Entrevista > Miguel Redondo / Emprendedor (Córdoba, 15-marzo-1962)
La soledad, especialmente en las personas mayores, es uno de los males endémicos de nuestra sociedad. A diferencia de generaciones anteriores, ahora a nuestros ancianos en muchas ocasiones se les ‘abandona’ porque parece que estorban, habiendo sido pilares fundamentales en nuestro crecimiento y formación.
En España existen nueve millones de ancianos, lo que supone alrededor del 19% de la población total. Muchos precisan asistencia o la necesitarán en un futuro cercano, pero los vaticinios son más alarmantes, debido a que el número de personas mayores no dejará de crecer.
¿Qué debemos hacer? ¿Cuáles son las medidas que tendríamos que tomar? Miguel Redondo nos dará su versión frente a esta cruda realidad y nos desvelará los detalles de su proyecto ‘Quina dona’, que arrancó en 2010 con el objetivo de brindar asistencia a domicilio a aquellas personas que lo requieran.
“La vida se alarga cada vez más”, expresa entre satisfacción y resignación este emprendedor de origen cordobés que lleva en nuestro municipio más de medio siglo. “Cada año atendemos a una media de más de 100 personas”, nos avanza seguidamente.
¿Cuál es su formación profesional?
Mi padre estuvo más de diez años trabajando en Suiza, y cuando regresó a España pensó que la familia tendría más posibilidades de crecimiento en València, donde vivía uno de sus hermanos, y nos trasladamos siendo yo pequeño.
Inicié mis estudios en la Escuela de Comercio de València y después me formé en dirección en ventas y marketing. Acto seguido trabajé durante dos décadas y media en la multinacional suiza, Novartis Farmacéutica, donde el aprendizaje era continuado, lo cual me aportó un gran valor y notables conocimientos, fundamentales en mi vida profesional.
¿Esos conocimientos fueron determinantes para crear ‘Quina dona’?
Por supuesto. En Novartis hay numerosas divisiones, lo que hace que debas trabajar con distintas disciplinas y equipos de personas (a veces de otras nacionalidades). Eso enriquece muchísimo y no paras de emprender, debido a que estás desarrollando nuevos proyectos continuamente.
Siempre hay nuevos retos y lanzamientos, y mejorar dentro de la empresa es decisivo y hasta obligatorio.
¿En qué momento decidió tomar su propio camino?
La vida, cuando llevas muchos años en un proyecto, no es fácil, en el sentido de que nos pone retos. Novartis decidió desprenderse de la división en la que estaba. Esta se puso en manos de una empresa de capital riesgo, que tenía el objetivo de sanear y promocionarla, para después poder venderla.
Trabajamos cuatro años, conscientes que el fin era la venta, como sucedió, a una multinacional japonesa. Entre sus condiciones estaba cerrar y unificar las plantas de producción en Europa y aligerar al máximo posible el personal. Fue en ese instante cuando me propusieron salir y, después de analizarlo, lo vi como una oportunidad para iniciar nuevos proyectos.
«‘Quina dona’ es una necesidad, la de las personas mayores que precisan unos servicios»
¿Crea entonces ‘Quina dona’?
Sí, en 2010, tras un par de años más de formación, que me permitieron ordenar los conocimientos y experiencias de mis últimos veinticinco años y reflexionar sobre un nuevo enfoque profesional.
Hice un máster en ESIC de dirección y marketing, que me autoconvenció que contaba con una formación que me podía servir en otros proyectos.
Por ejemplo, ‘Quina dona’. ¿Pero exactamente qué es?
Una necesidad del mercado, en este caso la de las personas mayores, que precisan de unos servicios, los que nosotros les proporcionamos.
Pregunté a muchas personas, a modo de cuestionario, dónde preferirían ser atendidos, si en casa, centro de día, residencia… En un porcentaje muy elevado me decían que les gustaría ser atendidos en casa. Otra cosa es que tengan los medios adquisitivos o no.
¿Qué dificultades tienen las personas de más de cincuenta años que pierden su trabajo?
Muchas. Se habla de que la experiencia es un valor que lo pierdes cuando empiezas a tocar puertas a cierta edad. Se trata de personas con un amplio conocimiento de un mercado local, regional o nacional.
Ahora te sobra experiencia, años y te faltan aspectos que la empresa necesita (juventud). Para esas empresas eres una persona mayor.
«La mayoría de las personas preferimos ser atendidos en nuestra casa, y eso tiene un coste»
¿Cuáles son las consecuencias?
Se debe respetar las decisiones que toma cada empresa, aunque sean dolorosas. Las personas pienso que debemos creer en nosotros mismos, que es lo que te da la fortaleza y lo que transmites a los demás. Uno, de esta forma, podrá demostrar el valor que le da a la empresa.
Otras personas también deben creer en ti.
Si no lo hacen podemos pensar en otras opciones, como la de emprender. Después de intentar reubicarme en el mercado, en el caso de no poder, uno debe confiar en sus conocimientos, formación y tenacidad para abrirse un camino por sí mismo, aunque no es sencillo.
¿Por eso anima a autoanalizarse?
¡Claro! Tras salir de Novartis lo primero que hice fue autovalorarme, poner en orden todo mi aprendizaje y, al menos, tener clara cuál puede ser mi capacidad. Tú mismo sabes entonces el punto en el que partes.
Por eso, después de muchos años haciendo lo mismo, es clave hacer esa parada, hacer una reflexión y análisis para ordenar mi trayectoria profesional.
