La actividad comercial, las ventas o, si se quiere, compraventas, constituye un baremo bastante fiable de hacia dónde se dirige económica y socialmente un municipio, una ciudad, cualquier localidad. Nos referimos, eso sí, al pequeño comercio, más especializado y teóricamente menos estandarizado que las grandes superficies. Básicamente, lo que solemos denominar ‘modelo europeo’ frente al ‘americano’ (lo que no deja de poseer su trasfondo verídico, pero también mítico).
Adelantemos que, como veremos, en Santa Pola, a decir del número de tiendas dedicadas a ello (con lo que implica volumen de ventas asociado), prima comercialmente el ocio. También, por ello, el turismo. Y naturalmente, posee un lugar destacado el gran sector del siglo, el de los servicios. Entremos en ello, aunque antes desentrañemos algo lo de la verdad y los mitos al respecto.
Boticas y coloniales
¿Modelo americano o europeo, por tanto? En el primero, en un país de amplios horizontes físicos (9.147.593 kilómetros cuadrados, 914.759.300 hectáreas, de superficie, en una relación, en últimos recuentos, de 32,88 habitantes por kilómetro cuadrado), tendríamos la existencia de supermercados o hipermercados. Los barrios residenciales, ayunos prácticamente de pequeño comercio, exigen cumplir el rito de tirarse un tiempo al volante para ‘hacer la compra’ semanal.
Sin embargo, por estos lares (por ejemplo, España, 505.944 kilómetros cuadrados, 50.594.400 hectáreas, de superficie, con 95,26 habitantes por kilómetro cuadrado) prima la pequeña tienda, para todo tipo de productos si es en una pequeña población: ‘de todo como en botica’ o ‘botiga’ (en la cuarta acepción de sus significados: ‘tienda de mercader’). También las tiendas de ‘coloniales y ultramarinos’, con sus evocaciones transoceánicas en el nombre.
En el municipio priman los negocios de ocio y servicios
Primeras galerías
Pero desmitifiquemos. Las galerías o centros comerciales no fueron invento estadounidense, sino del emperador romano, de origen sevillano, Marco Ulpio Trajano (53-117), impulsor de las que oficialmente están registradas como las primeras, construidas entre los años 100 y 112. Oficinas y unos 150 establecimientos repartidos entre seis plantas. Pero ya existía el pequeño comercio que alimentaría estas galerías. Quizá sembrado en cada casa particular que tuviera algo que ofrecer.
También en las ‘tabernae’ (tabernas) romanas, que a partir del XVII especializarían sus ofertas. El siglo XV, el de ‘los descubrimientos’, había constituido el del paso de la Edad Media (que comenzó en el V) a la Edad Moderna (hasta el XVIII), la de la clase social conocida por burguesía (por los burgos, nuevos barrios en las ciudades donde asentaban artesanos y comerciantes). Pero, ¿y las grandes superficies?
Una firma londinense construyó los primeros grandes almacenes
Súper e hipermercados
Para los historiadores, los almacenes londinenses Harding, Howell & Co (1796-1820) fueron las primeras grandes superficies o ‘grandes almacenes’. Vale, si sumamos a ello los zocos árabes, padres de los actuales mercadillos, ya tenemos a los principales ‘actores’ en escena. En cuanto a mercados de abastos o centrales, en concreto el de Santa Pola, ya nos ocupamos de ello (‘El nódulo gastronómico de la villa’, junio de 2021).
Añadamos que el municipio cuenta con unos dieciocho supermercados (buena parte, urbanos), según las Páginas Amarillas. Pero lo que ahora nos interesa es el pequeño y mediano comercio como tal. Tenemos varias fuentes, como el ya citado directorio o el mapa comercial del ayuntamiento, responsable, por cierto, de una campaña de apoyo al comercio local de ‘bonos consumo’ (508.000 euros de inversión), entre el 21 de noviembre y el 20 de diciembre del pasado año.
Hay 101 comercios de alimentación y 273 para hostelería y turismo
El mapa municipal
Según el listado municipal, en la actualidad contaríamos, por orden alfabético, con unos 101 comercios dedicados a la alimentación, nueve para droguerías-perfumerías, dieciséis para flores, jardinería y animales. Además, 273 para hostelería y turismo (aquí se incluyen tanto hoteles como restaurantes, bares y cafeterías). Ocho para joyerías-relojerías, más 75 para moda y complementos, y nueve establecimientos en la sección de papelería, librería, prensa y quioscos.
También 75 en el amplio apartado, a lo cajón de sastre, denominado ‘servicios’ (abogados, academias, agencias de viaje, autoescuelas, construcción, instalaciones, lavanderías, mantenimiento, publicidad, reparación de calzado…), en muchos casos consignados como ‘servicios profesionales’ por toda especificación de actividad. Más delimitados están los veinticuatro comercios dedicados a vehículos (compra-venta, recambios, reparación). O los tres para ‘carburantes’ (o sea, estaciones de servicios).
Conclusiones turísticas
Un tanto más brumoso resulta lo de ‘finanzas y gestión’ (gestorías, inmobiliarias, seguros), con 52 resultados consignados en el momento de la elaboración de este artículo. A 106 nos subimos con los establecimientos de hogar y decoración (lo que incluye materiales de construcción, electricidad, fontanería, así como carpintería, herramientas varias o decoración). Hay 33 para informática, imagen y sonido, y dieciocho mayoristas (almacenes de diversos productos).
Los comercios de ocio, deportes y aficiones (que incluyen también boleras, gimnasios o jugueterías) suman treinta, y 102 los de salud y ocio (clínicas, ópticas, ortopedias…). Administraciones de lotería, estancos y salones de juego, finalmente, quedan encuadrados en el epígrafe ‘tabacos y loterías’, con dieciocho firmas. Aunque pudieran no estar todos, resultan las cifras, de todas formas, lo bastante significativas como para darnos cuenta la importancia de los servicios, especialmente turísticos y del hogar. Mar y comercio, quién da más.