Antes, cuando las poblaciones eran otras, el modelo de camposanto en la provincia de Alicante era muy diferente del actual, de esa parcelación a lo grande a la que ha ido llevando la masificación de difuntos. Pequeños pueblos que generalmente reproducen la orografía del municipio al que sirven. Con excepciones, como el ‘montañoso’ de Sant Joan, en la carretera a Tángel, la pedanía alicantino-mutxamelera.
También debió de ser así en el antiguo cementerio municipal de Mutxamel. Lo era, hasta no hace mucho, en el actual, contenido aún en su núcleo, antes de las últimas expansiones. Además de las zonas de panteones y lápidas, un pequeño callejero donde el vecindario anida en nichos. Y alguna que otra minúscula plaza entre recovecos. Como un diminuto pueblo, como el que habitó donde hoy está la ermita de Sant Antoni Abat.
Diferencias por culturas
Pongámonos en situación: camposanto levantino. Los típicos de las películas estadounidenses, inmensos planteles de difuntos y teóricamente abiertos, responden al planteamiento propio de los habitantes de un territorio bien amplio (9.147.593 kilómetros cuadrados, 914.759.300 hectáreas, es la superficie de Estados Unidos). Ideales para ejércitos de muertos vivientes, curiosamente ideados por un cineasta de genes gallegos, George A. Romero (1940-2017), de Mourela do Medio (A Coruña).
Pero dejemos a la ‘santa compaña’ americana a un lado. Por estos lares (505.944 kilómetros cuadrados, 50.594.400 hectáreas, tiene España de superficie) hay menos espacio utilizable, poblaciones más interrelacionadas y hasta una mayor densidad poblacional media, 95,26 habitantes por kilómetro cuadrado, frente a los 32,88 estadounidenses. Y está el pasado, un pretérito de enterramientos íberos, romanos, musulmanes…
Además de panteones y lápidas, un pequeño callejero con nichos
Junto al matadero
En nuestro caso, en el de la necrópolis (de ‘necrós’, cadáver, y ‘polis’, ciudad) clásica mutxamelera, teníamos cementerio y matadero municipal al final de la calle, que varias crónicas nos la bautizan como Carnisseria (carnicería; en la actualidad, abre cancela por la calle del Salvador). Esto ya anota un detalle poco interesante. Pero el traslado que se iba a operar tuvo posiblemente otros motivos.
Se quedaba pequeño, estaba claro. Por un lado, de 1918 a 1920, la pandemia de la gripe española (se llamaba así porque, con la primera guerra mundial, 1914-1918, encima, España fue el único país que publicitó esta infección que se llevó por delante entre unos cincuenta y cien millones de personas). No existen hoy cifras oficiales (en todo caso, sobre las 186.000 víctimas en toda España), y la provincia de Alicante fue de las más afectadas.
La provincia fue una de las más afectadas por la gripe española
Movimientos demográficos
Fue la alicantina, de hecho, de las tres que componen la hoy Comunitat Valenciana, la que las crónicas señalan como la más castigada globalmente. Los datos demográficos mutxamelers nos anotan 3.837 censados en 1910, frente a los 3.266 en 1920 (26.192 en 2022). Pero, para contrarrestar, la década de los veinte del pasado siglo iba a impulsar una cierta recuperación. No se llegaba a la cifra de 1910, pero 3.266 habitantes en 1920 es buen registro, y 3.330 en 1930.
En realidad, habría que esperar a 1960 para lograr un censo de 4.010 inscritos. Pero también es cierto que esto se conseguía sobre todo con las acciones ejecutadas en la anterior época, como la creación de una ‘rambla’ urbana como la de la capital, proyectada en 1928 con la intención también de descongestionar la ‘general’ N-340 a su paso por Mutxamel.
Juan Vidal Ramos diseñó la nueva necrópolis
Época de iniciativas
Incluso el Grupo Escolar El Salvador, que abre sus aulas en 1932, aunque se nos salga de la década, no deja de ser hijo de las iniciativas de aquellos años veinte, precisamente del siglo XX. En esas, el traslado del cementerio habría de surgir, cómo no, durante aquel intervalo. El pleno municipal del 20 de junio de 1924 decide el asunto, y el 22 de octubre de 1925 aparece por fin el proyecto.
El diseñador, si las crónicas y los papeles oficiales que sobrevivieron no mienten, fue el arquitecto alicantino Juan Vidal Ramos (1888-1975), responsable de algunos de los más emblemáticos edificios oficiales de la provincia, incluido el mismo Palacio Provincial, sede de la Diputación, de 1931. El camposanto se inauguraba el 6 de agosto de 1927, solemnidad del Divino Salvador (la Transfiguración de Jesús, y el día en el que en Roma se enteraban de la victoria contra los turcos en 1456).
El viejo templo
Pues ya teníamos nueva necrópolis, con sus panteones, lápidas, nichos y recovecos (en 1945 llegó la primera ampliación, modificando notablemente el trazado original), asomada a la N-340, la carretera a Xixona, donde se encuentra ahora. ¿Pero qué hacíamos con la ermita adosada, erigida en 1728 (escriturada un año después) y que llegó a albergar el Santísimo Sacramento mientras reparaban la iglesia del Salvador?
Desde el traslado del cementerio quedó la idea de reconstruir el pequeño templo ajardinado en el espacio que antaño contuvo finados. No obstante, tardaría en concretarse. La verja de la puerta exterior, en letras metálicas, enrejadas, nos recuerda la fecha: ‘Ermitorio de San Antonio Abad año 1956’. Ahora como edificio exento (no está pegado a ningún otro), eso sí. En su propia mismidad.