Entrevista > Abel Soler / Historiador y filólogo (Albaida, 18-agosto-1972)
El historiador y filólogo, Abel Soler, autor de más de un centenar de libros -en concreto 117-, presentó recientemente ‘Els noms dels pobles valencians’, en el que hace un recorrido de norte a sur por nuestras 888 localidades, incluyendo los 542 municipios propios y los que son pedanías o dependen de otro.
Se trata de un trabajo exhaustivo que demuestra la riqueza lingüística de la Comunitat Valenciana, procedente principalmente de cinco lenguas: ibérica, latina, árabe, bereber y catalano-valenciana. El libro cuenta con una ficha de cada pueblo, indicando sus orígenes, cuándo se fundó y cuáles fueron sus primeros documentos, “que explican la evolución del nombre”.
Soler publicó toda esta información primero en las redes sociales, aunque el éxito inmediato le condujo a una edición impresa. Asimismo, se ha preocupado de conocer qué significa cada localidad, su toponimia, “un patrimonio remarcable de nuestra cultura” y la etimología, determinante en muchos casos la popular.
¿Siempre quisiste escribir?
Sí, teniendo en cuenta que no soy escritor, que es el que elabora ficción. Soy historiador, me gusta más la historia, porque muchas veces la realidad supera ampliamente la ficción.
Me dedico a realizar todo tipo de productos culturales para ayuntamientos, mancomunidad o diputación sobre geografía, historia, turismo…
Acabas de publicar ‘Els noms del pobles valencians’.
Así es, ¡mi libro número 117!, como autor y coautor de historias locales. Es el resultado de toda la información que he acumulado a lo largo de estos años.
Me fascina la toponimia, rama de la filología e historia que exige aplicar amplios conocimientos para conocer el origen y el significado de los lugares.
«Los nombres de los pueblos son un patrimonio nuestro intangible; conviene preservarlo»
¿Qué has descubierto?
Ya sabía, por ejemplo, que los nombres de los pueblos son un patrimonio intangible -lingüístico e histórico- de los valencianos que conviene preservar. Como cualquier patrimonio, los nombres, conservados durante siglos, se pueden estudiar, conservar y restaurar.
Si los valencianos nos extinguiéramos o fuéramos expulsados -como los moriscos en 1609- vendría otro pueblo e incorporaría otros nombres al paisaje.
¿Cuál es la acogida que está teniendo?
He hecho diferentes presentaciones, en pueblos pequeños (Gaianes, Fageca…), aunque realmente el libro fue un experimento que empecé a publicar en Facebook.
Eran entradas breves, divulgativas, que agradaron mucho sobre qué quiere decir Gandía, Xàtiva o València. Fueron numerosos los que lo compartieron, y decidimos pasarlo a papel.
¿Cómo lo has ordenado?
Por comarcas, de norte a sur -también alfabéticamente-, con datos de todos los municipios, incluso los más pequeños, pedanías, numerosas en zonas como Utiel-Requena u Orihuela.
A día de hoy dependen de otras localidades, pero muchos de ellos son históricos, como es el caso de La Torreta de Canals o Benifaraig, Carpesa y Borbotó, estos tres últimos absorbidos ahora por València.
«El libro gusta mucho a quienes quieren conocer qué significa Xàtiva, València o Gandía»
Cuéntanos qué nombres son los que más te han sorprendido.
La pequeña población de Eslida, en la Plana Baja, por ejemplo, procede del bereber o amazigh y quiere decir ‘la abeja reina’. Antiguamente se dedicaban a producir miel y curiosamente cuando fui allí me regalaron un bote de este producto.
¿Otros nombres por qué se repiten?
Todo tiene su lógica histórica. Tenemos el caso de Quatretonda y Quatretondeta, situados en comarcas de montaña distintas, pero no excesivamente alejadas.
Como es lógico pensar, los dos comparten etimología: del latín corte (corral) y tunda (esquileo). En ambos lugares se reunían los pastores para esquilar, en abril.
¿Lo fundaron los mismos?
No necesariamente, aunque compartan el mismo nombre latino, ‘Corte tunda’, que se arabizó como ‘Quart at-Tunda’, Quartatonda en escritos medievales.
Después está la etimología popular, que atribuía el nombre a ‘las cuatro casas de Tonda’, que sería el nombre de un señor de la zona. En Montaverner, por poner otro caso, dicen que cuando Jaime I visitó el lugar le dieron un vaso de vino en la taberna y exclamó “¡Bon taverner!”, y de ahí surgió el nombre.
«Por comarcas, de norte a sur, y alfabéticamente, están ordenados los 888 municipios»
Parecido a lo de ‘esto es or, xata’ (horchata).
Exacto, son falsas etimologías o pseudoetimologías (populares). Tenemos miles de patrones en nuestra tierra: pic y una caña, Picanya; o un pal y una porta, Paiporta.
Eso es lo primero que nos dicen en los pueblos, pero si investigas un poco más puedes llegar a averiguar un significado más lógico.
¿‘Beni’ es ‘hijo de’?
Sí, ha dado mucha toponimia árabe en la Comunitat Valenciana, al igual que ‘al’, artículo determinante. En íbero el prefijo ‘ili’ (ciudad) aparece en ‘Ilike’ (Elche).
Alicante procede del latín ‘Lucentum’, pronunciado ‘Lukénto’ en latín vulgar y filtrado por el griego ‘Loukénton’, que los árabes oyeron como ‘Laqant’.
¿Tan enorme es nuestra riqueza lingüística?
Sin duda, es como un yacimiento arqueológico compuesto de capas y capas de civilizaciones anteriores, acumuladas y mezcladas en el paisaje durante siglos.