Lo aseguran hasta en su propia página web, la de un exitoso producto creado en 1935 (que no arrancaría hasta 1947, por la guerra civil, de 1936 a 1939): “Turia es una cerveza tostada de tonalidad ámbar con reflejos rojizos, espuma persistente y muy aromática. En boca destaca por su estructura y equilibrio, por su carácter tostado con notas cítricas y un buen frescor”.
La propia historia de la bebida, valenciana de origen, nacida en el barrio capitalino de la Creu Coberta y en la actualidad sita en Riba-roja de Túria (Camp de Túria), aunque el producto se fabrica realmente en Murcia, nos revela que, primero, hay cerveza de la Comunitat Valenciana; y, segundo, resulta bastante difícil, pero no imposible, salir adelante con ella en un mercado liderado por China, Estados Unidos y Brasil.
Cruzando fronteras
Lo cierto es que España, novena en la producción mundial (de media, en los últimos años, más de tres millones de toneladas comercializadas), se encuentra en el mercado europeo solo detrás de Alemania, principal fabricante y distribuidor en este ámbito. En el marcador nacional, la Comunitat Valenciana no es primera goleadora, pero no queda en mal lugar.
Porque además de Andalucía, Castilla-La Mancha, Cataluña, Euskadi o País Vasco, más Galicia, ahí está también la Comunitat Valenciana compitiendo. La Turia cruzó fronteras autonómicas: además de la fábrica murciana, la resurrección de 1974 estuvo auspiciada por el consorcio catalán Damm, fundado en 1876 por los primos franceses, alsacianos, August Kuentzmann Damm (1843-1877) y Joseph Damm (1844-1907). Damm, de hecho, se hizo cargo de la marca.
Es un mercado liderado por China, Estados Unidos y Brasil
Las que se fueron
Otras, en cambio, se quedaron en el barril, como la alicantina El Nebli, en realidad filial (marca con su empresa fabricante) del grupo madrileño El Águila, fundado en 1900. Curiosamente El Nebli había comenzado siendo valenciana, llamándose La Huertana, nacida hacia 1920 (aparece consignada por vez primera en 1923) en Tavernes Blanques (l’Horta Nord). En 1961 comenzaba a operar la nueva marca.
Al menos se quedaba en la hoy Comunitat Valenciana. Curiosamente, cuando las obras de la fábrica alicantina, en la propia capital provincial (en la carretera de Ocaña, la N-330), se anunciaban así: “Edificio en construcción en Alicante de la Fábrica de Cerveza y Hielo La Huertana, S. A.”. El mismo grupo también absorbió otra marca, Baviera, creada en el año 1927 a partir de una bodega.
España es la novena en la producción mundial cervecera
La más consumida
Parte de la fábrica original (como el muro donde se leía la marca, hoy sustituida por la de los nuevos propietarios, dedicados a las maderas) se encuentra en la misma entrada, si venimos de Alicante ciudad, a Novelda (Medio Vinalopó) desde la autovía a Madrid (A-31), a mano derecha. Todas estas sociedades, La Huertana, Baviera, El Nebli, desaparecieron. Y eso que por aquí hay materia prima. Porque, ¿qué se necesita para fabricar una cerveza?
Básicamente, es una bebida alcohólica (la más consumida del mundo, aseguran), carente de destilación (no de fermentación), elaborada a partir de cereales, el principal, más común y en ocasiones único, la cebada (‘Hordeum vulgare’), que, tostada, también sirve para una bebida muy de aquí, el ‘agua-cebada’. O sea, unas 11.000 toneladas en 2023, según la Unió Llauradora i Ramadera del País Valencià.
Abundan las microcerveceras para elaborar cervezas artesanales
Levaduras y flores
El cereal puede tostarse (se ‘maltea’, o sea, se convierte en ‘malta’, del inglés ‘malt’, con el mismo origen germánico que ‘melt’, derretir) o no. Pero habrá que molerlo y someterlo a varios procesos de fermentación, antiguamente solo empleando la levadura ‘Saccharomyces cerevisiae’, la del pan y el vino. A partir de la Edad Media comenzó a usarse la flor hembra sin fecundar del lúpulo (‘Humulus lupulus’).
Esta trepadora (sin zarcillos, pero de fuertes tallos) del género ‘Humulus’ (de ‘humus’, tierra, suelo), orden rosales y de la familia de las cannabáceas (de ‘cannăbis’, caña; precisamente, el cáñamo es el otro género de dicha familia), revolucionó la elaboración de la cerveza. Fue un botánico francés, Joseph Pitton de Tournefort (1656-1708), quien la bautizó así, ‘lupulus’ (pequeño lobo), y se registra por primera vez su utilización en el 822, en el monasterio benedictino francés de Corbie.
La persistencia
¿Pero cuál es la situación actual en la Comunitat Valenciana? Por estos pagos, ciñéndonos solo a las provincias valenciana y alicantina, se producen premiadas cervezas en Alboraia y Albuixech (ambas en l’Horta Nord), Agullent (Vall d’Albaida), Alicante, Altea (Marina Baixa), Alcoy (l’Alcoià), Benidorm (Marina Baixa), Benifaió (Ribera Alta), Benissa (Marina Alta), el Puig de Santa Maria (l’Horta Nord), Gandía (La Safor), Ontinyent (Vall d’Albaida), Novelda, Riba-roja de Túria, València, Vallada y Xàtiva (ambas en La Costera).
Al menos que se sepa oficialmente. Se trata en muchos casos no de empresas de producción masiva, sino de las llamadas microcerveceras, dedicadas a la elaboración limitada de las denominadas cervezas artesanales. Las respuestas de quienes las consumen y de los críticos animan para saber que, por lo menos, y ya que nos dicen que es rica en vitaminas y buena para el corazón, no han de faltar tragos autóctonos por estos lares.