El patrimonio histórico que atesora Petrer tiene múltiples facetas y ofrece una perspectiva global de nuestro pasado bastante precisa. Un legado excepcional que han dejado a lo largo de los siglos los diferentes pobladores que han pisado estas tierras.
Desde la edad prehistórica, los periodos ibérico y romano o las etapas islámica y medieval, todos ellos han tenido una importancia decisiva en nuestra población. También, la etapa contemporánea, más cercana a nosotros, ha dejado su presencia en nuestro suelo.
Una parte de ese patrimonio lo constituyen los grafitis del calabozo del castillo, elementos murales que representan una manifestación artística bastante singular que cuentan con siglos de antigüedad y que han llegado hasta nuestros días casi por casualidad.
Se encuentran en el interior de la torre cuadrangular de la fortaleza
De aljibe a calabozo
Fechados entre los siglos XIV y XVI, son dibujos incisos realizados con algún objeto punzante en las paredes de la parte inferior de la torre cuadrada del castillo, que en su origen fue un aljibe y que posteriormente se reutilizó como calabozo en época cristiana.
Fueron realizados por personas anónimas que estaban encerradas en este reducido habitáculo y que de forma espontánea dejaban su impronta, constituyendo de este modo su único medio de expresión o de entretenimiento como forma de manifestar sus sentimientos, sus sueños o añoranzas a través de grabados realizados en los fríos y estrechos muros.
Expresión personal
La incomunicación con el mundo exterior a la que fueron sometidas estas gentes, no impidió que fueran capaces de generar una forma de expresión atemporal trasladando a las paredes de su prisión motivos en forma de símbolos, palabras, fechas o incluso textos completos.
Unas representaciones que, aunque algo mutiladas, han llegado afortunadamente hasta nuestros días y que pueden ser visitadas, al igual que el castillo, como medio de difusión del patrimonio cultural de la villa de Petrer.
Representan escenas cotidianas, personajes, animales y símbolos
Variedad temática
Los dibujos presentan temáticas y estilos muy variados, y en ellos se pueden encontrar signos simbólicos y geométricos, representaciones humanas y de animales, calendarios, tableros de juegos y diversas inscripciones que nos hacen entender la personalidad de las personas de esta época. La intención de estas gentes al realizar los grabados es todo un misterio, pero podría responder a un modo de pasar el rato durante su estancia como reos, a modo de entretenimiento o como forma de comunicación.
Su particularidad ha motivado que numerosos investigadores procedentes de diversos puntos de Europa se hayan interesado por ellos, aunque los estudios más completos se los debemos a la arqueóloga local Concha Navarro, quien los ha documentado ampliamente plasmando sus conclusiones en diferentes publicaciones especializadas.
Monumento estratégico
Como decimos los grafitis se sitúan en el castillo de Petrer, fortaleza de época medieval construida sobre un pequeño montículo, a cuatrocientos sesenta metros de altitud, desde donde se puede dominar visualmente gran parte del Medio Vinalopó, con las poblaciones de Elda, Monóvar, Castillo de Sax y Castillo de la Mola (Novelda). Una magnífica ubicación estratégica que le ha permitido controlar el paso desde el litoral hacia la meseta y valles interiores de las comarcas limítrofes.
Los grabados se encuentran localizados en el interior de la torre cuadrangular de la fortaleza. Originalmente, la torre de fábrica de tapial, construida en época almohade, tendría tres alturas con un sótano o aljibe. Tras la conquista cristiana, Petrer y su castillo son dados en tenencia a la familia Loaysa, nobles que mantienen la posesión de la baronía hasta finales del siglo XIV en que es comprada por la corona.
Fueron realizados por los presos del castillo entre los siglos XIV y XVI
Reformas por su deterioro
Durante este periodo de tiempo, el recinto fortificado sufrió importantes reformas a causa de su deterioro, modificándose las funciones de algunos de sus primitivos habitáculos para adecuarse a las necesidades de su nuevo señor feudal.
En la parte central del interior del castillo se construyó un gran aljibe, quedando inutilizado el primitivo situado en la torre cuadrada, siendo, entonces, reutilizado como recinto carcelario.
Hay que señalar que la utilización de este tipo de oscuras construcciones como prisión fue bastante común en la época medieval, debido a que estos depósitos tenían muros de gran espesor para poder soportar las presiones por la acumulación de miles de litros de agua. A efectos prácticos, no podían ser excavados y resultaba casi imposible poder escapar de ellos.
Abandono y decadencia del castillo
Después de la expulsión de los moriscos en 1609, el castillo pierde su principal función de defensa, quedando ocupado por el alcaide y su familia, hasta que el recinto, al igual que la fortaleza, se deshabitó definitivamente en la primera mitad del siglo XVIII, comenzando un periodo de fuerte y progresivo deterioro.
Tras las gestiones realizadas por las autoridades locales, en 1968 es donado por el Obispado de Orihuela al ayuntamiento de Petrer, quien a partir de 1974 inicia un largo y costoso proyecto de restauración y puesta en valor de la fortaleza, dejando al descubierto la sala inferior de la torre o antiguo recinto carcelario en cuyos parámetros se localizó este conjunto de inscripciones.
Han despertado el interés de investigadores
Localización de los grafitis
Los grafitis, en la actualidad de gran valor histórico y documental, se localizan en las paredes del piso inferior de la torre cuadrada, cuya función primigenia fue la de almacenamiento de agua y que, tras las reformas realizadas en el castillo por los señores feudales en el siglo XIV, sería utilizado como recinto carcelario.
