Entrevista > Virginia Mendoza / Escritora (Valdepeñas, Ciudad Real, 1987)
Nacida en La Mancha, pero criada en l’Alfàs del Pi, municipio al que llegó con trece años, Virginia Mendoza ha publicado este año ‘La sed: Una historia antropológica (y personal) de la vida en tierras de agua escasa’, un ensayo que aborda una temática tan antigua como el mundo, pero muy poco abordada en la literatura.
Un ejemplar que comienza en un lugar de La Mancha para ofrecer en un impresionante recorrido un análisis antropológico exhaustivo acerca de la sed y cómo esta necesidad ha marcado a todas las sociedades, desde que las primeras civilizaciones recorrieron la Tierra y algunos de sus paisajes más áridos e inhóspitos.
«Para escribir este libro acudí, incluso, a mis diarios de niñez»
Acabas de publicar ‘La sed: Una historia antropológica (y personal) de la vida en tierras de agua escasa’. ¿Dónde comienza esa historia?
En mi tierra, en La Mancha.
¿Cuánto tiempo de trabajo e investigación ha llevado ese ensayo que has publicado?
Pues lo he publicado en febrero de este año. Es bastante difícil establecer cuánto tiempo me ha llevado, porque tiempo de escritura quizá ha sido un año y medio, pero muchas de las historias que aparecen ahí tienen mucho que ver con entrevistas que he ido haciendo a lo largo de los años, de estas que no sabes para qué las vas a utilizar.
Luego, años más tarde, quizá quince años después, ese material de repente se convierte en una pieza de un puzle en el que aparentemente no tendría por qué encajar, o, incluso, recuerdos de infancia.
De ahí que el libro comience en La Mancha.
De hecho, es que acudí incluso a mi diario de infancia cuando estaba allí, en el pueblo, y escribía un diario desde los ocho o nueve años, y esas cosas que iba dejando ahí reflejadas me han servido para el libro.
Creo que es un libro que me ha llevado toda mi vida, de alguna manera, aunque yo sienta que he estado un año y medio escribiéndolo.
«Muchas veces es la sed una de las causas que antecede al hambre»
Dicen que los grandes autores pasan a la historia por hablar de temas universales como el amor o la muerte. Tú has optado por la sed.
Así es. Y fíjate qué curioso que morimos antes de sed incluso que de hambre. Y del hambre siempre hablamos, pero de la sed no hablamos casi nunca. Hay muchos procesos históricos, guerras, revoluciones… en las que cuando se nos habla de sus causas, entre ellas, a veces está el hambre y no la sed. Pero la sed sí que está ahí y muchas veces es incluso una de las causas que antecede al hambre.
¿Por qué crees que ocurre eso?
No tengo ni idea. No sé por qué ha estado relegada, pero esto lo puedes ver incluso en tiempos más recientes. A principios de los años noventa hubo una sequía que concretamente en La Macha fue especialmente grave. En mi pueblo estuvimos a punto de tenernos que ir. Este es el origen del libro, realmente.
Mi abuelo era la persona que se encargaba de abrir y cerrar el agua en un momento de restricciones máximas. Llegamos a tener más o menos media hora de agua al día y estuvimos al límite.
Una situación que recuerda mucho a la que sucedió aquí, en la Marina Baixa, en los años setenta.
He leído sobre aquella sequía y cómo llegó al rescate Beniardà con unos pozos, y también se tuvo que traer agua en barcos.
«En mi pueblo estuvimos a punto de tenernos que ir por una sequía. Este es el origen del libro»
Hoy en día atravesamos otro periodo de gran sequía. ¿Crees que vamos a vivir episodios como los que relatas en tu libro o una guerra del agua?
Ya la hay. Las ha habido siempre; pero con esto ocurre lo que comentábamos antes: que a veces no te están contando que el origen de ‘X’ conflicto, en realidad, está no sólo en la necesidad del agua, sino que muchas veces cuando estas cosas ocurren es por una mala gestión, porque se da un abuso de poder.
¿Algún ejemplo?
El de los motines del pan, en los siglos XVII, XVIII, XIX. Se dieron sobre todo en la Europa cerealística, muy concretamente en España y en Francia. Muchos de esos levantamientos, que cuando nos hablan de ellos nos dicen motines del hambre o motines del pan, estaban precedidos por tres o cuatro años de sequía que no permitía que la gente saliese adelante.
Era una sociedad que estaba preparada para vivir así. Pero el segundo año ya las cosas se complicaban. En el tercero empezabas ya a no poder acceder al pan. Y si te empezabas ya a acercar al cuarto, en un caso de sequía extrema, pues es que tus hijos empezaban a morir.
Y muchas veces esa muerte de los niños era la que empujaba a la gente a levantarse, porque descubrían que, aunque les estaban contando que es que no llovía, no solo era eso: es que normalmente había un señorito que estaba acaparando el grano.
¿Otro más reciente y cercano?
Aunque no fue exactamente una guerra, pero la llaman la guerra del agua, tuvimos un episodio en Villanueva de la Fuente, en Ciudad Real, muy cerca de mi pueblo. Fue en el año 87, que es el año en el que yo nací. Mis vecinos vivieron una situación de este tipo.
Les estaban diciendo que era la sequía, pero descubrieron que había alguien que se estaba quedando con su agua, porque sí que había unos cultivos que crecían muy hermosos, mientras los suyos se morían. Entonces, la gente se levantó contra ciertas personas que tenían mucho poder y que se estaban quedando su agua.