Entrevista > María Poquet / Actriz (Altea, 1976)
La actriz María Poquet ha sido reconocida este año con el galardón al mejor vestuario en los Premios de las Artes Escénicas Valencianas por la obra ‘La caravana de las flores’. Un reconocimiento que reconoce el trabajo de Poquet en las artes escénicas y que la actriz dedicaba a todo el equipo, familia, amigos y a los que “confían en mí y me dejan poner mi semillita en sus trabajos”.
Nacida en Altea, Poquet tuvo claro desde muy pequeña que su vocación estaba en la creatividad y, después de descubrir, gracias a una profesora del instituto, el teatro, nunca ha dejado de relacionarse con ese mundillo en el que, reconoce, ha ejercido prácticamente todo tipo de profesiones.
¿Qué significa para usted haber sido reconocida con el premio al mejor vestuario de las Artes Escénicas Valencianas?
Significa el reconocimiento; alegría también, pero más alegría por la gente a la que le da más alegría que a mí. Yo soy actriz, me hago vestuarios desde hace tiempo y es la única forma también de estar en el mundillo de las artes escénicas, que es mi profesión.
Entonces, es como otra parte de mí, otra manera más para poder meterte en los personajes. Ha tocado en este momento y ya está, pero es gracias a que otra gente trabaja y confía en mí en sus proyectos para poder dejar ahí mi semilla y mi punto de vista.
No es la primera vez que contesta a esta pregunta en ese mismo sentido, es decir, asegurando que el premio le alegra más por los demás que por usted misma. ¿Acaso no le hacen ilusión los premios? ¿No le gustan los reconocimientos?
Sí, sí, me hacen ilusión, pero no lo tomo como que me lo merezco. Es un reconocimiento, estás ahí. Esta es una profesión muy dura… Nos dan por todos lados y es vocacional. Por ello, si llega un momento que se reconoce tu trabajo, pues siempre es de agradecer, la verdad.
«Estás luchando constantemente, porque muchas veces subes tres escalones y bajas conforme los subes»
En este caso, y por entender mejor su respuesta, ha recibido el premio como encargada de vestuario, pero usted es también actriz. ¿Le habría hecho más ilusión o lo habría apreciado más si el reconocimiento le hubiese llegado desde ese lado de su carrera profesional?
Creo que sería lo mismo, porque realmente es un reconocimiento a un trabajo que estás haciendo. Yo no veo mi labor diferenciada en trabajos por categorías. Es mi vida, es mi trabajo, y que se reconozca, pues es de agradecer.
Además, en un sector, el de las artes escénicas (ya sea teatro o audiovisual) en el que muchos de sus compañeros hablan de las largas temporadas en las que el teléfono no suena. Un sector, por lo tanto, en el que hay que aprovechar las buenas rachas.
Yo estoy ahí. Yo estoy en ello desde… ¡Es que miras hacia atrás y es mucho tiempo! Estás luchando y es constantemente, porque muchas veces, como has dicho, subes tres escalones y bajas conforme los subes. Siempre estás subiendo y bajando escalones.
He trabajado en todo lo que me han ofrecido: he hecho producción, regiduría, soy coordinadora de un festival de artes escénicas… Durante diez años estás dentro de lo que es conocer el mundillo. Tienes que conocer al equipo, a dirección, a iluminación, a escenografía, a regiduría. Y así, tanto en teatro como en el audiovisual.
«He trabajado en todo lo que me han ofrecido: producción, regiduría, soy coordinadora de un festival de artes escénicas…»
Le da un mayor conocimiento de su propio entorno.
Así es. Conoces el entorno y a la hora de trabajar se nota, porque hay un respeto también por el trabajo que hace cada uno. Cuando eres actriz, eres la cara visible. Lo otro está detrás. Entonces, claro, quieras o no, no es la misma energía.
Es relativamente habitual ver a actores y actrices que se involucran, como usted ha hecho, en otros ámbitos de su profesión. Hemos visto muchos ejemplos de actores que también dirigen, hacen vestuario; algunos, incluso, componen música o la interpretan. ¿Cree que le da mayor riqueza al producto final cuando uno se involucra tanto?
Yo creo que sí. Cuando uno hace las cosas, siempre quiere hacerlo bien, pero también es importante hacerlas cuando conoces. Conoces un poquito de aquí, un poquito de allá y eso, después de tantos años, te permite verte desde fuera.
A mí, trabajar de ayudante de dirección o de regiduría me ha ayudado a que cuando yo soy actriz, confío más en la gente que está afuera. A veces nos ponemos los actores un poquito tontos, con todo: “es que yo, es que mi personaje…”; vas conociendo y a veces tienes que confiar. Además, están las inseguridades, porque un actor, claro, pone su cuerpo, pone su alma.
«El director que es actor tiene una sensibilidad especial a la hora de dirigir, porque ha estado encima del escenario»
No me habla, entonces, sólo de inseguridades físicas.
Las inseguridades salen por ahí. Yo soy actriz y también he hecho danza, y me han puesto una falda en una obra que es corporal y me tengo que tirar al suelo. No puedes ponerme una falda de tubo que no me pueda mover. Tienes que tener un conocimiento de lo que hacen los actores, de su cuerpo.
