Cada localidad tuvo su comienzo: unas hunden sus raíces en pantanosos pretéritos (la huella del mítico, pero real Golfo de València sigue aquí) y otras se crearon como ciudades-dormitorio, pero lo cierto es que el área metropolitana de València, anillo saturnino en torno al ‘cap i casal’, cuando no directamente conurbado con él, conforma hoy un leviatán interurbano de 45 municipios, aparte de la capital y sus pedanías.
Anotemos 1.609.856 personas censadas distribuidas en 628,9 kilómetros cuadrados, con una densidad media de 2.514 habitantes por kilómetro cuadrado. Claro, tanta gente tendrá que moverse. Según recuentos varios y prepandémicos de la Generalitat, en esta zona se daban, diariamente, nada menos que 4.878.430 desplazamientos, unos 2,59 por persona y día. Un cuarenta por cien de los aproximadamente doce millones diarios en la Comunitat Valenciana.
Las interconexiones
Esto puede devenir, si te descuidas, en un caos sin nombre ni final. Que precisa de una generosa urdimbre de transportes compuesta por distintos tipos de viales, además de ferrocarriles (de la Generalitat y de la Renfe), que unan a las poblaciones entre sí, a estas con la capital y a todos con el aeropuerto de Manises o los puertos comerciales de Port de Sagunt, València y Gandía.
Aparte de los deportivos, en las localidades citadas, y en Canet d’en Berenguer, La Pobla de Farnals, Port Saplaya, El Perelló, Cullera y La Goleta (incluimos aquí tanto los del área metropolitana como los que podríamos anotar como la de influencia de esta). El armonizar eso comenzó a concretarse en 1991 con la Ley de Ordenación del Transporte Metropolitano. Un primer paso al que iban a seguir bastantes más.
Se dan 4.878.430 desplazamientos diarios en la zona
Desde tiempos romanos
¿Era necesario? La constitución del área metropolitana, como ya vimos (‘Los populosos anillos de Saturno’, agosto de 2023), ha sido un largo proceso que prácticamente arrancó con la misma fundación, allá por el 138 a.C., de la colonia Valentia Edetanorum (valor de los edetanos, de la Edetania: dos terceras partes de la provincia valenciana y el sur castellonense), la actual València capital.
Pero el área metropolitana iba a crecer poco a poco hasta conformar el conglomerado vivencial actual, consolidándose con hitos como los movimientos migratorios del XIX (emigraciones de la huerta, l’Horta, a la urbe, pero también en sentido contrario, desde la metrópoli, sobre todo la periferia) atraídos por el cultivo del arroz. En 1947 se creaba, al respecto, la denominada Corporación de la Gran Valencia, que al desaparecer, en 1983, daba paso al modelo actual.
La autopista del Mediterráneo reedita la romana Vía Augusta
La nueva Vía Augusta
Con tales mimbres, el canasto metropolitano crecía: Alaquàs, Albal, Albalat dels Sorells, Alboraia, Albuixech, Alcàsser, Aldaia, Alfafar, Alfara del Patriarca, Almàssera, Benetússer, Beniparrell, Bonrepòs i Mirambell, Burjassot, Catarroja, El Puig de Santa Maria, Emperador, Foios, Godella, La Pobla de Farnals, Manises, Llocnou de la Corona, Massalfassar, Massamagrell, Massanassa, Meliana, Mislata, Montcada, Museros, Paiporta, Paterna, Picanya, Picassent, Puçol, Quart de Poblet, Rafelbunyol, Rocafort, Sant Antoni de Benaixeve, Sedaví, Silla, Tavernes Blanques, Torrent, Vinalesa y Xirivella.
La autopista del Mediterráneo (AP-7, desde Cádiz hasta la frontera con Francia, era la antigua A-17 que debía dar continuidad a la A-9 francesa, en una especie de reedición de la romana Vía Augusta), puede decirse que iniciada en 1969 con la inauguración entre Barcelona y Granollers, devino en importante cremallera para este entramado. El vial visita incluso municipios metropolitanos como Alcàsser o Picassent.
En el 2000, se creaba la Entidad del Transporte Metropolitano
Carreteras y autovías
También, y a la espera de que se interconecte toda la AP-7, ayuna aún de algunos tramos, otras carreteras, como la autovía del Mediterráneo (A-7), que conecta Algeciras con Barcelona, y en este caso une València y Alicante, sirven para ello. Agreguemos también las paradas de Metrovalencia, puesto en marcha a finales del XIX, con diecisiete paradas, tres de ellas en el área metropolitana.
Para coordinar la maraña, hacían falta iniciativas como la antes apuntada de 1991, que no se iba a quedar ahí. Es que a lo anterior todavía se le suman carreteras interiores como la CV-401 (Alfafar-El Saler), la CV-405 (Torrent-Montroy) o autovía de Torrent (CV-36), que une la A-7 con el ‘cap i casal’, recorriéndose además Aldaia, Alaquàs, Paiporta y Picanya. Y no hablemos ya de caminos, contando solo con los asfaltados.
Planes de movilidad
Se siguió avanzando. Así, en el año 2000 se aprobaba la creación de la Entitat del Transport Metropolità (Entidad del Transporte Metropolitano, ETM). Después de un ramillete de iniciativas más, en 2013 le tocaba el turno al Plan de Movilidad Urbana Sostenible (PMUS) de València, que daría pie a diversos PMUS en el área metropolitana (Alfafar, Catarroja, Manises, la Pobla de Vallbona, Paiporta, Paterna, Picassent, Puçol, Quart de Poblet, Silla, Torrent y Xirivella).
Todo ello desembocaría en iniciativas aún más englobadoras, como el Pla Bàsic de Mobilitat de l’Àrea Metropolitana de València (Plan Básico de Movilidad del Área Metropolitana de Valencia), aprobado el 29 de noviembre de 2018 y aún en activo. Encontrándonos ante la tercera zona de este tipo de España (tras Madrid y Barcelona), no habría de sorprender que sí, que sean necesarios tales esfuerzos.