Al final, en la lápida de Groucho Marx (1890-1977) no pone ‘Perdonen que no me levante’, como el propio cómico y actor quería, pero visitar donde se guardan sus cenizas, en el cementerio judío Eden Memorial Park, en Mission Hills (la del valle de San Fernando, en Los Ángeles), es ruta obligada para muchos. Como el pasearse por el camposanto londinense, repleto de científicos, escritores, filósofos o políticos victorianos, de Highgate.
Allí, además, la Hammer Films, arquetipo de estudios cien por cien británicos (aunque los fundaran empresarios españoles, la familia Carreras), rodó muchas de vampiros, fantasmas y lo que hiciera falta. Pero realmente visitar una necrópolis (imaginar, a partir de unas breves fechas y alguna foto, las vidas que allí reposan) no deja de tener su punto. Que también puede ser histórico, instructivo, como en la Ruta del Silencio en València.
Las dos propuestas
Hay dos rutas ‘silenciosas’ en la Comunitat Valenciana propuestas por ‘touroperadores’ y guías de viaje en general; una de ellas, en busca de la ‘paz interior’, con monasterios como San Jerónimo de Cotalba, en Alfauir, o Santa María de la Valldigna, en Simat de la Valldigna (ambos en La Safor), y parajes naturales como la Albufera (l’Horta Sud y la Ribera Alta y Baixa), la sierra Calderona (compartida entre València y Castellón) o la Font Roja (l’Alcoià).
Nos interesa ahora la otra, la que transcurre en el cementerio general del ‘cap i casal’, inaugurado en 1807 tras construirse a partir de los trazos de dos grandes arquitectos (que al mismo tiempo eran los municipales): Cristóbal Sales Gutiérrez (1763-1806), quien a los veintiún años ya fue nombrado arquitecto mayor de la ciudad de València, y Manuel Blasco Vergara (1764-1825), dotado, por cierto, de un gran dominio de la ingeniería.
Este paseo por el paisanaje histórico aparece trufado de nombres famosos
Varios recorridos
Los creadores de lo que denominan el Museo del Silencio han dividido su recorrido, guiado por el bibliófilo, documentalista e investigador valenciano Rafael Solaz Albert (1950), en cuatro rutas: ‘18 vidas, 18 silencios’, ‘Mujeres que dejaron huella’, ‘Personajes ilustres’ y ‘Personajes populares’. Se trata de una iniciativa inicialmente semiprivada (aunque cuenta con apoyo institucional), planteada a lo multimedia, pero con los correspondientes recorridos físicos (los sábados, previa cita).
Así, este peculiar paseo por el paisanaje histórico valenciano aparece trufado de nombres como el imprescindible escritor, periodista y político Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928, quien murió en la francesa Menton, pero trajeron sus restos en 1933); el periodista, escritor y cineasta Maximiliano Thous (1875-1947, autor de la letra del hoy himno de la Comunitat Valenciana); la soprano Lucrecia Bori (1887-1960, quien también falleció fuera, en este caso en Nueva York); o el pintor Joaquín Sorolla (1863-1923).
Tardaron en cumplir lo de sacar los camposantos de las ciudades
Nombres ilustres
También el poeta y ensayista alcoyano Juan Gil-Albert (1904-1994), la adelantada fotógrafa Luisa Esperón (1826-1912), el cantante Nino Bravo (1944-1973) o el Marqués de Sotelo (1862-1937), quien fuera alcalde de València entre 1927 y 1930, época en que abre portones el Mercado Central (1928). Pocas mujeres ilustres, eso sí, por lo que se comprende la existencia de una ruta ‘femenina’.
Aquí, hitos como los de Virginia Dotres (1836-1851), hija de comerciantes y gran aficionada a escribir poesías. Fallecía de unas fiebres tifoideas a los quince años y fue homenajeada por el resto de versificadores valencianos como ‘la niña poeta’. También reposa eternamente acá Amparo Meliá (1860-1945), mujer de Pablo Iglesias (1850-1925), el original, quien fundara en 1879 el PSOE.
Pronto la necrópolis pasó de las fosas comunes a los panteones
Crecimiento necrológico
La iniciativa de JC Media, el ayuntamiento y la Generalitat se fija además en un espacio que, como la mayor parte de cementerios históricos, posee un notable patrimonio artístico. Su construcción real había comenzado en julio de 1805. Se tardó, pues, bastante en ejecutar la Real Orden del 3 de abril de 1787, cursada por el rey Carlos III (1716-1788), para que los camposantos, asociados a las parroquias, salieran de las ciudades.
Estábamos en los prolegómenos del triunfo del higienismo, de la enfermedad tratada como un fenómeno social. La necrópolis de València pasó pronto de las fosas comunes a los nichos, y de ahí, ya a mediados del XIX, a la construcción de panteones en el lugar. El primero de ellos, posiblemente, el erigido para los marqueses de San Juan en 1848.
Arquitectos y escultores
La obra, que debía albergar el cuerpo del único hijo de los nobles y comerciantes, Juan Bautista Romero Conchés, quien moría en un duelo el 19 de agosto de 1845, a los veinte años, contó con las artes del arquitecto Sebastián Monleón Estellés (1815-1878) y el escultor Antonio Marzo Pardo, descubridor de muchos otros artistas, aunque su fama se haya solapado a su biografía.
Esto provocó un despliegue monumental, con más autores de categoría, con arquitectos como Francisco Almenar Quinzá (1876-1936), José María Manuel Cortina (1868-1950) o Antonio Martorell Trilles (1845-1930), más escultores como Mariano Benlliure (1862-1947), Ricardo Boix (1904-1994) o Vicenç Navarro (1888-1979). Se entiende así que los recorridos que a su vez conforman la Ruta del Silencio vayan más allá del morbo: suponen un viaje a la historia y al arte.