Lo habitual es tentarte con el paisaje marino, con nombres de calas como Ambolo, Blanca, El Francés, Granadella, Prim, Sardinera o Tangó (Pope). Con playas como El Arenal, la Granadella. También con las alturas del Montgó, por donde las cordilleras béticas (la Penibética pero, por estos lares, sobre todo la Prebética) desembocan en el mar (la Penibética seguirá caminando hasta transmutarse en la Tramuntana balear).
En todo caso, senderear a lo xabiero es marchar casi siempre con el mar como guardián de nuestros pasos. Generalitat, Diputación, Ayuntamiento y asociaciones centradas en esto de las caminatas por el campo, y algo en entornos urbanos, diseñaron diversas rutas que enlazan al Mediterráneo y al Parc Natural del Massís del Montgó (Parque Natural del macizo del Montgó), declarado como tal el 16 de marzo de 1987.
Flora endémica
De paso, buen momento para sumergirnos en una flora en ocasiones hasta endémica. Sí, veremos ‘la mata’, el omnipresente lentisco (‘Pistacia lentiscus’), perteneciente al mismo género que los pistachos y a la misma familia que los anacardos, aunque aquí lo que aprovechamos es su látex. Lo mismo se nos presentará como árbol, arbusto, matojo que planta trepadora. Se adapta a todo.
Pero también disfrutaremos de los aromas de la aliaga (‘Ulex parviflorus’), el brezo (‘Erica multiflora’), la coscoja (‘Quercus coccifera’) o el romero (‘Rosmarinus officinalis’), y de unas cuantas plantas propias: la más famosa, en peligro de extinción, a pesar de que no se descubrió el primer ejemplar hasta 1897 (en Dénia, donde ya no existe), es el ‘Limonium interjectum’, observable en la montaña o en los saladares.
Veremos el omnipresente lentisco y unas cuantas plantas propias
Piedra tosca
Porque hubo saladares, restos de un golfo de Xàbia que luego fue albufera, cuya restinga (cordón arenoso que separa la laguna del mar) se petrificó, formando una playa de piedra tosca (toba, minerales calizos ligeros y muy porosos), la de Els Muntanyars (las dunas), donde ya podríamos, tras un buen baño, comenzar a senderear. El primero, el Benissero (llamado así precisamente por la casa de un ciudadano de Benissa en el lugar).
En la zona se encuentra la balsa conocida como los Baños de la Reina, factoría de salazones, en especial el famoso garum o garo que se sirvió en las mesas romanas, del siglo I a.C. En el segundo desemboca la acequia de la Noria, imponente pasado romano de 280 metros de longitud, 2,5 de anchura media y unos siete de profundidad.
Hubo saladares, restos de un golfo xabiero que fue albufera
De playa en playa
Ambas playas son de las de sandalias, y las dos, una al norte y otra al sur, escoltan la del Arenal, de unos 480 metros. Desde aquí, puro senderismo urbano, comencemos a planificar. Nos podemos poner en contacto con el veterano Centre Excursionista de Xàbia (CEX), creado en 1976, y mientras dirigirnos, primer Muntanyar hacia arriba, hasta el dique de Levante, por donde el Club Náutico.
Justo aquí comienza oficialmente la ruta circular PR-CV (Pequeño Recorrido-Comunitat Valenciana) 355, Port Xàbia-Montgó. Pese a desarrollarse ‘solo’ durante unos 18 kilómetros (entre cinco o seis horas) y estar catalogada como de dificultad moderada, se trata de una de las más completas. Entre sus paisajes, el Cap o cabo Sant Antoni, reserva marina desde 1993. Y el Montgó, resguardo de margas y calizas del municipio, parando vientos hasta donde le es posible, y conservando calideces climáticas.
Por aquí tenemos yacimientos de la Edad del Bronce y romanos
Perfiles montañosos
La serranía atesora grandes y pequeños senderos, y casi daría para un artículo él solo. Así que con este PR-CV 355 démoslo aquí por coronado y pillemos uno más sencillo, de casi tres kilómetros y cerca de una hora. El circular SL-CV (Sendero Local) 99 nos lleva hasta la ermita de Santa Lucía, comenzada a construir entre el XIV y el XV (aunque fechada oficialmente en el XVII) sobre una colina cónica en las mismas faldas del Montgó.
Por aquí tenemos yacimientos de la Edad del Bronce (desde el 3300 al 1200 a.C.). Romanos, en cambio, son los restos de la cala Sardinera, en el Cap o cabo Prim. Es uno de los atractivos del SL-CV 98, también circular, fácil, bien señalizado, cuyos, además, casi tres kilómetros pueden resolverse en una hora o así. Ahora, el lugar es un paraíso botánico, con lo que resulta especialmente recomendable no salirse del sendero.
Vistas marítimas
Ya puestos, en esta pequeña selección, ¿qué tal dos asomes marinos más? El SL-CV 97 nos muestra la cala Barraca (por las construcciones de los pescadores) y el islote del Portitxol (pequeño puerto), con restos arqueológicos que se remontan al siglo VII a.C. También circular, combinado con el anterior nos da una ruta de dificultad moderada, de unos 6 kilómetros y cerca de dos horas de hacer pies.
Otra no menos especial, la PR-CV 354, está protagonizada por la cala Granadella. Poco más de tres horas para recorrerse unos catorce kilómetros. Un mar y montaña que combina Montgó y Mediterráneo, festoneado además por el ánima de construcciones tradicionales, que incluyen hornos de cal y unas minas de ocre (óxido de hierro hidratado). Una síntesis de pasado, presente y naturaleza.