Samuel Molina / Director de cine
El director de cine Samuel Molina (L’Hospitalet de Llobregat, Barcelona, 12-marzo-1980) no tuvo una infancia especialmente cinéfila, “no me atraía la ciencia-ficción”, hasta que descubrió en sus primeros años de madurez todos los filmes de mafiosos, protagonizados muchos por Robert de Niro o Al Pacino.
“Fue el mismo periodo que mis padres decidieron que nos trasladáramos a Alicante, porque el ambiente de L’Hospitalet nos les acababa de agradar”, confiesa. Se inició primero en el mundo de los videoclips, que le fascinó, pasando seguidamente a hacer cortometrajes.
Recientemente ha tenido una notable participación en el Festival de Cortos de Alicante y nos anuncia que para el próximo año podrá estrenar, por fin, su primer largo “pese a que hacer películas en nuestro país es sumamente complicado”.
¿Cómo era el Samuel pequeño?
Era muy introvertido, todo lo contrario a cómo soy ahora. Pero tuve que aprender a vivir con un déficit de atención -que no sabía lo que era- y me fijaba en cosas inusuales, como las personas que entraban y salían de la cafetería que poseían mis padres en mi municipio natal.
¿Cuáles fueron las películas o directores que te marcaron?
Tuve una relación extraña con el cine, porque al principio no me llamaba nada la atención, especialmente el de ciencia-ficción o superhéroes. Me gustaban cosas más reales. Fue más mayor, con dieciséis o dieciocho años, que me empezó a gustar un cine más personal, veraz.
Descubrí entonces a Tarantino, De Niro y Pacino, que me fascinó en el film ‘Atrapado por su pasado’ (1993), de Brian de Palma. También Nicholas Cage en ‘Leaving Las Vegas’, ese personaje tan visceral, me volvía loco, porque había algo más detrás.
¿Hacer cine en España es tan complicado como parece?
¡Es mucho más! Debemos distinguir entre varias ligas: los que reciben subvenciones -un tanto por ciento muy pequeño-, que nunca les va a faltar trabajo, y los que, como yo, hacemos cine por necesidad, buscando la financiación nosotros mismos.
Cuando vamos a hacer un cortometraje o un documental jamás contamos con una subvención pública, sino a partir de alguna falca (publicidad), tratando de engatusar con el sentimiento a los posibles patrocinadores. Es un buscavidas continuo: por eso aprecio tanto todo lo que aprendí en L’Hospitalet.
¿Cuáles fueron tus primeras obras?
Sobre todo videoclips, de los grupos de rap ‘La Estirpe’ y ‘Dun’. Me quedé enamorado de la forma de trabajar y, a partir de ahí, empezamos a hacer vídeos a diferentes bandas, algunas incluso francesas, a las que le gustaba nuestro target. Seguidamente perdí el miedo a las cámaras, a exponerme y comencé a hacer cortometrajes. El primero fue ‘Redención’.
«Busco que todos nos impliquemos al máximo, desde el iluminador hasta el protagonista»
¿Qué tipo de director eres?
Necesito sacar cosas que llevo dentro. Tengo un trabajo aparte, que no me alimenta el alma: por eso preciso constantemente mover cosas de mi cabeza, desde un punto visceral. Busco que todos nos impliquemos de la misma forma, desde el que pone las luces hasta el protagonista máximo.
Explícanos qué es ’25 de mayo’.
Coincidí un día con Pablo Rosser, historiador alicantino, y me contó el bombardeo que sufrió la ciudad de Alicante el 25 de mayo de 1938, muy superior al que hubo en Guernica (Vizcaya), siendo uno de los ataques más sangrientos e indiscriminados de la Guerra Civil. Se calcula que hubo muchas más víctimas, sin caer ni un solo militar sino mujeres, niños y trabajadores.
Esa historia me tocó la fibra y tiempo después se lo comenté al poeta Enrique Morte, quien redactó un poema que posteriormente, con varios retoques, se convirtió en un cortometraje.
¿Qué dificultades tuvo el rodaje?
Tras grabar en Las Cigarreras, con permiso, nos adentramos en una propiedad privada que estaba derruida, llena de cascotes, donde hicimos un video-poema, al que le dimos forma de guion. Allí no teníamos ningún tipo de autorización y nos llovió, cuando hacía muchos meses que no caía ni una gota en Alicante.
«En ’25 de mayo’ explicamos el fuerte bombardeo que sufrió la ciudad de Alicante en 1938»
¿Cómo ha sido trabajar con la joven promesa Darío Bravo?
Buscaba actores que me ofrecieran algo diferente y ese chico, apenas un niño, tiene magia. No porque sea buen actor, que lo es, sino ese brillo especial que tiene en los ojos: se atreve con todo, es tan fresco, se mueve tan bien…
Fuimos con ’25 de mayo’ al Festival de Cortos de Alicante, participando en el concurso del público y, pese a no ganar, estamos muy satisfechos de cómo fue.
¿Para cuándo un largometraje?
¡El año que viene! Estamos en la preproducción y únicamente puedo decir que será una historia de amor a tres bandas que te obliga a posicionarte, a empatizar, con el peor bando. Se grabará en Bussot, apareciendo también las Cuevas de Canelobre.