Sobre las uvas, las vides, lo aseguraba Pablo Neruda en ‘Las uvas y el viento’ (1954): “En cada racimo, una historia se esconde, / una vida que florece y que muere, / una dulzura que nos embriaga, / y un sabor que nos hace querer”. ¿Qué mejor para el género ‘Vitis’, de la familia de las vitáceas (‘Vitaceae’, de la raíz lingüística indoeuropea ‘wei’, doblar, torcer, por los pámpanos enroscados)?
Bien importantes son para la Comunitat Valenciana: en el prepandémico periodo 2015-2019 se alcanzó por estos pagos una media de 263.932.000 kilogramos anuales, cosechados entre las provincias de València (el 87,4 por cien), Alicante (el 12,1) y Castellón (el 0,5), según los datos manejados por la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE), creada el 30 de julio de 2014. Como para no tenerlo en cuenta.
Veteranos orígenes
Los orígenes del fruto se vendimian en tiempos remotos (hay evidencias, semillas, desde la misma Edad del Bronce, entre el 3300 y el 1200 a.C.), en lo que hoy llamamos Oriente Próximo o Medio (según estén periódico, revista, radio o televisión donde saques la crónica) y el Caúcaso (Armenia, Azerbaiyán, Georgia y las repúblicas caucásicas de Rusia). Pero se extendió bien pronto.
Aunque la mayor parte de sus variedades pueden consumirse como fruta de mesa y, además, usadas en infinidad de recetas, saladas o dulces, su producto estrella, al fermentar su zumo o mosto, el vino (también otras bebidas alcohólicas, como el armañac, el brandy, el coñac, la mistela, el pisco o el vermut), tuvo que ver mucho con el éxito de su distribución al principio mediterránea.
Sus orígenes se encuentran en Oriente Próximo y el Cáucaso
Mesas romanas
En el Imperio romano, por ejemplo, lo deglutían generosamente. Se llegaron a consumir, aseguran las crónicas (basadas en los registros comerciales y estatales), hasta 1,8 millones de hectolitros de vino al año (medio litro diario por habitante). Sobre todo blanco (el tinto era para el populacho), aunque también dulce. Vino joven o viejo (madurado en tinajas de barro, no en barricas).
A las mesas ricas llegaba dulce, seco o con miel (el ‘mulsum’: se calentaba aquella con agua y se mezclaba con el vino). Especiado, muchas veces bastante pesado, por lo que había que ‘bautizarlo’, mezclarlo con agua, gracias a una crátera (tipo de vasija). Los romanos, por tanto, distribuyeron estos frutos hasta en la bíblica Canaán, por la histórica zona sirio-fenicia del Creciente fértil, en el reino de Judá.
Los romanos llegaron a consumir hasta medio litro diario por habitante
Llega el vino
¿Cuándo ancló su cultivo en la hoy Comunitat Valenciana? Precisamente arribó a la Península Ibérica en el morral de los fenicios, que hacían puerto ibérico hacia el 1100 a.C., fundando para ello la factoría de Gades (Cádiz), que, vía cordillera Penibética, nos conectaba directamente, a través de la ahora provincia de Alicante. La construcción de la Vía Augusta aceleraría esto.
Esta unía Gades (Augusta Urbs Julia Gaditana) con Narbo Martius (Narbona), en un recorrido de 1.500 kilómetros, y de allí con Roma. Caló lo del vino y otros espirituosos. Impregnó todo lo que debía empapar, embeber. Hasta las celebraciones, como la Fiesta (sembrada en el mismísimo Medievo, siglos V al XV) de la Vendimia de Requena (Utiel-Requena), con la cosecha de uva de julio a octubre (es en torno al 8 de septiembre).
Hasta un diez por ciento puede llegar a caer esta cosecha
Fiestas y problemas
También la de Cheste (Buñol-Chiva), entre septiembre y octubre. O la bendición de las uvas elegidas para decorar el trono de Santa María Magdalena, en Novelda (Medio Vinalopó), en la procesión de bajada desde el santuario, en julio. Este municipio, además, pertenece al Consejo Regulador de la Denominación de Origen de la Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó, la que originalmente se tomaba con las doce campanadas.
Pero este fruto escanciado en la mitología griega por Dionisio, dios del éxtasis, la fertilidad, el teatro, la vid y el vino, transmutado por los romanos en Baco, pasa por problemas. Si a finales del XIX la plaga de la filoxera (insecto parásito procedente de América del Sur, donde España había sembrado vides: el ‘Daktulosphaira vitifoliae’) mermó la producción europea, hoy la combinación de geopolíticas y meneos climáticos globales no nos concede mucha clemencia.
Variedades y cifras
En los campos de la Comunitat Valenciana tenemos variedades de uvas como las arcos, bobal, garnacha, macaveo, merseguera, monastrell, moscatel, tardana o verdil. Y existen denominaciones de origen como Alicante y Utiel-Requena, más Chozas Carrascal, El Terrazo, Los Balagueses y Vera de Estenas, aparte de la indicación geográfica protegida de Castellón. Y productos como el fondillón, la ya citada mistela y multitud de internacionales blancos, rosados y tintos.
Sin embargo, la realidad es que se habla de la posibilidad de que la producción pueda caer en esta cosecha hasta un diez por cien. Tampoco las últimas lluvias, con vides encharcadas, lo que fomenta el desarrollo de la filoxera, resulta beneficioso para la uva de mesa. La Comunitat es el tercer productor español, tras Castilla-La Mancha y Extremadura (aunque en vino gana Murcia), y España la tercera tras China e Italia. Pero ahora pinta aquí peliagudo para Dionisio.