La gran riada padecida en València en octubre de 1957 fue el germen del actual Jardín del Turia, precioso y enorme parque urbano (de aproximadamente 8,5 km) ubicado en el antiguo cauce del río. Hoy en día es un auténtico símbolo de la ciudad y lo visitan al año alrededor de tres millones de personas, para acudir a la Ciudad de las Ciencias y las Artes, pasear, correr, ir en bici o practicar algún deporte.
Pero volvamos a ese fatídico 14 de octubre de 1957, cuando unas intensas lluvias azotaron el desborde de la cuenca del río Turia y provocaron una desastrosa tragedia: fallecieron al menos 81 personas, además de causar incontables daños materiales. Esta desgracia marcó, por supuesto, un antes y un después en la infraestructura y urbanismo de València.
Casi de inmediato, apenas un año después, se desencadenaron una serie de iniciativas ciudadanas y gubernamentales con el propósito de transformar y proteger la ciudad contra futuras catástrofes, debido a que València -con más de 2000 años de historia- había convivido siempre junto al Turia, un río que ha sido tanto su fuente de vida como de destrucción.
Un impacto devastador
Antes de la mencionada riada de 1957 ya se habían registrado alrededor de 75 inundaciones significativas, lo que evidenciaba una lucha continua entre la metrópolis y su río. Sin embargo, nada comparable a la de la noche del 13 al 14 de octubre, en la que cayeron más de 600 libros por metro cuadrado en València y periferia, generando dos ondas de crecida que acabarían inundándola en gran medida.
El impacto del desastre natural, sin duda, fue devastador y barrios enteros -como es el caso de El Cabanyal y Nazaret- quedaron totalmente sumergidos bajo las aguas rojizas. Arrastraron a su paso todo lo imaginable: animales, vehículos y millones de enseres personales.
València quedó paralizada, sin servicios básicos, al tiempo que las comunicaciones colapsaron. La respuesta de las autoridades -pese a la rapidez, dadas las circunstancias- se vio muy obstaculizada por el caos y la magnitud de la catástrofe.
En la actualidad es todo un símbolo de la ciudad y lo visitan tres millones de personas al año
Plan Sur
El suceso generó una profunda reflexión sobre la vulnerabilidad de València frente al Turia, su estimado río. El llamado Plan Sur, aprobado por las Cortes Españolas en 1961, iba a redefinir su curso, alejándolo de la ciudad para prevenir futuros desastres.
Una faraónica obra de ingeniería desvió el río tres kilómetros al sur de su trayecto original, creando además un nuevo cauce que podía manejar un caudal mucho mayor. Por su parte, el viejo cauce del Turia -ya libre de peligros- se enfrentaba a diversos destinos potenciales.
La primera propuesta buscaba convertirlo en una autopista que atravesara la ciudad, idea que, aunque mejorara la movilidad urbana, despertó pronto el rechazo de los ciudadanos. Estos, con el doloroso recuerdo todavía cercano, optaban por una alternativa que pusiera en valor los espacios verdes en la urbe.
La gran riada de 1957 provocó al menos 81 muertes e innumerables pérdidas materiales
Jardín del Turia
Después de varios años de debate y presión latente por parte de los ciudadanos, en 1987 el antiguo cauce del río Turia se acababa de transformar en lo que hoy conocemos como Jardín del Turia, el mayor jardín urbano de España.
Esta grandísima mutación no únicamente supuso una reivindicación del espacio público para el disfrute de todos los valencianos, sino que igualmente reflejó un hito en la planificación urbana y la gestión de catástrofes naturales.
Alberga dos parques propios (Gulliver y Cabecera), además de múltiples opciones deportivas
Un pulmón verde
Desde entonces el Jardín del Turia se ha convertido en un emblema de la capacidad de reinvención de València, brindando a todos un extenso pulmón verde que serpentea a través de la ciudad. Asimismo, el espacio alberga numerosas infraestructuras, convirtiéndose en un lugar de encuentro, deporte, ocio y cultura.
La riada de 1957 y su transformación enseñaron a València, España y al Mundo entero la relevancia de escuchar a la naturaleza y a la ciudadanía en la toma de decisiones que les afectan. Se priorizaron el bienestar comunitario y el respeto por el medio ambiente, porque incluso de las tragedias más profundas pueden aparecer oportunidades para construir un futuro más armonioso y sostenible.
Legado de esperanza
Hoy el jardín recuerda a los valencianos la tragedia -plenamente superada- y conmemora la imagen de una ciudad que supo convertir una de sus páginas más oscuras, en un legado de esperanza y belleza para futuras generaciones.
Además de ser el parque más visitado de toda España, posee integrado en su interior el Parque Gulliver (idóneo para los más pequeños de la casa) y el Parque de Cabecera. De igual modo, en terrenos anexos, el Palau de la Música, el Bioparc y la Ciudad de las Artes y las Ciencias.