Alejandro Parreño / Cantante y compositor
A Alejandro Parreño (València, 10-enero-1978) le descubrimos en la primera edición de ‘Operación Triunfo’ (OT), la original, la de Rosa López, David Bisbal, David Bustamante, Chenoa y tantos otros. Pero el talento del cantante y compositor valenciano va mucho más allá, como ha demostrado durante más de dos décadas.
Conserva con gran cariño el recuerdo de esa etapa, especialmente el periodo en la Academia, “donde no paramos de aprender, disfrutando muchísimo”. También de la multitudinaria gira, con llenos en míticos escenarios de nuestro país (Santiago Bernabéu, Palau Sant Jordi, Plaza de Toros de València…) y los miles de anécdotas que sucedieron. “Las mejores no se pueden desvelar”, confiesa.
En sus mejores momentos
Ahora, en uno de sus mejores momentos -personal y profesional- presenta el single ‘Esto no es amor’, que pertenece al disco ‘Infinito’. “La idea es ir lanzando paulatinamente cada uno de los nueve temas”, explica orgulloso, con una sonrisa.
También queremos que nos cuente cómo fueron sus inicios musicales, de la mano de su padre (Mariano) y de su hermano mayor (Gonzalo), ambos tristemente fallecidos, y su etapa en Londres, donde trabajaba y llegó incluso a tocar en el metro “para ganarme un sobresueldo”.
«No habrá gira del disco, pero sí conciertos en pequeñas salas, como ‘Imágenes Club’ el 1 de junio»
¿Qué es ‘Esto no es amor’?
Es un tema que lo compuse hace tiempo, basado en la melancolía y pensando en algo que no me había sucedido. Me pasó más adelante, precisamente, sufrir una relación que es tóxica, en la que intento huir. Habla de darse cuenta de dónde estás, en una relación que no avanza.
¿Esa canción te ayudó a afrontar los hechos posteriores?
Me di cuenta pronto que me estaba pasando a mí. Me valió, como también a otra mucha gente que me han expresado que sufrieron una historia parecida y les encanta escuchar mi canción.
Está incluido en el disco ‘Infinito’.
Exacto, un disco que son nueve temas y que iba a salir en 2019, tras sendos adelantos: ‘El mundo que no conocí’ y la propia canción ‘Infinito’.
Cuando nos disponíamos a sacar el tercer single vino la pandemia, que paralizó todos los planes. Hemos optado ahora por presentarlos individualmente, porque en cada tema hay mucho trabajo detrás y debido a que ya no se venden prácticamente discos.
¿Tienes la idea de lanzar después el disco?
Sí, haremos una pequeña tirada de copias físicas para que lo puedan tener en casa los que me siguen de siempre y lo quieran firmado.
¿La pandemia te sirvió para crear o fue más un parón artístico?
Ninguna de las dos cosas, sobre todo porque al encerrarnos en casa no estábamos solos. Pude disfrutar más de mi hijo, por entonces de cinco años, y mi pareja.
Fue un tiempo más para ver dibujos animados con el pequeño, juegos de mesa, bailar en casa, tocar la guitarra… Recuerdo, eso sí, que compuse varias canciones, que se vieron después por YouTube.
¿Va a haber gira de ‘Infinito’?
Gira como tal, no, pero sí conciertos (acústicos) en salas pequeñas, que es donde más me gusta actuar, sientes más el calor del público. El 1 de junio estaremos en ‘Imágenes Club’, en València.
«Sin duda, estoy en uno de mis mejores momentos, tanto personal (muy enamorado) como profesionalmente»
¿Se puede decir que estás en uno de los mejores momentos de tu carrera?
A nivel personal estoy bien, después de sufrir duros golpes en la última década, como fueron los fallecimientos de mis hermanos Gonzalo e Inma y de mi madre, Concha.
Tengo un hijo maravilloso, soy una persona tremendamente positiva y me encanta tanto la vida como mi trabajo. También estoy enamorado, asentado y vivo mucho más tranquilo respecto a la vorágine de hace unos años.
¿Qué te inspira para componer?
Al igual que otros muchos autores, escribo más y mejor cuando estoy fastidiado. Depende también del estado de ánimo o de si compones con alguien, que surgen entonces canciones más animadas.
Habitualmente me gusta componer solo, por la noche, cuando te llega más la melancolía, temas medios tiempos, baladas…
Por cierto, ¿Alejandro o Alex?
Mis amigos de toda la vida me llaman Alex, pero en Operación Triunfo ya había uno (Casademont), que fue una auténtica pena que nos dejara, y me pusieron Alejandro para diferenciarnos.
Alex Casademont tenía mucha vida, mucho que ofrecer y era tan alegre y terremoto como se veía.
Hagamos un viaje en el tiempo, a tus inicios, ¿qué ambiente musical viviste?
Tuve la suerte de ser el pequeño de cuatro hermanos, en el seno de una familia muy melómana, especialmente mi padre: nos despertaba por las mañanas escuchando canciones, entre otros, de Frank Sinatra, Abba, Queen, The Beatles, Supertramp, Jackson Five o Boney M.
Además, él tocaba la armónica y la guitarra, y yo pasé por los gustos musicales de cada uno de mis hermanos: The Cure, Guns & Roses…
¿Parte de tus influencias proceden de ese periodo?
Pienso que sí. Recuerdo cantar de pequeño en inglés -chapurreándolo, porque no tenía ni idea- pues mi padre me ponía sobre todo The Beatles. Las melodías se me quedaban y las cantaba cómo podía, inventándomelo (ríe). A partir de esa época el inglés me entra mejor también.
