de otro pueblo podía aportar aires nuevos a las de Mutxamel, así que me nombraron capitán.
Respondiendo a tu pregunta, sí era muy diferente. Aquellas capitanías no tenían nada que ver con lo actual. Ni siquiera había boato, sino más bien era un cargo representativo. Como el abanderado era de otra comparsa, algunos capitanes se dejaban acompañar por dos cantinelas como fue mi caso en el desfile de entrada a caballo. Además, copiando lo que hacían en Jijona, el día de la misa hice una invitación general en mi casa de un aperitivo a las comparsas. Básicamente en eso consistía ser capitán, no había mucho más que cortar.
«El modernismo mal entendido a veces hace que ciertas tradiciones quieran olvidarse»
Más adelante participaste en la redacción de los estatutos festeros, ¿no?
Sí. En 1976 fui nombrado vicepresidente de la comisión, y al venir la democracia se pensó que los diferentes partidos políticos del ayuntamiento podían llegar a politizar las fiestas. Por eso se legalizó una asociación aparte e independiente, aunque el consistorio siguiera teniendo una concejalía de Festejos.
Creo que fue muy importante el hecho de que los estatutos fueron redactados por los propios festeros, concretamente por un representante de cada comparsa.
Además fundaste una escuadra dentro de tu comparsa de la cual incluso has escrito un libro.
Dentro de mi comparsa hubo una filtración de gente de fuera del pueblo, sobre todo amigos que tenía de la Caja de Ahorros Provincial. Nosotros los invitábamos a comer todos los años el día 10 en el desaparecido bar Casa Tuta. Venían representantes de la sociedad de todos los estamentos como políticos, ingenieros, médicos, etc.
Muchos de ellos se acabaron enamorando de nuestras fiestas y quisieron salir. Así que entonces cuatro compañeros fundamos la escuadra Poma Lluenta. Duramos unos veinte años, hasta que cuando ya desapareció me comprometieron a escribir toda la historia. Es un libro muy voluminoso porque teníamos muchas vivencias que contar. La verdad es que montábamos un cirio grande (risas).
«Constituimos a la Comisión como una asociación diferente para que no se politizara la fiesta»
A lo largo de estas ocho décadas que llevas viviendo los Moros y Cristianos… ¿en qué dirías que han evolucionado a mejor?
Las fiestas han evolucionado mucho, porque hubo gente que trabajó en cuerpo y alma por ellas con una ilusión extraordinaria. Así se transformaron unas comparsas que eran muy pequeñitas para que fueran creciendo.
Creo que hay dos cosas que se han respetado mucho en el pueblo. Por un lado la música, para nosotros siempre ha sido sagrada. Al principio incluso los músicos comían y dormían en las casas de los festeros. Todos pensamos que sin música no hay fiesta, así que les mimamos hasta la saciedad y los tratamos como si fueran de la familia.
¿Y la segunda?
Las mujeres. Antes ellas estaban muy sacrificadas en la fiesta, eran las que se encargaban de darnos de comer a todos. Tanto a los festeros como a los músicos. Además Mutxamel siempre ha sido un pueblo muy abierto y acogedor de inmigración, donde hemos integrado perfectamente a todos los que venían de fuera. Por lo tanto a ellas les tocaba trabajar para muchísima gente.
Afortunadamente con el paso de los años se quiso premiar a las mujeres haciéndolas cantinelas y luego reinas. Así lograron independizarse un poco y luego se crearon las barracas, por lo que quedaron por fin liberalizadas de este arduo trabajo.
«Siempre hemos entendido que debíamos mimar muchísimo a los músicos»
Te hago también la pregunta antagónica. ¿Qué aspecto de la fiesta crees que ha evolucionado peor o que echas más de menos del pasado?
Pienso que realmente no se ha perdido nada, aunque sí es cierto que el modernismo mal entendido a veces hace que algunas tradiciones quieran olvidarse. Por eso yo acostumbro a escribir artículos tanto en el llibret de Mutxamel, del Ravalet y de Jijona para recordar estas tradiciones.
Si me preguntas que cambiarías de la fiesta, tal vez modificaría algunos horarios para dar más realce a algunos actos. Esto ya ha ocurrido en el pasado, recuerdo que antes se celebraba la procesión el mismo día que la Entrada. Esto era un drama porque el festero venía cansado y bebido del desfile, por lo que muchos no acudían. Por eso se trasladó al día 9, un cambio que fue bien acogido. A largo plazo tuvo más sentido así. En general creo que la fiesta ha evolucionado a bien.
¿Nos puedes adelantar algo de tu pregón?
Desde 1962 que se pronunció el primero han venido muchos pregoneros de todos los estamentos sociales que nos han hablado de nuestra historia, del milagro de la Virgen, de la evolución de la fiesta… así que hacer un pregón ahora ya es muy difícil. Si quieres contar todo lo que yo te llevo contando en esta entrevista, lo haces demasiado largo y la gente protesta. Y si quieres recortar… pues tampoco sabes de donde hacerlo (risas).
Pero bueno, el pregón ya está hecho. Lo he escrito con todo mi cariño e ilusión de festero. Espero que le guste a la gente. Sí te voy a adelantar una cosa, quiero citar uno por uno a aquellos festeros que en su día redactaron los estatutos… porque pienso que se lo merecen.
«En mi pregón recordaré a aquellos festeros que redactaron los estatutos»
Más allá de tu gran momento el día 7, ¿qué esperas de estas fiestas?
Espero que la alegría y la armonía siga siendo la norma general de la fiesta. Ojalá la gente olvide las cosas malas como los asesinos de mujeres, y que tengamos la educación suficiente para permitir que los demás expresen sus opiniones aunque no estemos de acuerdo con ellas, porque todos tenemos derecho a ser respetados.
Por supuesto debemos tener siempre un recuerdo importante para las personas que ya no están o que no pueden estar. Yo el año pasado tuve el honor de narrar la Entrada, y lo quise hacer con todo lujo de detalle para que pudieran seguirla aquellos que no podían verla por estar impedidos. Mucha gente me dijo que fue como si hubieran estado presencialmente, lo cual me llenó de emoción.
Has sido capitán moro, directivo de la Comisión y de tu comparsa, autor de un libro festero, narrador, ahora pregonero… ¿te queda algo ya por hacer en los Moros y Cristianos de Mutxamel?
No. Con lo de pregonero creo que ya he alcanzado el cénit (risas). Es algo que solo ha estado al alcance de muy poca gente, así que con ello me quedaré ya suficientemente pagado y satisfecho.