Entrevista > Alex Pérez-Cejuela / Artista (València, 27-octubre-1995)
Alex Pérez-Cejuela, artista por los cuatro costados, sobrellevó durante años aspectos que le incomodaban, como la relación que tenía con su nombre anterior. “Tomé consciencia de ello estando profundamente insatisfecha”, releva, con unos problemas de identidad que le impedían incluso llevar una vida normal.
Creó entonces el personaje de ‘Super-Álex’, un alter ego, “un refugio”; y comenzó a presentarse con el nombre neutro de Álex en los círculos artísticos. Sin embargo, poco después se dio cuenta de que siempre había sido ‘Super-Álex’, no ese personaje que había elaborado de forma inconsciente.
Alrededor del Mundo
Estudió Comunicación Audiovisual en la Universitat Politècnica de València (UPV), en Gandía, principalmente porque le interesaba la producción musical. Llegó a tocar en alguna banda de rock y también tiene formación en clarinete y piano (que sigue practicando). Pero mientras avanzaba en la carrera fue aproximándose a la imagen, haciendo fotografía, videos y cine.
Son muchos los proyectos que ha realizado o tiene pendiente, como muestras en Madrid, Polonia, México o Nueva York, donde reside actualmente. También sorprenderá próximamente con su talento en Los Ángeles y Chile, antes de regresar en julio a la capital de España, ciudad que considera su casa.
«Ahora mismo me estoy descubriendo, sin miedo y sin preocuparme dónde me va a llevar»
¿Ahora eres más feliz?
Muchísimo más, teniendo el apoyo incondicional de mis padres. Les costó un poco más el cambio de nombre, por un fuerte arraigo familiar.
El cambio, además, ha sido progresivo; la primera vez que me presenté como Álex fue poco antes de las Navidades de 2022.
¿Habrá más permutas en tu vida?
Ahora mismo diría que no, pero no al cien por cien. Por ejemplo, hace un año pensaba que no utilizaría los pronombres ‘elle’ y ahora lo hago con naturalidad.
Todo forma parte de un proceso en el que me estoy descubriendo sin miedo y sin preocuparme dónde me va a llevar.
¿Artista desde cuándo?
Llevo toda la vida haciendo arte. No sé si nací artista, pero me ha interesado desde siempre: escribiendo, dibujando, haciendo fotos desde los trece años… En la cámara encontré un medio de expresión.
Mis referentes iniciales eran musicales, como ‘Greenday’, aunque la propia vida te va conduciendo a nuevos.
«Trabajo en diferentes formatos, aunque lo que importa es lo que quiero o necesito contar»
¿Qué pasó en Poznan?
Escogí realizar el año de Erasmus en Polonia, en 2017, pues siempre he tenido una fuerte vinculación con las culturas eslavas y sus idiomas, que me encantan pese a su complejidad.
En Poznan, donde vivía, estaba en una universidad puramente de arte y tenía muchísima libertad para desarrollar mis proyectos. No iba a clase, sino a tutorías, y produjeron en mí un cambio en mi perspectiva, de poder hacer cosas no solo para un cliente, sino también para mí. Descubrí asimismo la fotografía analógica, la química, que me enamoró: ver los procesos del laboratorio, cómo aparece la imagen en el papel.
¿Cuál es tu estilo?
Trabajo con diferentes medios -fotos, vídeos, escritura, performance…-, porque sobre todo me importa qué quiero o necesito contar. Decido entonces cómo lo puedo explicar, creando de esa forma.
Mi arte es confesional, hablo de mis vivencias propias, pues compartir la intimidad es una herramienta superpoderosa para desarmar a las personas. No esperan observar algo tan personal e íntimo; les impacta, les emociona y, a la vez, les gusta al conectarles con experiencias propias similares a las mías.
¿Es interseccional?
Sí, porque todo está muy conectado. Uno piensa, cuando tiene una idea, que se ha creado de forma independiente, pero no es así, estamos unidos por hilos invisibles.
Anteriormente me ocasionaba inseguridad crear este tipo de cosas, pensaba ¿a quién le va a importar lo que me ha sucedido? Pero finalmente llegas a la conclusión que sí interesa, porque la experiencia humana es universal.
«En la exposición ‘Surcos’ hice un homenaje a mi familia materna, sobre todo a mi abuelo»
Háblanos de la exposición sobre tu árbol genealógico.
Fue la rama materna, el de mi padre será un trabajo para más adelante. Esta exposición, ‘Surcos’, resultó un proceso larguísimo, de dos años, con infinidad de vertientes. Residía en Madrid y pensé en la pandemia, en ese momento de histeria colectiva, que no iba a volver a verlos más. Vislumbraba su muerte -especialmente la de mi abuelo, Enrique López, y mi madre- sin yo haberles hecho un buen retrato.
¿Fue como un homenaje?
Así es, un deseo profundo que pude llevar a cabo a mi regreso a València, en verano de 2020. Me sirvió también de catalizador, investigando al mismo tiempo sobre mi familia y mi propia identidad.
¿Qué estás haciendo en Nueva York?
Trabajo como profesore de fotografía y he logrado hacer varias exposiciones. En una, colectiva, mostré ‘Autorretrato como San Sebastián’, que tanto significa para mí.
Está siendo una experiencia única y en junio celebraré un festival de performance llamado ‘Jornada de Puertas Abiertas’, en casas particulares.