A los 14 años Gonzalo me enseñó a tocar la guitarra y poco después fue la primera vez que canté en público, ‘Noelia’, de Nino Bravo.
También tuviste un periplo en Inglaterra.
Estuve antes en un grupo que se llamó ‘Blues Devil’, que hacíamos diferentes versiones de blues y rock, desvirgándome en las salas pequeñitas. Poco después, con 18-19 años, marché a Londres, a trabajar y mejorar el inglés, un poco a la aventura.
«Mi padre nos despertaba todas las mañanas con música de The Beatles, Queen, Abba, Boney M…»
¿Tocabas en el metro?
Sí, acababa de trabajar en una cafetería y me iba a tocar la guitarra en el metro, sacándome un buen extra. No tenía ningún tipo de permiso y cuando venía el guardia me pasaba a otra estación.
Hablemos de ese torbellino llamado OT. ¿Te molestaba que te llamaran ‘triunfito’?
Para nada. Siempre he sido muy agradecido de dónde vengo, aunque hubo gente que quizás le dio rabia que saliéramos de un concurso de televisión.
¿Hasta qué punto te cambió la vida?
Totalmente. La música pasó de ser un ‘hobbie’ a trabajar en ella, que es lo que me gusta, durante más de veinte años.
Me cambió la vida a mejor. Tenía diferentes trabajos, porque desde los catorce años hice de todo, también porque mi padre había fallecido y quería ayudar a mi madre, que estaba sola con cuatro hijos.
¿Eráis conscientes que estabais cambiando el panorama musical del país?
En absoluto. Éramos unos chavales metidos en un concurso y no supimos nada del exterior hasta que salimos.
Lo que hacíamos era disfrutar como críos dentro de la Academia, como si fuera un albergue, aprendiendo también muchísimo. Nos levantábamos a las ocho y teníamos clases de canto, interpretación, ensayábamos la canción que nos tocaba la siguiente gala…
Era una academia de verdad, televisiva, pero de verdad y acabábamos reventados por la noche.
¿La inmediata gira fue tan loca como pareció?
España se había vuelto loca con nosotros, un fenómeno que fue increíble e histórico, que nadie esperaba, ni TVE ni Gestmusic ni, por supuesto, nosotros.
Llenamos el Bernabéu dos días seguidos, al igual que la Plaza de Toros de València (tres), el Palau Sant Jordi de Barcelona o el Estadio de La Cartuja de Sevilla. Fue algo que no había pasado desde U2 en los años ochenta y algo ‘locos’ si nos volvimos un poco al principio.
¿Alguna anécdota que se pueda contar?
Las mejores no se pueden explicar (ríe). Firmamos pechos y nalgas, te tiraban peluches con sus números de teléfono. Sí puedo contar, por ejemplo, que la reina me hizo una medio cobra.
«La gira de Operación Triunfo fue una locura, llenando días consecutivos escenarios míticos del país»
¿Sofía?
Sí, fuimos a una recepción a La Zarzuela, con motivo de un disco que grabamos para Disney, y ese dinero iba destinado a la Fad, la lucha contra la drogadicción.
Estaba la reina, que nos recibió, y yo no tenía ni idea del protocolo a seguir. En lugar de darle la mano y hacerle un gesto de reverencia, le fui a dar dos besos, me apartó la cara, pero se los di. ¡Todos se quedaron con unas caras!
¿Dentro de la Academia eras el filosófico?
No, lo que sucede es que relativizo mucho las cosas. Desde que entré no me creía nada de lo que estaba pasando, era como un sueño hecho realidad y ¡flipaba con todo lo que me sucedía!
Cuando saqué mi primer disco fui de los pocos en ser número uno de los ‘40 Principales’, una lista mítica de toda la vida. ‘Ellas’, además, fue Disco de Platino, con más de 100.000 copias vendidas en apenas una semana.
No me lo podía creer, me costaba digerirlo en ese momento y me dejaba llevar, por eso quizás lo disfruté tanto. Estuvimos en la India, Eurodisney, los Premios TP, grandes conciertos, en numerosos programas de televisión, viendo a toda esa gente que tanto conocía desde pequeño.
¿Qué relación tienes con tus compañeros hoy en día?
Muy buena, siempre me he llevado genial con todos. No me gusta meterme en la piel de nadie y mucho menos hablar más de ninguna persona. Tengo cero envidias, me alegra ver los éxitos de los demás.
No me considero excesivamente ambicioso. Mi ambición es ser feliz, ya tengo bastante con lo que me ha pasado en la vida, lo bueno y malo.
Colaboraste después con Bisbal, Chenoa o Tenorio.
David, al que le tengo mucho cariño, cuando vino a València se acordó de mí y cantamos juntos en la Plaza de Toros, que por supuesto fue una alegría y un honor.
Es gente que admiro, igual que Chenoa -con la que canté un tema en el segundo disco, compuesto por mi hermano- o Manu Tenorio, un gran músico.
¿‘Nómada’ fue la banda que formarte con Gonzalo?
Sí. Los dos primeros discos fueron como ‘Alejandro Parreño’ y la fama es algo que nunca he perseguido, prefiero el reconocimiento.
Por eso, junto a Pablo Torres, creamos una banda, en la que todos los temas eran más míos. Sacamos un disco fantástico que fue más un experimento y gustó mucho.
Finalmente, ¿después de ‘Infinito’ qué?
Seguiré componiendo, por supuesto.