Para ello, se abriría un vano o puerta en la cara este de la torre. La abertura de sesenta centímetros da acceso a un pasillo de 1,85 metros de largo por noventa centímetros de alto, que desemboca en un vano de 56 centímetros de ancho por 68 centímetros de altura, en el cual se aprecian los goznes de la puerta que nos introduce en las estancias carcelarias propiamente dichas.
Entre los siglos XIV al XVI
Estas estancias comprenden una sala de planta rectangular, abovedada, de 2,96 metros de altura, por 3,86 metros de longitud y 1,73 metros de ancha. Las paredes enlucidas con yeso fueron el soporte de los grafitis, registrándose superposiciones y pudiéndose encontrar un repertorio diverso, lo que nos indica que fueron realizados por varias personas y en distintos momentos con una horquilla cronológica entre los siglos XIV al XVI.
Ocupan gran parte de las paredes, desde la zona inferior hasta una altura de más de dos metros, aunque los paneles más completos y con superposiciones se encuentran en el sector central.
Con el tiempo gran parte del enlucido se cayó y con él se perdieron parte de las representaciones, quedando algunas otras, lo que, por un lado, es un hecho lamentable por lo que conlleva de pérdida de información, pero por otro, nos descubre dos capas de enlucido inferiores de épocas más antiguas con algún grabado o motivo pintados en negro, que nos indican sucesivas fases y reformas en esta sala inferior de la torre.
Cayeron en el olvido y estuvieron a punto de perderse
Gran riqueza expresiva
A lo largo de tres siglos, los presos pintaban diferentes motivos. Fundamentalmente, en los siglos XIV y XV palabras en árabe, y posteriormente, en el siglo XVI, un amplio y diverso repertorio en forma de figuras geométricas, humanas, zoomórficas y epigráficas que nos permite clasificarlos en varios grupos tipológicos.
Dentro del grupo de figuras antropomorfas existe un importante conjunto con trazados muy simples y esquemáticos formado por personajes masculinos ataviados con la indumentaria militar característica de los siglos XV-XVI. Son personajes con coraza, espadas con empuñadura o ballestas. Otros, sujetan con la mano una correa que va atada a un collar llevando unos perros, que podría tratarse de la representación gráfica de los guardianes de la fortaleza.
Personas, animales y juegos
En casi todos los paneles existen representaciones animalísticas. Las figuras zoomorfas representan cuadrúpedos agrupados en manada o rebaños, de ciervos y cabras, que podrían estar relacionadas con escenas de caza o de pastoreo. Interesantes son las representaciones de aves que, simbólicamente, podrían plasmar el ansia de libertad del detenido.
Los grafitis de figuras cuadrangulares reticuladas nos recuerdan a tableros de juego: de damas, de ajedrez u otros entretenimientos, aunque se desconoce qué actividad lúdica realizarían los presos. Curiosa también es la representación de una cometa, a la que se podría dar diversas interpretaciones.
En cuanto a los últimos grupos de motivos presentes en el recinto carcelario tienen que ver con lo que se ha venido a llamar calendarios y símbolos. Los primeros consisten en la aparición de una línea horizontal cortada por otras paralelas en vertical a modo cuenta, pudiéndose interpretar como un signo para el cómputo del tiempo.
Así, los segundos motivos, los simbólicos, se representan con estrellas de cinco puntas, de gran significado para la comunidad judía. Es destacable también la presencia en las paredes de una cruz papal con sus tres brazos, un laberinto de once círculos concéntricos, medias lunas en cuarto creciente y círculos enmarcando flores de seis pétalos, muy característico en el Medievo.
En la iglesia de San Bartolomé también existen grafitis en las torres de acceso al campanario
Tradición de Santa Bárbara
Además, existe otro grupo de inscripciones realizadas en las primeras décadas del siglo XX, junto con otras más recientes, que nada tienen que ver con las reseñadas anteriormente.
Todo ello como resultado de la vieja costumbre que tenían los propios habitantes de Petrer de subir al castillo el día 4 de diciembre, festividad de Santa Bárbara, a dejar inscritos sus nombres en las paredes de las salas y en el calabozo como testimonio de su visita. En este caso suelen ser representaciones de nombres propios o fechas.
En el año 2008 se llevó a cabo la rehabilitación del castillo y casas-cueva de la muralla, incluyéndose en el mismo proyecto la restauración y consolidación del calabozo y sus grafitis, dado que el paso del tiempo y la humedad existente en su interior habían hecho estragos y amenazaban su integridad, eliminándose las inscripciones realizadas con posterioridad a los años setenta del siglo XX, fecha del comienzo de la restauración de la fortaleza.
Grafitis en San Bartolomé
Por otra parte, los grafitis de la torre del castillo no son los únicos existentes en Petrer. En la iglesia de San Bartolomé se puede encontrar también este tipo de manifestación gráfica en las paredes de acceso a las dos torres que desembocan en el campanario.
Dichos grafitis fueron realizados desde mediados del siglo XIX hasta fechas recientes utilizando distintas técnicas como la pintura de colores rojo y marrón, el lápiz de carbón y la incisión. Seguramente fueron hechos por campaneros, monaguillos o jóvenes que subirían al campanario como diversión, para dejar constancia de su presencia mediante un dibujo o poniendo su nombre.
Ambas representaciones, los grafitis del calabozo del castillo y los de la iglesia parroquial, pueden visitarse durante las Jornadas de puertas abiertas del Patrimonio Petrerense que se celebra todos los años a mediados del mes de septiembre.