Entrevista > Maruja Moyano / Escritora (Madrid, 10-marzo-1956)
Alicantina de pro “desde muy pequeñita”, con seis años “recién cumplidos”, Maruja Moyano continúa en la brecha narrativa, ahora con nueva aventura literaria, ‘Las muertes de Abel’. Con ella, Moyano, presidenta además de la asociación Alas de Papel, retoma su personaje de la inspectora Susana Rizos, en una nueva historia de misterio. Nueva aventura también para la autora.
En tu web aseguras que “quienes escribimos tenemos el deber moral de implicarnos, de comprometernos con el mundo y mostrar sus caras: la amable y la despreciable, con todos sus matices”.
A ver, no todo el mundo tiene que estar de acuerdo con lo que yo pienso, ni muchísimo menos, pero creo que los que escribimos, transmitimos; no solamente contamos una historia. Queramos o no, mostramos el mundo que nos rodea, y debemos mostrarlo sin ningún complejo, la humanidad es la que es.
Cuando escribo, escribo sobre ese mundo; aunque las historias que cuente sean en su mayoría ficticias, siempre forman parte de una realidad de la que no podemos evadirnos. Yo al menos no quiero evadirme. Somos seres humanos, formamos parte de todo, y eso en mis historias se transmite.
«Debemos mostrar el mundo que nos rodea sin ningún complejo»
Incidías en ello con tu primera novela, ‘Makuba’ (2014), sobre la realidad congoleña a través de los ojos de una española que busca la ciudad del título. ¿Cómo surgió la historia?
Surgió tras leer una noticia casi escondida en la página de un periódico que hablaba sobre el tema del coltán, en unos años en que en España eso no se había oído. Te hablo de hace por lo menos veinte años, porque ‘Makuba’ no me puse a escribirla inmediatamente; tenía bocetos, páginas escritas, pero guardadas dentro de un cajón durante mucho tiempo.
Durante esos años estudié sociología, y aún no la cogí porque tampoco estaba muy segura de mí misma. Hasta que surgió un problema de salud importante en mi vida. Ahí tuve que parar y plantearme qué es lo que quería hacer, porque me podía morir al día siguiente sin haberlo hecho.
Ahora, tras aventuras como ‘Insomnio, alguien te vigila’ (2021), en el género del terror, repites novela policíaca con ‘Las otras muertes de Abel’.
Bueno, antes hubo más, porque todavía tuve una temporada larga de recaídas. En esos meses escribí una serie de relatos y decidí recopilarlos. De ahí salió un libro al que tengo un especial cariño, precisamente porque fue una época tan difícil: ‘La cara oculta del corazón’, esa que a veces te sorprende para bien o para mal.
Y decidí lanzarme a la novela policíaca, género que a mí me gusta mucho, con ‘Bajo el manto de la araña’, el primer caso de la inspectora Susana Rizos, que transcurre en València. Después, ‘Cien canciones para Amelia’, sobre la desaparición de una mujer en el Madrid de 1965. Y llegó la pandemia, nos quedamos todos encerrados en casa y de ahí salió ‘Insomnio’, doce relatos de terror cortitos.
«Durante la pandemia nos acostumbramos a pedir mucho por Internet»
Y acabó la pandemia.
Volví otra vez al ‘thriller’, porque ya hacía tiempo que me rondaba una historia, ‘¿Quién mató a Paula Koch?’, hasta la fecha la novela que más está gustando.
¿Cómo nació ‘Las otras muertes de Abel’?
Es el segundo caso de la inspectora Rizos, y la idea surgió reflexionando sobre los bulos que salen constantemente en las redes sociales, para destruir al otro. A mí eso me da una rabia tremenda. Es uno de los aspectos más oscuros del ser humano, una forma de matar.
No solamente una muerte física, sino todo lo que va dañando a un ser humano, matándolo poco a poco. Al final Abel tiene varias muertes. Por eso se titula así. Todo lo que ha sufrido durante su vida. Bulos, traiciones. Hasta que por fin le dan muerte física.
«Ha cambiado un poquito la tendencia, pero sigue habiendo lectores»
Hablemos de la Asociación de Escritores de Alicante (2017), de la que fuiste secretaria. A solo unos pocos años de su existencia, hubo una pandemia.
Dejó de existir a mediados de 2021. Yo me había ido ya. De quienes nos fuimos, algunos decidimos fundar Alas de Papel, una asociación de escritores también. En este momento somos una treintena de autores de la provincia y algunos compañeros de fuera: de Madrid, Barcelona, San Sebastián.
Estamos funcionando mejor que cuando había tantísima gente; los grupos grandes terminan siendo un desastre. Al final dos personas llevan el peso y los demás ponen la mano a ver qué cae. Aquí, en la junta directiva somos siete personas, siete mujeres además, por casualidad.
Contactasteis incluso con una distribuidora para las obras de los asociados.
Lo primero que pusimos fueron los objetivos: visibilizar a los autores de la asociación y sus obras. Todo nuestro trabajo va orientado ahí. Sacar la cabeza en este mundo de la creación literaria es supercomplicado. Somos escritores y escribimos para todo el público, cuanto más mejor. Trabajamos fundamentalmente con la distribuidora Maidhisa, una distribuidora familiar, pero con mucha trayectoria. Trabaja con las grandes cadenas igual que con librerías más pequeñas.
Cambio de tendencia
¿Quedan lectores para que puedan quedar escritores?
Por supuesto, pero sí que es cierto que el público ha cambiado de costumbre después de la pandemia; hay un antes y un después. Durante la covid nos acostumbramos a pedir mucho por Internet. Antes veíamos en las tiendas muchísima más gente. Ahora hay menos, pero siguen pidiendo libros en papel.
Es verdad que ha aumentado la demanda de formato digital, pero vamos a continuar también vendiendo nuestros libros en papel, y de hecho contactamos con la gente por el libro en papel. Cuando vamos a las tiendas, interrelacionamos con el público, nos presentamos, le decimos por qué estamos allí. No hay que enfadarse, no hay que desesperarse; ha cambiado un poquito la tendencia, pero sigue habiendo lectores. Por suerte.