Leyendas. La Vega Baja del río Segura está llena de ellas. Y a ellas se acogía la cineasta Elena López Riera (1982), multipremiada cortometrajista y profesora en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Ginebra, para ‘El agua’ (2022), su estreno como largometrajista. La leyenda, tan oriolana como su realizadora, se supone que anuncia que hay mujeres a las que, cuando llega una inundación, se las lleva.
El asunto es que el agua se va ‘metiendo’ en ellas y, cuando toca chaparrón apocalíptico, las reclama. La película provocó una gran diversidad de opiniones, desde “aburrida” hasta “fascinante”. Tuvo diversas candidaturas a premios nacionales y europeos, y apoyo internacional de la productora-estudio francesa Les Films du Losange (diamante), creada en 1962 por Barbet Schroeder (1941) y Éric Rohmer (1920-2010). ¿Avanzada de un cine vegabajense?
Misterios oriolanos
El cine propio rodado por estas tierras es fundamentalmente de corto o medio metraje. Pero ¿qué ocurre con los largometrajes?, ¿se ruedan muchos largos en estas tierras de huertas feraces y secarrales pero también, gracias a las humedades del ciclotímico Segura, en ocasiones tormentoso y desbordado, salpimentadas por verdor, con algún que otro bosque entre esparto y cañaveral?
Volvamos a Orihuela. ¿Qué más se ha rodado para la pantalla grande aquí? Por ejemplo, una de las primeras cintas internacionales de Jesús ‘Jess’ Franco (1930-2013): ‘La noche de los asesinos’ (1974). Un título que parecen mil, porque cada uno de los epígrafes que ganó fuera aparece como otra cinta. Así, ‘Sospir’ en Italia, ‘Im Schatten des Mörders’ en Alemania Occidental o ‘Night of the Skull’ en Estados Unidos.
‘El agua’ tuvo diversas candidaturas a premios nacionales y europeos
Adaptando a Miró
Aquella adaptación de Edgar Allan Poe (1809-1849) aparece demasiado espaciada hasta el siguiente largo oficialmente rodado en Orihuela, una producción televisiva de TVE, ‘El obispo leproso’ (1990). Esta adaptación de la novela homónima (1926) del autor alicantino Gabriel Miró (1879-1930), quien vivió parte de su juventud interno en el colegio Santo Domingo, se rodaba también en las murcianas Archena y Mula, la zaragozana Belchite o la cacereña Plasencia.
Tras la cámara, un prestigioso ayudante de dirección, José María Gutiérrez Santos (1933-2007), a quien algunas enciclopedias anotan como valenciano, aunque en realidad era leonés, de Valencia de Don Juan. ¿Y qué pasa con Torrevieja? Tanto el municipio salinero como las conurbadas Orihuela Costa, pedanía oriolana, y Torre de la Horadada, de Pilar de la Horadada, fueron platós de rodaje para Jesús Franco.
Jesús Franco rodó en Torrevieja varios títulos de acción
Agentes secretas
Por aquí, en pleno ‘boom’ de las primeras aventuras de James Bond, en los años 60 y 70, el realizador malagueño, afincado entre las provincias murciana y alicantina, rodó varios títulos de acción donde, eso sí, las atribuladas agentes (que generalmente eran mujeres) lo mismo se enfrentaban a malvados jamesbondianos o tipo Fu-Manchú (serie de largos en los que Jess Franco trabajó como director) que a muertos vivientes.
Reseñemos, por citar alguna, la que hizo ganar muchísimo dinero en taquillas mundiales al productor y distribuidor estadounidense Joseph Green (1928-1999): ‘Bésame, monstruo’ (‘Küss mich, Monster’ / ‘Kiss Me Monster’, 1969). La idea debió de prender, porque pese a que antes otro multigenérico, y no menos internacional, realizador (este leridano), Javier Setó (1926-1969), rodó una de aventuras ultramarinas, ‘Tabú’ (‘The Drums of Tabu’, 1966), lo que ganó en suelo torrevejense fue lo de la acción.
Elena López Riera insertaba tomas documentales y de reportaje
Tiros y aventuras
Así, ‘Operasiones espesiales’ (2014), del ilicitano Paco Soto (1975), cinta producida por el sistema de micromecenazgo y que también contó con escenas en Jacarilla; ‘The Cucaracha Club’ (2016), realizada por Rai Woods, Dj radiofónico, que también ofrece escenas en Los Montesinos; o ‘Trained to Kill’ (2018), del británico Bill Little (1954). Después de tanto tiro queda, eso sí, relajarnos un poco. ¿Algún que otro largometraje por aquí, por la Vega Baja, sin tanto carrerón?
Aunque se filmaba en parte en la vinalopera Crevillent, desde estas páginas ya nos hicimos eco de la inclasificable, pero tremendamente festivalera, cosechando candidaturas y premios, ‘Lo que queda’ (2018, aunque algunas reseñas la rejuvenecen un año). Realizada por el alemán Lucas Parnes y el albaterense Jesús Serna, mostraba la desasosegante historia de alguien que despierta y descubre que su vida ya no es su vida. Todo ello en un ignoto pueblo a orillas del Segura.
El toque mágico
Además de las murcianas Abanilla y Bullas, más la albaceteña Elche de la Sierra, y Crevillent, Parnes y Serna viajaron su cámara por Albatera, Alicante, Almoradí, Cox, Granja de Rocamora, Hondón de las Nieves (la pedanía La Canalosa), Hondón de los Frailes y San Isidro. Todo un viaje al sur alicantino, en buena parte vegabajense, aunque, eso sí, ungido por ese toque mágico que, como ya vimos, Elena López Riera ya aplicaba a su largo, ‘El agua’ (2022).
En aquella película, su realizadora también insertaba tomas documentales y de reportaje casi periodístico, donde diversas mujeres oriolanas aportaban sus reflexiones y anécdotas a propósito del tema a tratar. Entonces, ¿acción o antropología? No cabe duda de que la comarca ofrece paisaje y paisanaje, pasado y presente, para abarcar esto y más.