Entrevista > Inma Cordón / Joyera (Baena, Córdoba, 4-julio-1959)
Cordobesa de nacimiento, Inma Cordón ha dedicado su vida a la joyería, su gran pasión y vocación. Aprendió el oficio desde bien pequeña, iniciándose a los ocho años, y tras un breve periodo como enfermera, cuenta ahora con dos tiendas en su localidad de adopción, Torrent.
“Lo dejé para seguir mi instinto, el ser joyera”, nos dice orgullosa. De hecho, confiesa que disfruta especialmente tratando con el cliente, indicándole como experta qué joya es la más adecuada a su estilo. “Es lo mejor de mi trabajo, me llevo enormes alegrías”, matiza con una sonrisa.
Ella misma dirige una de las tiendas, junto a su hija Cristina, mientras en la segunda están sus otros dos hijos. Queremos que nos cuente cómo han superado los malos momentos que provocó la pandemia -las joyerías, producto de lujo, fue de los gremios más afectados- y si han sido víctimas de algún atraco, lamentablemente tan habitual en estos establecimientos.
También cuáles son las tendencias actuales, si han variado en las últimas décadas, y el valor que los clientes le otorgan al oro, producto que no para de subir, “en ocasiones de un modo fuerte el mismo día”.
«Los primeros años fueron complicados, yendo a muchas ferias en ocasiones incluso embarazada»
¿Qué representa para ti ser joyera?
Todo, siempre fue la ilusión de mi vida, por encima de cualquier profesión; si bien es cierto que me hubiera conformado con una joyería, pero tengo dos. La segunda la gestionan ahora mis hijos, Daniel y Carla, mientras que en la que estoy yo me acompaña mi otra hija, Cristina.
¿Cuándo fundas tu primera joyería?
En 1992, y dos años después, tras separarme de un socio, abrí la otra joyería, dirigida en un primer momento por mi marido, Cristóbal Cabrera.
Los primeros años fueron de mucho esfuerzo, yendo a numerosas ferias, algunas de ellas internacionales (Italia) y en ciertas ocasiones incluso estando embarazada. Fueron tiempos complicados.
¿También diseñas?
Sí, he diseñado muchas joyas, en compañía del maestro joyero. Normalmente la idea es mía, mientras él la pone en práctica; formamos un buen dúo. Anteriormente me formé en la extinta Escuela de Joyeros de Abastos de València.
«Apenas han variado las tendencias en las últimas décadas; joyas pequeñas y menos pesadas»
¿Cuál es la parte más complicada de tu trabajo?
Disfruto tanto que, para mí, nada es complicado. Obviamente tienes que pensar cómo quieres hacer la pieza y de qué modo puede salir factible.
Una de las partes que más me agrada es descubrir qué pieza le puede agradar a un cliente y que la lleve a gusto. El joyero eso lo debe tener muy claro.
¿En qué te inspiras?
Primeramente, todo está inventado. Seguidamente debes tener mucho gusto y saber qué puede satisfacer, tanto a la hora de diseñar como en la posterior posible venta.
El material, por supuesto, tiene que ser siempre de primerísima calidad y no obsoleto, antiguo.
Descríbenos vuestro estilo.
Neoclásico. Siempre tenemos presente que al crear una pieza no se va a vender de un modo inmediato, por lo tanto, tiene que perdurar ese estilo en el tiempo.
En mis tiendas contamos con piezas que es difícil que se encuentren en otro establecimiento.
¿Cuáles son las tendencias actuales?
Se centran en piezas pequeñas y de poco peso, con más venta en oro blanco y amarillo. Las tendencias, no obstante, apenas han variado en las últimas dos décadas.
El cliente comprará lo que quiera, pero nosotros como profesionales le tenemos que agradar y asesorar en todo momento.
«Me agrada especialmente descubrir qué pieza le puede satisfacer a un cliente y que la lleve a gusto»
¿El oro sigue subiendo?
Constantemente, en ocasiones sube incluso el mismo día, es una barbaridad. También en los brillantes puede variar el precio.
¿Cómo ha cambiado este segmento en los últimos años?
En la cuestión de aleación de metales, notablemente a mejor, con un mayor control, algo que gusta al consumidor.
Tiempo atrás se vendía oro de catorce o dieciocho quilates. Ahora jamás vendo de catorce, sino de dieciocho o plata de primera ley, además de brillantería.
¿Y el trato con el cliente?
Antes era más afable, se creía más lo que le decías, tus consejos y recomendaciones, mientras el actual está más negativo.
Si confía en mí, compra. Si no, va a mirar a otras joyerías. Sin embargo, tengo una clientela muy fiel desde que abrí la joyería.
Fuisteis uno de los segmentos más afectados por la pandemia.
Nos afectó muchísimo, con numerosas pérdidas. Las joyas no dejan de ser un lujo y lo pasamos muy mal, porque tampoco teníamos nuestros productos a la venta en internet.
Apenas recibimos ayudas, pero pudimos resistir.
¿Habéis sufrido algún atraco importante?
En la otra joyería sufrimos uno hace unos meses, pese a los controles de seguridad con los que disponemos. Los joyeros estamos en peligro siempre.