Este nuevo año 2024 supone el séptimo centenario de uno de los hechos más importantes en la historia de Crevillent. Esta localidad durante un siglo, en plena Edad Media, gozó de un estatus particular por el cual pudo mantener ciertas leyes y costumbres propias excepcionales a la legislación del país en el que se encontraba. Algo parecido a lo que hoy en día, según el derecho internacional, llamaríamos un protectorado.
Esta situación particular terminó precisamente en 1324 debido a una serie de causalidades políticas, bélicas e incluso familiares. No obstante sin duda todavía a día de hoy, siete siglos más tarde, sigue repercutiendo en la idiosincrasia crevillentina.
La Taifa de Murcia
Para entender esta historia conviene empezar por la época de dominación islámica. Durante unos cinco siglos toda la actual provincia de Alicante fue administrada por diversos reinos musulmanes. En este contexto, a principios del siglo XIII Crevillent constituía una de las poblaciones más importantes de la Taifa de Murcia.
Sin embargo dicho reino musulmán estaba ya en franca descomposición. Su rey Muhamad no conseguía mantener su autoridad ante la pujanza de los gobernadores locales (los llamados rais) que iban por su cuenta. Por ello acabó firmando un tratado, en 1423, por el cual aceptó integrarse en la Corona de Castilla aunque manteniendo algunas leyes propias.
Hubo algunos rais que se negaron a adherirse al tratado. Sin embargo el crevillentino Banu Hudayr sí aceptó respetarlo, a cambio de que esta localidad mantuviera un estatus todavía más excepcional que el resto de la moribunda Taifa de Murcia.
La Corona de Castilla permitió al rais musulmán continuar gobernando a cambio de no poner resistencia militar
El protectorado castellano
Lo cierto es que es que esta sumisión le salió bastante rentable a nuestro rais. A partir de aquí es cuando se genera esta especie de protectorado especial o señorío de Crevillent, con mucha más autonomía que el resto de localidades del entorno.
En otras ciudades que sí ofrecieron resistencia militar al ejército castellano, como por ejemplo Alicante, el infante Alfonso (futuro rey Alfonso X ‘el Sabio’) a su paso mandó derruir las mezquitas para que se construyeran iglesias en dichos solares.
Sin embargo en el caso de Crevillent sus ciudadanos no solo mantuvieron su forma de vida prácticamente idéntica, sino que incluso el rais Banu fue recompensado por su nueva fidelidad castellana con nuevos dominios territoriales. Así, el señorío crevillentino creció hacia Albatera y Cox.
El idilio entre la monarquía castellana y la familia musulmana que gobernaba Crevillent continuó durante décadas. En 1264 se produjo una deportación forzosa de musulmanes hacia el sur que desencadenó una revuelta en localidades como Murcia, Alicante, Villena, Elche, Orihuela… pero no en Crevillent. Aquí el rais apoyó al ya monarca castellano Alfonso X con tropas e infraestructuras para sofocar con éxito aquel fallido intento independentista de volver a restablecer la Taifa de Murcia.
Cuando Crevillent pasó a integrar la Corona de Aragón mantuvo prácticamente el mismo estatus
El protectorado aragonés
En 1296 estalló una guerra civil en la Corona de Castilla, hecho que fue aprovechado por el rey aragonés Jaime II para organizar una campaña militar hacia la provincia de Alicante. De esta forma la Corona de Aragón conquistó la zona encontrándose con muy poca resistencia.
Curiosamente el hecho de cambiar de país supuso bastantes pocos cambios para el señorío de Crevillent. El entonces rais Muhammad I, haciendo gala del mismo pragmatismo que sus antecesores, no tuvo demasiados reparos en jurar fidelidad al monarca aragonés.
A cambio Jaime II no solo ratificó que conservaría su singular protectorado con las mismas normas, sino que incluso amplió su territorio hasta Aspe y Mónovar. Asimismo le concedió un poder mayor al nombrarlo también juez supremo de aquellas disputas judiciales que tuvieran como involucrados a residentes musulmanes de toda la mitad sur de la actual provincia de Alicante.
El protectorado de Crevillent terminó debido a disputas internas y un vacío de poder
Decadencia del señorío
Este estatus especial provocó un cierto fenómeno de inmigración musulmana hacia Crevillent durante esta época. Con el paso de las décadas las costumbres y normas cristianas se asentaban cada vez en la zona. Así, numerosas familias que profesaban la fe de Mahoma optaron por mudarse al protectorado crevillentino dado que en gran medida aún mantenía la misma esencia que en la época previa a la reconquista. Sin duda éstas son las raíces de la profunda cultura islámica que aún se mantiene en nuestra localidad.
En 1316 falleció el rais Muhammad II sin dejar un sucesor claro. Hubo pues muchas disputas entre diferentes pretendientes al cargo, lo cual lastró inevitablemente el poder político del señorío de Crevillent.
Finalmente ascendió al trono su hijo Ibrahim quien murió precipitadamente en 1318, ignoramos si por causas naturales o no. El caso es que sus hermanos varones eran demasiado jóvenes como para gobernar, y lo que quedaba de poder recayó en dos mujeres: Heula (viuda de Mohammed II, aunque en otras fuentes la citan como hija de éste) y Finda (viuda de Mohammed I, aunque en otras fuentes le citan como hija de éste).
El fin de una época
Estas mujeres acabaron aceptando la propuesta de Jaime II, de que el señorío de Crevillent se integrara en Elche, a cambio de que mantuvieran los bienes propiedad de su familia e incluso algunas tierras más que les fueron concedidas como compensación.
El 6 de mayo de 1324 el monarca aragonés nombró nuevo gobernador del señorío de Elche a su propio hijo Ramón Berenguer, tras haberle cedido a su otro hijo, Pedro, algunas tierras.
De tal forma esta especie de ‘Hong Kong crevillentino’, que perduró durante 101 años, desapareció para siempre. Aún así todavía se mantuvieron algunos fueros especiales para los musulmanes y de hecho continuaron siendo la población mayoritaria del pueblo… hasta que fueran expulsados tres siglos más tarde. Pero eso, ya es otra historia.