Entrevista > Javier García Martínez / Químico (Villamediana de Iregua, La Rioja, 9-enero-1973)
El catedrático Javier García Martínez acaba de ganar el Premio Nacional de Investigación ‘Juan de la Cierva’ otorgado por el Ministerio de Ciencia y la Casa Real. Este gran éxito consolida a este investigador -riojano de nacimiento pero residente en Alicante desde niño- como uno de los más distinguidos químicos a nivel español e incluso internacional.
Actualmente dirige el Laboratorio de Nanotecnología Molecular de la Universidad de Alicante (UA), preside la Unión Internacional de Química, y es miembro del consejo de tecnología del Foro Económico Mundial de Davos entre otros muchos méritos curriculares.
¿Por qué te dio por ser químico?
Siempre lo he querido, incluso antes de saber lo que era la química (risas). Ya desde pequeño hacía experimentos y explosiones. Recuerdo que compraba todo tipo de sustancias en la droguería Coloma de la calle San Francisco para hacer mis pruebas.
Al final acabé descubriendo que lo que me decían que eran trastadas… en realidad era una profesión. En el fondo me sigo dedicando a lo mismo, solo que ahora con un poco más de sentido común y equipamiento.
«Con la nanotecnología otorgamos nuevas atribuciones a los viejos materiales»
Ya de adulto te especializaste sobre todo en la nanotecnología…
Sí, es una rama que nos permite realizar cosas completamente nuevas. Hasta hace poco pensábamos que las sustancias tienen sus propiedades por lo que son, sin embargo ahora hemos aprendido que modificando la estructura de los materiales podemos cambiarlas radicalmente.
Por ejemplo, siempre hemos utilizado el carbón para quemarlo, pero recientemente hemos descubierto que extrayendo láminas conseguimos grafeno, lo cual tiene muchísimas aplicaciones tecnológicas. Hacer cosas nuevas con materiales viejos es algo que me fascina, y que además abre muchas aplicaciones comerciales y oportunidades de mercado.
De hecho ya has registrado cincuenta patentes e incluso montaste tu propia empresa de materiales químicos. ¿Quizás tu descubrimiento más emblemático son los catalizadores para reducir el CO2?
Es que la nanotecnología es una revolución científica que nos ha abierto posibilidades infinitas con los materiales, e incluso para retos tan grandes como reducir el cambio climático.
El 90% de los procesos químicos utilizan catalizadores, un material que se introduce en una reacción para que vaya más rápido y genere menos residuos. Sin embargo los que usamos hoy en día tienen unos poros muy pequeñitos y las moléculas más grandes tienen dificultades para entrar. Nosotros lo que hicimos fue desarrollar una tecnología que permite una porosidad mucho más grande, lo que llamamos autopistas moleculares. Con esto se reducen muchísimo las emisiones de CO2 y se gana en sostenibilidad.
«Actualmente estamos investigando cómo reducir los residuos del metanol»
¿Nos puedes contar alguna investigación interesante en la que estéis trabajando ahora en el laboratorio de Nanotecnología Molecular?
Son muchas. Por ejemplo estamos probando un prototipo de catalizadores para convertir plásticos en combustibles limpios. También investigamos cómo reducir los residuos en la industria del metanol, dado que en España va a implantarse la fábrica verde más grande de Europa.
Otra de tus muchas funciones es supervisar la tabla periódica. ¿Cuántos nuevos elementos crees que se añadirán en los próximos años?
Aún siendo el presidente de la Unión Internacional de Química, confieso que de estudiante tuve bastantes problemas para aprenderme la tabla de memoria. Sin embargo curiosamente ahora contribuyo a añadir nuevos nombres.
En realidad desde el uranio no hemos puesto ningún elemento natural nuevo, los siguientes han sido todos sintetizados y actualmente los seguimos fabricando cada vez más pesados. Todavía existe ese factor competitivo heredado de la Guerra Fría por el que las grandes potencias quieren dejar constancia de sus descubrimientos poniendo nombres muy nacionalistas, como el moscovio o el nihonio, en vez de reconocer a los científicos.
Lo importante de todo esto es que nos permite entender cuestiones relativistas relacionadas con la materia. Vemos fenómenos nuevos que no se ven con los elementos más ligeros. Por eso tiene todo el sentido que sigamos expandiendo la tabla periódica. Al final no deja de ser el mejor resumen o chuleta del orden del universo, ya que todo lo que existe está ahí. Es algo que si un extraterrestre viniera a la Tierra, lo reconocería.
«La tabla periódica es el mejor resumen del universo»
Enhorabuena por el Premio Nacional de Investigación. A título personal, ¿qué supone obtener este reconocimiento?
Es un premio que han recibido los mejores científicos del país, y me supone un reconocimiento muy importante tanto a mí como al grupo, dado que hoy en día la ciencia ya no la hace una sola persona aislada en una buhardilla. Y al mismo tiempo también lo considero un compromiso con el rigor científico, a fin de cuentas lo mejor que sé hacer es seguir trabajando para encontrar soluciones desde la ciencia a los problemas que tenemos.
Por otra parte creo que este premio significa que para el futuro de la provincia de Alicante será fundamental la generación de conocimiento. Es clave que la ciencia que se desarrolla en nuestras universidades, centros tecnológicos y empresas ayude a convertir nuestro sistema productivo para diversificar la economía.
Sin embargo siempre se dice que en España se invierte muy poco en ciencia…
Lo cierto es que en producción científica jugamos en Primera División, estamos sobre la décima posición la cual se corresponde bien a nuestro PIB. Sin embargo en la innovación, es decir la transferencia del conocimiento a la industria, bajamos a la posición treinta. Y esto ocurre todavía más en provincias como la nuestra. Es fantástico que en Alicante tengamos turismo y construcción, pero a veces se nos olvidan demasiado pronto las lecciones dadas por la crisis de 2008 o la pandemia.
Cabe recordar que una crisis surgida en una empresa estadounidense como Lehman Brothers hizo que se nos cayera la economía en España. Poner todos los huevos en una misma cesta nos supone tener pies de barro y una economía menos resiliente.