Entrevista > José Gallego / Artista constructor de fallas y hogueras (Gandía, 21-febrero-1980)
Ante todo artista constructor de fallas y hogueras, clásico ya, pese a su juventud, de comisiones falleras valencianas como Convento Jerusalén-Matemático Marzal (en infantil) o Na Jornada; alicantinas como Sèneca Autobusos, y con monumentos de arte festero efímero para Alzira, Dénia, Elda, Gandía o Silla, José Gallego nos habla de sus otros artes y oficios, su apasionada labor, sus referentes, echándole al asunto esa pasión que derrocha en sus creaciones.
En el 2007 ingresas en el gremio de artistas falleros, y en el 2009 comienzas a colaborar con las Fogueres de Sant Joan, ¿qué sería José Gallego si no existiera la fiesta?
No sería yo, desde luego. Creo que la fiesta me ha dado todo lo que soy, lo que hago. Es mi forma de vida, desde que a los ocho años me planteé que quería dedicarme a esto.
«Haga lo que haga, soy un artista que hace arte»
¿No te dedicarías a alguna otra forma de arte?
Hombre, puede, pero es que creo que esto ya es una forma de arte. Que se puede combinar el arte efímero con otros. Además, pienso que el mundo de las fallas y las hogueras tiene que estar abierto al arte en general, y al mismo tiempo el general tiene que estarlo a nosotros, a considerarnos como lo que somos, también un arte de primera categoría.
Yo estoy en medio, equidistante, entre ambos conceptos del arte. Haga lo que haga, soy un artista que hace una obra de arte.
Porque también trabajas decorados; pintas, como en tu exposición ‘El tiempo acurrucado’ (2021) o el mural para el hotel Benidorm Plaza, al año siguiente. ¿Hay que ser polifacético?
Sí, por supuesto. Por ejemplo, el Ayuntamiento de Gandía me pedía unos decorados para un nacimiento. Son varios los trabajos. La verdad es que durante la pandemia los artistas de fallas y hogueras sí que hemos abarcado más campos. Pero es que además nuestro oficio requiere de muchos otros. Engloba diseño, guion, escultura, pintura. La verdad es que es de los más variados en eso.
«Las cosas nunca pueden ser como eran»
Hay mucho clasicismo en tus obras, tanto en la pintura como en lo escultórico que tienen fallas y hogueras, pero no prima un aspecto severo, distanciador, sino todo lo contrario; resultan amables, elegantes.
Pues la verdad es que creo que, cuando empecé, mi estética era más diferente, más rompedora. Ni me considero un clásico ni un moderno. Piensa que siempre lo polarizamos todo. Me gustaría definirme como un artista que mira atrás en lo clásico y al mismo tiempo al futuro, que busca el equilibrio.
¿Cuál fue tu formación artística?
Sinceramente, aprendí por oficio. Mi primera falla fue a los dieciocho años. Estudié Formación Profesional (FP), pero no Bellas Artes, ni Artes y Oficios. También es cierto que no había entonces el grado superior. La FP no era como ahora. No es que sea autodidacta, no hay autodidactas; pero al final, supongo que tenía tantas ganas de trabajar en esto, que acabé aprendiendo el oficio en el taller.
Estudiar te facilita el aprendizaje, te da más herramientas, pero también existe el camino de aprender el oficio a pie de obra. Aunque, eso sí, siempre me he considerado una persona inquieta y artística, que me gusta ver y aprender.
«Nuestro oficio requiere, además, de muchos otros»
Y tus referentes, ¿a quiénes admira José Gallego en el mundo de la creación de fallas y hogueras?
Son tantos que me salen muchísimos. En fallas, podría citarte, así de pronto, a Julio Monterrubio, Alfredo Ruiz, Miguel Santaeulalia… Hay tantos… Lo mismo que me pasa con los artistas de hogueras, pero ahí te digo que tengo una especial admiración por Pedro Soriano y su obra. Me parece un artista al primer nivel. Si estuviera en el mundo del arte en general, estaríamos, no sé, ante un Ripollés.
En su día rompió esquemas, fue una transformación estética. Creo que Pedro Soriano se merecería una exposición retrospectiva que repasara sus obras en una buena sala de Alicante, eso sería ponerlo en el sitio que se merece, un artista en general de primer orden, de los mejores que ha parido Alicante.
Trabajaste, profesionalmente y desde una gran amistad, con Manuel Algarra (1963-2022). Ahora colaboras con Toni Pérez. ¿Qué consideras que te aportan o aportaron estas colaboraciones? ¿Y qué le dirías tú a quienes empiezan?
Pues mira, sin Manolo, por ejemplo, no hubiera estado en Alicante, hubiera sido diferente. Con él, la conjunción fue perfecta, entre la veteranía y el saber hacer, y el artista de obra joven con ganas de hacer cosas. Personalmente, acabó siendo como de mi familia. Muchas veces hago cosas y pienso “¿qué le parecería esto a Manolo?, ¿qué me diría?”.
Por otro lado, con Toni ha ocurrido que congeniamos mucho los dos profesionalmente. Es un artista excelente, supercumplidor. Me aporta mucho y ha acabado por darse esa relación familiar. ¿Y qué le diría a quienes empiezan? Que este es uno de los oficios más bonitos que puedan existir, a pesar de sus dificultades, como el que ser artista hoy es siempre ser empresario. Pero es que es un oficio donde vas a trabajar con muchos otros.
Los inevitables cambios
Me comentabas desde estas páginas, el pasado año, lo siguiente: “creo que la fiesta seguirá, con más o menos fuelle, pero seguirá, aunque puede que algún día no se parezca nada a lo que es hoy”. ¿Sigues pensando igual?
Sigo pensando lo mismo, creo que todo cambia. Si los fundadores de las fiestas vieran ahora en qué se han convertido, seguro que dirían “esto no es mi fiesta, esto es otra cosa”. Es inevitable, aunque exista ese toque de tradición, las cosas nunca pueden ser como eran. Nosotros, seguramente, dentro de muchos años, veremos la fiesta y pensaremos lo mismo que los fundadores: “esto es otra cosa”.