«Las personas debemos creer más en nosotros mismos; te da fortaleza y es lo que transmites»
Autoanalizarse no es sencillo.
Es lo que necesitamos para una profunda reflexión, sobre las mencionadas capacidades o conocimientos. Además, la persona que te va a ayudar a encontrar un nuevo trabajo debe resaltar tus fortalezas. De este modo iniciamos una nueva etapa en la vida, que por otro lado no es fácil, por la edad.
¿El apoyo familiar es importante?
Es indiscutible. Sin duda, para tener un orden en la vida, la familia es un pilar muy importante. Necesitas su apoyo; en mi caso, la familia ha sido decisiva y el nombre de ‘Quina dona’ no es al azar. Se refiere a mi mujer, de nombre Joaquina, a la que todos en Alfafar llaman ‘Quina’, una persona muy conocida y extremadamente querida.
¿En qué consisten sus ayudas a domicilio?
En una personalización de la atención de cada cliente. Puede ser una persona que necesita una ayuda a primera hora de la mañana: levantarla, asearla, desayuno, medicación o que pueda ir al baño.
«Tras muchos años haciendo lo mismo, es clave parar y hacer una reflexión sobre tu trayectoria»
¿Y otros más complejos?
Uno de nuestros casos, por ejemplo, es el de una señora mayor con Alzheimer, que vive sola; su marido ya falleció y su hijo reside en París por cuestiones laborales.
Esa señora necesita una persona con ella las veinticuatro horas los 365 días del año. Contamos con unas profesionales que se van relevando.
¿Cómo asumen la muerte las personas mayores?
Cualquier persona de nuestro entorno siempre nos dirá aquello de “dentro de lo que cabe, soy joven”, aunque tenga 75 años. Tendemos a mirar a otros que están peor que nosotros y nos vamos autoconvenciendo que la juventud cada año dura más.
Yo mismo, que tengo 62, no me veo tan mayor, aunque si pienso en mis padres u otras personas cuando tenían mi edad, lo eran.
¿La forma de afrontar la muerte es la correcta?
Hablar de la muerte es tabú en la sociedad occidental y si sacamos el tema, se intenta cambiar. Ninguno quiere reconocer que va a llegar, así como enfermedades y situaciones complejas.
Además, en la actualidad hay muchísimas personas con ochenta u 85 años, porque la longevidad ha aumentado, y siguen estando bien de salud.
«Hablar de la muerte es tabú: no gusta hablar de algo que va a llegar y cambiamos de tema»
Hablemos, en ese sentido, de la soledad de esas personas mayores.
La sociedad no queremos entrar ahí, no queremos verlo, cuando décadas atrás nuestros padres probablemente atendieron a los suyos. Era una cultura generacional. Esto se ha roto; hoy el ser mayor no es bonito, a nadie le gusta tener a un anciano cerca. Lamentablemente esto es así.
Si estos ancianos ayudan -llevando a los nietos al colegio, por ejemplo- son bien vistos, pero cuando llega la parte dura de la vida, los problemas, no disponemos de una habitación donde puedan quedarse.
¿Estorban?
No sé si es la palabra adecuada, pero lo cierto es que anteriores generaciones convivían en un mismo domicilio abuelos, padres y nietos. Hoy es más extraño, porque la sociedad ha cambiado: es necesario que trabaje la pareja y los hijos ser atendidos por abuelos o en la guardería.
Cuando vienen complicaciones para los abuelos, la mayoría tienen que ser atendidos en sus casas, con o sin recursos, debido a que con frecuencia no quieren invertir lo que han ahorrado. Si nos falta tiempo para nuestros hijos, ¿lo vamos a tener para nuestros padres? Muchas veces le damos más espacio a la mascota que al abuelo. Mis palabras pueden sonar duras, pero lo veo habitualmente.
¿Hay solución a este mal endémico?
Sí, a través del voluntariado. Visitan a personas que puedan estar en esas condiciones (soledad o depresión) para animarlos, intentar inculcarles formas de atención, cuidado…
Pero en ocasiones incluso las propias familias lo rechazan, por desconfianza o por el qué dirán, “si a la mamá o al papá les hemos abandonado”.
¿Ese abandono cómo les afecta psicológicamente?
Hay un porcentaje bastante alto de ancianos en depresión. Viven en un mundo que se resume a poco más de cuatro paredes, recibiendo alguna visita de vez en cuando. Están un tiempo en compañía, pero el resto del día viven en soledad.
«A día de hoy el ser mayor no es bonito y a nadie le gusta tener a un anciano cerca, en casa»
Opciones tienen: clubes sociales, series, libros, películas…
Por supuesto que hay medios que nos ayudan a suavizar esa soledad. Ir a centros en los que hay personas de su edad les permite también sociabilizar con los que están en una situación muy pareja.
El comercio pequeño les hace, del mismo modo, relacionarse con otras personas, a la hora de comprar el pan o el periódico, y conoces mejor tu entorno.
¿Los casos extremos podrían llevar al suicidio?
Hasta tal punto no soy capaz de hacer esa afirmación, pero sí hay un momento en la vida en la que te puedes sentir una molestia para los que te rodean.
Eso te hace sentir mal, estar en una fuerte depresión y quizás no querer seguir viviendo. Algunos, en su última parte, desean morir.
Es muy cruel para ellos, tras ser el pilar de esa familia.
Exacto. Insisto, si eres un mayor que ayuda, en cualquier aspecto, eres bien visto. Pero si estás enfermo y eres una carga, el desgaste para todos es altísimo.