Orihuela (82.449 habitantes censados en todo su municipio en 2023), ciudad pía, monumental, co-sede del Obispado de Orihuela-Alicante, repleta de palacios y templos, pinceladas modernistas. Esa es la imagen que tenemos del municipio, la de su urbe, que, en realidad, según datos oficiales, solo la habitan 32.609 personas. El oriolano, como otros muchos municipios alicantinos, es más bien ciudad de ciudades.
Ya son veintisiete las pedanías (frente a las dieciocho que marcan las guías), abarcando desde un cosmopolitismo costero hasta interiores de ambientes rurales. Orihuela, al cabo, con sus 365,44 kilómetros cuadrados de superficie, es el municipio más extenso de la provincia alicantina (cuya capital, por cierto, ocupa el cuarto puesto), con 201,27 kilómetros cuadrados. Es obvio que en ese espacio cabe de todo.
Chalés y apartamentos
Aunque, precisamente por cuestiones de espacio, no nos es factible el pasearnos una por una, y todas tienen mucho que ofrecer a quien tenga ganas de disfrutar descubriéndolas, ¿qué tal un recorrido por algunas de ellas? Si llegamos desde el mar, como los vikingos en el año 860 (aunque ellos entrarían por Guardamar, ya que remontaron el Segura, el río sobre el que se incardina el municipio), la primera pedanía es Orihuela Costa.
No hay aquí un ‘downtown’, al estilo inglés, en cuanto tal, sino una extensión casi sin fin de chalés, edificios de apartamentos, hoteles, espacios comerciales y, en suma, urbanizaciones sin fin. Prima lo cosmopolita, entre paseos junto al mar, plazas asomadas a calas bañables… Conurba con Torrevieja al norte y con Torre de la Horadada, pedanía litoral de Pilar de la Horadada, al sur.
Son veintisiete las partidas, aunque las guías marcan dieciocho
Pueblo con lago
Crecida a partir de la llamada Dehesa de Campoamor, el regalo del poeta y político asturiano Ramón de Campoamor (1817-1901) a su esposa, la irlandesa Guillermina O’Gorman (1819-1890), con 25.389 habitantes censados en 2023, buen pórtico para marchar al milagro de, en medio del secarral, un lago (en realidad, el embalse de la Pedrera). Torremendo (1.761 habitantes en 2023) es un pueblecito con encanto y algún que otro racimo de pareados.
Nos puede servir de quintaesencia de esa Orihuela rural, aunque tengamos en cuenta que aquí los habitantes son mayoritariamente ingleses y alemanes. Quizá por ello la laguna se encuentre rodeada de villas-hotel. Pero en cuanto al núcleo poblacional, su epicentro se encuentra en la amplia plaza de la iglesia de Nuestra Señora de Monserrate, de sobrias formas y torre del reloj.
En la costa no hay aquí un ‘downtown’ al estilo inglés
Racimo poblacional
Pero es en torno a la ciudad matriz, la propia Orihuela, donde se arracima la mayor parte de las partidas (muchas con sus correspondientes subpartidas) oriolanas: Arneva, Camino de Beniel, Camino Viejo de Callosa, La Aparecida, La Campaneta, Correntías Altas, Correntías Medias, El Escorratel, El Mudamiento, Hurchillo, Media Legua, Molino de la Ciudad, Molins, La Matanza, Las Norias, Los Desamparados, Los Hurtos, Raiguero de Bonanza y San Bartolomé.
Casi todas ellas no dejan de constituir poblaciones tipo Torremendo, muchas conurbadas entre sí, cuando no con la propia urbe. Huerta a la vera del Segura o de la red de acequias y canales que genera. Profusión de verde donde solo se espera tierra. Y más singularidades: el diminuto Molino de la Ciudad (257 habitantes en 2023), por ejemplo, cuenta con una imponente aceña hidráulica del XVIII (fue ‘fábrica de luz’).
El término municipal deglute completamente un municipio y casi otro
Deglutiendo municipios
En verdad, el término municipal de Orihuela no deja de resultar singular en sí mismo, como una inmensa paletilla de jamón que deglute, antes de su meridiano, completamente un municipio, Bigastro, y prácticamente otro, Jacarilla, al que le permite frontera con Benejúzar. Luego, pasada más o menos la mitad del término, este se corta con, de oeste a este, Benferri, Callosa, Redován y Callosa de Segura y, encima de estas, Granja de Rocamora y Cox.
Después, continúa Orihuela. ¿Y hay pedanías tras el corte? Al noroeste de la murciano-alicantina sierra de Abanilla, límite norte, junto a la sierra de Crevillente, de la llamada depresión del Bajo Segura, nos encontramos con el cerro del Agudo, que, con sus 731 metros, constituye el tope de altura de la comarca. Mirando el mapa, el lugar se halla en el término de La Murada, nuestra penúltima visita pedánea.
Recorridos finales
Con sus 2.053 habitantes oficialmente registrados, el sitio es un pueblecito, llano, con encanto y casas con porche o jardín exterior al que, en la urbanita avenida del Marqués de Lacy, le han crecido algunos edificios modernos (máximo tres alturas). Posee también varios barrios o subpedanías, algunos compartidos con Callosa de Segura, y una sobria iglesia, dedicada a San José, de finales del XVIII, con campanario y Sagrado Corazón en el cenit de la cornisa salva-aguas.
El recorrido lo finalizamos en Barbarroja, aldea en constante remodelación, de 102 habitantes, ermita al Sagrado Corazón de Jesús apuntada, delante y detrás, por diminutas, pero coquetas plazas. Y con un detalle singular del pueblo, quizá recuerdo de los tiempos de Oriola, de Oriolita del Senyor: se habla valenciano por sus casas y calles. Curioso, en el último bastión de la provincia, ya en frontera con Murcia.