Este año 2024 se cumple el cuarenta aniversario del artículo ‘La Masonería en Villena en el siglo XIX’, publicado en la Revista Villena de 1984 por el célebre investigador local, Juan Bautista Vilar. Una apasionante investigación con nombres y apellidos sobre la influencia que esta conocida sociedad tuvo en nuestra ciudad entre 1881 y 1885, bajo la logia conocida como ‘Amor nº 126’.
Un viaje a la historia decimonónica de nuestra ciudad a través de la influencia de los masones, un colectivo que desde la Edad Media ha hecho fluir ríos de tinta y conspiraciones a su alrededor, por su cercanía con las élites sociales de cada tiempo y la relevancia de sus miembros.
Origen masónico en Villena
En el esotérico y complejo panorama de la Masonería alicantina contemporánea, la ciudad de Villena no se encuentra ausente. Después de 1900 existen diferentes logias que, tras numerosas escisiones, reagrupamientos y readmisiones, entraron en un sueño, empleando la terminología masónica, del que ya no despertarían nunca más.
Algunas de esas logias lograron prolongar su azarosa vida hasta 1940, año en el que fueron oficialmente disueltas tras la Guerra Civil, siendo sus miembros perseguidos y encarcelados en virtud de la Ley de Represión de la Masonería y el Comunismo. Pero antes de todo eso, a finales del siglo XIX hubo una logia datada en Villena con actividad confirmada durante al menos cinco años.
La logia ‘Amor nº 126’, fechada entre 1881 y 1885, pudo tener una predecesora en Villena con hasta 66 miembros
Una logia expansiva
Las investigaciones de Juan Bautista Vilar inducen a pensar que la logia descrita en junio de 1881 tuvo una virtual reagrupación en esa fecha, procediendo de una fundación anterior, ya que aparecen 66 miembros en la misma, de los cuales permanecían activos 27.
El grupo llamado ‘Amor nº 126’ puede conceptuarse como logia expansiva por la permanencia en sus filas de la totalidad de los hermanos de afiliación más reciente, y la juventud de sus miembros, cuya edad media se cifra entre los 38 y 39 años.
La implantación de esta logia masónica en nuestra ciudad queda refrendada por el dato de que el 41,1% de sus asociados en junio de 1881 eran oriundos de Villena, mientras que el resto eran forasteros, pero igualmente residentes en nuestra localidad. El fundador de esta logia fue Casimiro Martínez, un comerciante de 47 años que más tarde se dedicó a la fabricación de jabones. Un antiguo militante del Partido Republicano Federal distinguido con el grado 9º de la Masonería.
Compuesta por la burguesía local, este colectivo impulsó la educación musical y las artes escénicas en nuestra ciudad
Un grupo mesocrático
De acuerdo con la extracción social de sus miembros, el grupo conformado en Villena responde al modelo generalizado en ambientes alicantinos de logia mesocrática. Un colectivo de hombres, pertenecientes a la burguesía, con profesiones liberales, en su mayoría propietarios de tierras, vinculados a corrientes republicanas y demócratas.
Aunque la ideología política de cada miembro es imposible conocerla, sí se sabe que la logia villenense estaba nutrida de la pequeña y mediana burguesía, ya que más de la mitad de sus componentes eran propietarios, comerciantes, empleados y militares. Una asociación netamente burguesa en la que también había algún profesional de las artes liberales y artesanos, donde no figuraba ni un solo obrero ni asalariado del campo.
El abuelo de José María Soler además de un cuñado y un primo de Ruperto Chapí, fueron ilustres masones
Filantropía y cultura
Como buena sociedad discreta que presume de ser la Masonería, poco se sabe de sus objetivos, metas o aspiraciones sociales. Sin embargo, según la información recabada por Vilar, la logia villenense se desmarcó en esencia de su coetánea surgida en Yecla ‘Hijos del Trabajo nº 194’, de carácter básicamente proletario, la cual centró sus esfuerzos en el establecimiento de un orfelinato y una casa de masones pobres en la vecina localidad.
Los acomodados hermanos de Villena, según los indicios recabados, debieron destinar el fruto de sus cuotas y donativos al fomento de la enseñanza, destacando particularmente la enseñanza de la música y del arte dramático. Aunque no se guardan evidencias de sus actividades filantrópicas durante los cinco años de existencia, sí podemos saber que sirvió de mecenazgo de la música y las artes escénicas, actividades que siempre han gozado de especial atención en ambientes ilustrados alicantinos.
Cuna de ilustres villenenses
Entre los componentes de esta logia masónica destacan algunos nombres, como el de José María Soler Montagud, abuelo del ilustre arqueólogo local, quien en 1984 agradeció personalmente en una carta el trabajo de investigación desarrollado por Juan Bautista Vilar. Soler Montagud fue el secretario de este grupo a finales del siglo XIX, cuando contaba con 34 años.
Uno de sus hijos, José María Soler Doménech, fue designado alcalde de Villena a principios de 1935. De su matrimonio con Bienvenida García nació José María Soler García, hijo predilecto de la ciudad de Villena.
Otro de los apellidos ilustres del grupo corresponde a Eugenio López Chapí, de 49 años, quien durante un tiempo ocupó la plaza de secretario del ayuntamiento. Estaba casado con Encarnación Chapí Lorente, hermana del insigne compositor Ruperto Chapí.
Aunque no está claro si son ciertos los rumores que apuntaban que Chapí fue masón, es evidente que no pudo formar parte de esta la logia villenense, por estar viviendo en Madrid durante ese período. Sí formaron parte de la logia su primo y su cuñado, siendo algunos de los masones más condecorados de la ciudad.