Y todo cuerpo se viste, no hay problema; ni eres gordo, ni eres flaco, y hay tallas y ropa para vestirse, porque si no iríamos desnudos por la vida.
Permítame, a falta de una mejor, que utilice la palabra docilidad. Me remito a esos “es que yo” o “es que mi personaje” que me ha dicho antes, ¿hacer otras labores la convierte en una actriz más dócil cuando se tiene que poner a las órdenes de otra persona y viceversa?
Sí, porque sabes por dónde ir, porque puede ser que por la parte, digamos, técnica de dirección, tú puedes mirar hacia afuera y el actor no sabe por dónde va. Tienes que hacer un esfuerzo también para explicarlo bien. Hay como una sensibilidad especial. Un director que es actor tiene una sensibilidad especial a la hora de dirigir, porque ha estado encima del escenario.
Creo que sí se nota cuando trabajas con gente que ha estado en ambas partes.
«Me llenan el teatro y el audiovisual porque son totalmente diferentes y no son incompatibles»
Tiene usted una amplia carrera sobre las tablas, pero también ha hecho mucho audiovisual. ¿Con qué se queda? ¿Qué le llena más?
Me llenan las dos cosas, porque son totalmente diferentes y no son incompatibles. Una no es actriz de teatro o actriz audiovisual. De hecho, ahora acabo de rodar una serie que eran tres sesiones y ahí la sensación, la diferencia que puede haber es, digamos, la angustia que tienes como actriz.
El audiovisual se queda grabado. En teatro ensayas, ensayas, ensayas; y luego llega el directo. Lo que pasa en escena, pasa en escena. En el audiovisual es como un continuo ensayo que si tú has hecho teatro lo tienes ya como integrado. A través de repetir y repetir y estar abierto a las indicaciones a cambiar, yo lo relaciono como en los ensayos de teatro.
En un currículum, y más en uno tan extenso como el suyo, cabe todo. Pero si tuviese que hacerse una tarjeta de presentación, una de esas que ya nadie lleva en la cartera y con solamente una labor, ¿qué pondría? ¿Actriz, diseñadora de vestuario, regidora, directora…?
En honor a mi abuela, digo que soy artista, pero pondría actriz. Quieras o no, siendo actriz me voy a implicar en cualquier proyecto de donde me llamen.
«En honor a mi abuela digo que soy artista»
Ese momento en el que, imagino que todavía viviendo en Altea, le dice a su familia aquello de “quiero ser artista», ¿cómo fue?
He hecho danza desde pequeñita y no sabía qué estudiar, pero sí sabía que en una oficina no iba a estar. Era algo como o yo me voy por lo creativo o me muero. En el instituto, Aurora, mi profesora de inglés, nos daba teatro y me preguntó si sabía que el arte dramático es una carrera. Ahí fue cuando me dije “esta es mi carrera”.
Con la familia, yo misma me monté mi ‘pirula’ pensando que me iban a decir que no, así que les dije “oye, que voy a estudiar esto y si no queréis, yo voy a trabajar en verano y me voy a València”. Y me dijeron “vale, es lo que quieres hacer tú, que siempre hemos dicho, estudia lo que quieras”. Entonces me descuadraron, pero mi familia ha estado siempre ahí apoyándome totalmente.
Entiendo que nunca se ha arrepentido de la decisión.
No, no, no. Hubo un momento que lo que dije era que no iba a hacer más vestuarios… ¡y fíjate ahora!
«No sabía qué estudiar, pero sí sabía que en una oficina no iba a estar. Era algo como o me voy por lo creativo o me muero»
¿Cómo fue aquello?
Estaba en producción. Tenía un sueldo fijo todos los meses, pero no era lo mío. Yo no era de oficina, yo no era de llamar. Coordinaba giras, todo; pero yo soy de esas que cuando hay una guerra, estoy en la batalla a pie de las trincheras. Me salí del trabajo de producción, y empezaron a llamarme de vestuario.
En ese momento necesité comprobar si realmente era actriz o no podía serlo, y dije que no a la reproducción y al vestuario. Quería ser actriz. Necesitaba ese parón de quiero saber realmente si esto de ser actriz es lo mío y, efectivamente, es lo mío… Pero también sigo haciendo el vestuario.
Usted y yo tenemos más o menos la misma edad y venimos de un mundo completamente analógico en el que salir de Altea para ser artista podía parecer, al menos de entrada, más complicado que ahora. ¿Cree que con las herramientas digitales y las redes sociales es, al menos, un poco más sencillo para cualquier joven aspirante darse a conocer sin necesidad de marcharse a la aventura a las grandes capitales?
Yo con las redes voy fatal, pero es una cuestión que sí te puede ayudar, aunque tienes que tener la cabeza muy fría también porque si no tienes aceptación desconfías de ti y piensas que no vales.
Debes de saber que hay cosas que se escapan a tu razón. Es esperar a que llegue el momento en que encaje algo en algún sitio. Saber que si estás ahí, activa y trabajando, habrá un momento en que encaje.