La obra de Jaume Cremades es singular, diferente, incluso caótica. En definitiva, es aquella que no la acabas de entender y te quedas pensando en ella, porque se ha introducido en tu subconsciente, “más arraigada a la mente de las personas”.
Eso permite que se despierte el espíritu crítico, porque no sabes qué acabas de ver. Una muestra de ello es su trabajo actual, focalizado en la destrucción como método creativo, porque le fascina la relación entre creación y destrucción, la violencia que implica.
Después de estudiar Bellas Artes y realizar un máster en Producción Artística en la Universidad Politécnica de València, Cremades ha participado en un sinfín de concursos, logrando el primer puesto en varios, como el de Pintura Ibercaja, en Zaragoza; o el premio adquisición en el Concurso Internacional de Las Viñas.
«Al observar una de mis obras la ves como abstracta, pero cuenta con numerosas partes figurativas»
¿Cuál es tu estilo?
Lo definiría como abstracto con tendencias figurativas, porque realmente me nutro y me fijo mucho en patrones de la naturaleza o símbolos que, de alguna manera, me sirven para expresar lo que quiero.
Por ello, al observar una de mis obras, la ves como abstracta, pero cuenta con muchos elementos figurativos.
¿Te gusta el caos?
Juego mucho con el orden y el caos, buscando ese equilibrio entre los elementos que la componen. Dependiendo de la obra tiendo más hacia un punto u otro, también según el momento emocional en el que esté.
Tus obras están llenas de incertidumbre.
Sí, los elementos con los que más trabajo son la incertidumbre, la ambigüedad, que queden como de una forma enigmática. De este modo no llegas a ver directamente lo que es. Si los elementos están confusos, el mensaje es más subconsciente.
¿Eso no puede llegar a confundir al propio espectador?
Está demostrado que cuando ves una imagen fotográfica, realmente el cerebro no hace ningún esfuerzo por pensar o ver más allá de la imagen, porque estamos en un mundo saturado de realismo.
Pero una vez comienzas a extraer los elementos y la imagen, aunque sea en blanco y negro, fuerzas mínimamente la mirada del espectador para que piense qué puede haber en esa obra.
«Trabajo con la incertidumbre y la ambigüedad, con elementos que tengan una forma enigmática»
¿Qué mensaje quieres lanzar?
Me interesa no siempre transmitir un mensaje, sino jugar con la mirada del espectador; de eso tratan mis obras.
Ciertamente no muestro un mensaje superpotente y concreto. Elaboro mi pintura porque es una manera de terapia para afrontar la vida, mi forma de pensar y las ideas en las que me centro: ambigüedad, incertidumbre…
¿De dónde procede tu singular arte?
En segundo o tercero de universidad comencé a extraerme del paisaje natural y a fijarme más en otros patrones, estudiándolos.
Me llamaba mucho la atención la extracción de líneas, porque me permitía huir de la educación más canonizada. La dirección y fuerza de la línea, si la desvinculas del elemento figurativo, sigue proporcionando muchísima información.
¿Cómo te inspiras?
Normalmente la inspiración viene muy relacionada con las experiencias que me van sucediendo -buenas o malas-, o los propios cambios. Por ejemplo, ahora me he mudado a Madrid y mi obra va a evolucionar en ese sentido.
Por otro lado, si estoy en un momento más estancado, rutinario, la obra se paraliza.
Precisamente, ¿por qué te has trasladado a Madrid?
Porque en la gran ciudad tengo muchas más posibilidades de hacer relaciones, que son muy importantes en este mundo. Además, en Madrid puedo ir a tres inauguraciones a la semana y conocer a muchísimos artistas, algo impensable en Alcoy.
Esas relaciones también me retroalimentan porque estoy conociendo nuevos puntos de vista continuamente. Asimismo, nuevas obras, galeristas… Es muy saludable relacionarse con otros artistas.
«Mi pintura también es una manera de terapia sobre cómo afrontar la vida, mi forma de pensar…»
¿Se puede vivir de tu arte?
Lo hago desde hace poco más de dos años. Antes lo tenía que compaginar con otras funciones.
Nuestro trabajo está mucho más valorado en el extranjero y muchos artistas prefieren salir a otros países, donde hay mucha más venta.
¿Cómo realizas las ventas?
De un modo muy casual; a través de las redes sociales, donde tengo colgadas todas mis obras. Otras veces por internet, el boca a boca, porque conocen mi trabajo…. Sin embargo, la forma más habitual es a través de la galería en la que colaboro o mediante coleccionistas.
¿Cuánto tardas en finalizar una obra?
Depende de cada una, porque en ciertas me enrosco más y tardo más tiempo. Lo habitual es un mes, teniendo en cuenta que quizás estoy trabajando en seis al mismo tiempo.
¿En qué estás enfrascado ahora?
Estoy con una serie de obras sobre la destrucción como método creativo, haciendo un paralelismo en el que al destruir algo nacen nuevas cosas.