La Navidad es una época de regalos, y los tabarquinos difícilmente olvidarán el que recibieron en la Nochebuena de 1963. No fue precisamente por parte de Papá Noel, sino del Ayuntamiento de Alicante que al fin cumplía así con una vieja reivindicación de los vecinos isleños. Fue aquel día cuando la corriente eléctrica llegó a sus calles y hogares.
Quizás cueste creer que hace apenas sesenta años todavía existieran estas carencias de servicios básicos en Alicante. Lo cierto es que este hito solo puso fin a una de las demandas de Tabarca, ya que para poder llamar por teléfono o recibir agua canalizada en condiciones los residentes aún tendrían que esperar unos cuantos años más. Ésta es una historia de mucha lucha vecinal que culminó con un final tan tardío como feliz.
Origen de Tabarca
Empecemos recordando los orígenes del propio pueblo tabarquino. El primer asentamiento fijo formado aquí data de 1770, cuando unos trescientos genoveses se trasladaron tras haber sido rescatados de una isla tunecina donde habían sido esclavizados por un caudillo.
Los nuevos tabarquinos pasaron épocas de mayor y menor esplendor, dependiendo sobre todo de la abundancia de la pesca. A finales del siglo XIX la población de la isla ya rondaba el millar de personas.
El primer generador de electricidad llegó a Tabarca en la Nochebuena de 1963
Descubrimiento de la electricidad
Por otra parte la electricidad, tal y como la conocemos hoy en día, es fruto de diferentes investigaciones realizadas por varios científicos a lo largo de diferentes siglos. No obstante se considera al estadounidense Thomas Alva Edison como su gran inventor -o más bien descubridor, puesto que en realidad había existido siempre- dado que fue el primero que logró encender una bombilla de forma duradera y segura, fue en 1879.
Este descubrimiento significó una enorme revolución para la humanidad a nivel residencial, industrial y de comunicaciones. La primera ciudad en el mundo que instaló un alumbrado público electrificado en sus calles fue la británica Goldaming. En los siguientes años muchas otras se animaron a unirse a esta revolución eléctrica.
En España se constituyeron varias empresas proveedoras de electricidad. La primera localidad patria en disponer de alumbrado público fue Comillas (Cantabria), el cual fue costeado de forma privada por un terrateniente local. Poco después Barcelona comenzó a utilizar también la electricidad con fines industriales. Por su parte el Ayuntamiento de Jérez de la Frontera fue el primero de nuestro país en instalar varias farolas eléctricas en calles del municipio, en 1890.
Fue en 1891 cuando la electricidad llegó por primera vez a Alicante
La luz llega a Alicante
En la ciudad de Alicante los primeros faroles de aceite para iluminar las calles se instalaron en 1790, fruto de la reivindicación de los vecinos que querían gozar de una mayor seguridad al caminar por las noches. En la década de 1860 este primitivo alumbrado público fue paulatinamente sustituido por faroles de gas.
La primera vez que la electricidad llegó a la ciudad fue a través de la empresa Priz y Campos en 1891, si bien la luz corriente se fue instalando poco a poco en las farolas callejeras y los hogares alicantinos durante las primeras décadas del siglo XX.
En la isla se organizó una gran fiesta improvisada para celebrar el acontecimiento
Tabarca, seis décadas después
¿Y qué ocurrió con Tabarca? Pues que tuvieron que esperar unas cuantas décadas más. No fue hasta los años sesenta cuando surgió una voluntad política por modernizar la isla que tan atrasada se había quedado y apenas conservaba ya unos 280 habitantes.
Sin embargo el ‘boom turístico’ lo cambió todo. Los políticos alicantinos apostaron muy fuerte por atraer turismo de masas a la Costa Blanca, y se dieron cuenta de que esta hermosa isla contaba con un potencial enorme que podría ayudar a conseguirlo.
Así pues, en 1963 el Ayuntamiento de Alicante anunció que la electricidad corriente llegaría a Tabarca. Durante varios meses se realizaron las instalaciones pertinentes tanto en las calles del pequeño pueblo isleño como en los hogares de los tabarquinos. No obstante faltaba todavía lo más importante… el generador energético que posibilitara que al darle al interruptor de verdad se iluminaran las bombillas.
Llegó la Nochebuena
El 24 de diciembre llegó el barco de Moncho al puerto tabarquino. Este barquero local era el encargado de traer las provisiones a la isla desde Santa Pola. En aquella ocasión iba más cargado de lo normal, ya que durante la Navidad algunos tabarquinos emigrados volvían a casa para pasar las fiestas con sus padres y abuelos.
El caso es que Moncho traía otro aparato que nadie en la isla esperaba que llegara justo en ese preciso día. Un regalo navideño que iluminó -nunca mejor dicho- a los tabarquinos. Se trataba de un grupo electrógeno.
“Fue emocionante el momento en que el motor del grupo electrógeno se puso en acción. Cien casas se iluminaron y otras tantas familias lanzaron gritos de entusiasmo ante el acontecimiento. Tabarca se iluminó y los que estábamos dentro, recogiendo en la calle la repercusión del acontecimiento, nos daba la impresión de que íbamos a bordo de un gran barco iluminado en el que se celebraba una gran fiesta” escribió el periodista José Luis Blanco Zamora, quien cubrió la noticia para ‘La Verdad’.
La enorme alegría de los tabarquinos no impidió que siguieran reivindicando por la llegada de los demás servicios que el resto de alicantinos ya consideraban básicos desde décadas antes. Hasta 1975 no resonó el primer teléfono en Tabarca y hubo que esperar hasta 1984 para que se resolviera definitivamente el problema del agua potable canalizada.