Si bien las víctimas mortales son la parte más espantosa de los innumerables perjuicios ocasionados por la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA), los destrozos ocasionados a los polígonos industriales en el área de influencia del Barranco del Poyo suponen una tragedia particular.
Ubicado entre las cuencas de los ríos Turia y Júcar, este torrente cobró un triste protagonismo el pasado 29 de octubre, cuando su caudal sobrepasó ampliamente los 2.000 m3 por segundo, superando la suma de los caudales medios del Duero, Tajo y Ebro, una cantidad de agua comparable a la del río Nilo.
La eliminación de residuos tóxicos fue un reto añadido para muchas empresas
Consecuencias catastróficas
Las consecuencias para el sector empresarial han sido catastróficas. La Federación de Parques Empresariales de la Comunitat Valenciana (FEPEVAL) determinó, en una primera valoración, que unas 6.800 empresas de medio centenar de polígonos industriales y decenas de miles de personas ligadas a estos espacios se vieron gravemente afectadas. El valor total de los daños causados tardará en cuantificarse.
Los parques empresariales de Riba-roja de Túria, Aldaia, Alaquàs, Picanya, Quart de Poblet, Torrent, Catarroja, Silla, Beniparrell, Xirivella, Sedaví, Alfafar o Paiporta sufrieron una furiosa avenida de agua.
Miles de vehículos arrastrados, millones de euros en pérdida de maquinaria industrial, decenas de miles de trabajadores con serios problemas para regresar a sus casas, muchos de ellos haciendo noche en sus centros de trabajo y, lamentablemente, decenas de víctimas mortales en los propios parques empresariales.
Riba-roja de Túria
En Riba-roja de Túria, el Barranco del Poyo discurre a apenas quinientos metros del área industrial. Tras inundar y cortar el tráfico de la A-3, principal acceso al área metropolitana de València desde el este, el agua arrasó con todo lo que encontró a su paso en un enclave industrial que cuenta con más 1.400 empresas y 20.000 trabajadores. Eran poco más de las cuatro de la tarde, apenas llovía, y la mayoría de los trabajadores seguían en horario laboral.
Carlos Peinado, gerente de la Asociación de Empresarios La Reva (ASOCREVA) en Riba-roja, recuerda que “esa misma mañana remití a las empresas una información ofrecida desde el Ayuntamiento de la localidad, indicando posibles vías de evacuación a utilizar en caso de producirse embalsamiento de agua. Se esperaban lluvias intensas, pero nada hacía presagiar la completa inundación del área empresarial”.
“A partir de las cuatro y media empezaron los problemas serios de tránsito, hasta que el tráfico colapsa y a partir de ese momento salir ya no era una opción”, señala Peinado.
El caudal de la Rambla del Poyo se comparó por momentos al del río Nilo
1.200 trabajadores atrapados
En torno a 1.200 personas pasaron la noche en las empresas ante la imposibilidad de regresar a sus hogares. “Muchos de ellos abandonaron sus coches en pleno atasco; cuando el agua comenzó a entrar en los vehículos, trataron de ponerse a cubierto en las naves industriales”, comenta el gerente de ASOCREVA.
Con la luz del día se empezaron a apreciar los daños. “Un 90% de las empresas del parque industrial quedaron afectadas y tuvieron que parar la actividad, comenzando desde ese día un denodado esfuerzo por recuperarse paulatinamente del impacto y volver a la normalidad”, explican desde ASOCREVA.
En Riba-roja se instaló un centro de mando avanzado de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y las administraciones local, autonómica y estatal se coordinaron para llevar a cabo los necesarios trabajos, habilitando el Ayuntamiento un teléfono directo para las empresas.
Además de la retirada de vehículos y todo tipo de materiales, restablecer el agua y la electricidad, especialmente, supuso un verdadero reto, pues los centros de transformación quedaron literalmente “machacados”, apuntó Carlos Peinado.
Quart de Poblet
Buena parte del agua que bajaba desde Riba-Roja del Turia arrasó también el área empresarial de Quart de Poblet. En la denominada zona A se ubican seiscientas empresas, quedando afectadas en torno al 80%. La gerente de la Asociación Empresarial Quart de Poblet (AEQP), María Ángeles Hidalgo, calificó lo que encontró al día siguiente como una verdadera “zona de guerra”.
“Además de arramblar con todos los vehículos en las calles, el agua dañó numerosas maquinarias, producto terminado y materias primas; incluso hubo derrumbes de tabiques en el interior de muchas empresas”, comentó Hidalgo.
Como en otras zonas industriales, la entrada de maquinaria de limpieza por parte de la contrata de la Generalitat Valenciana se produjo trece días después de sufrir el duro impacto.
Lloviendo sobre mojado
Por desgracia, dos días después del inicio de los trabajos una segunda DANA se cebó nuevamente con el área empresarial, causando graves problemas y arruinando los avances en la recuperación del parque empresarial.
En el caso de Quart de Poblet, la proximidad a dos barrancos, el Poyo y la Saleta, lo convierten en especialmente sensible. La noche del 14 de noviembre fue la Saleta el que se desbordó, inundando por segunda vez, en apenas dos semanas, un gran número de naves industriales.
Los empresarios, visiblemente molestos, exigen soluciones, señalando que se trata de un problema reincidente, pues “ya hubo inundaciones previamente, las últimas en 2022”, y lamentan la falta de acuerdos entre administraciones que impide desarrollar los proyectos que son imprescindibles. “Se sabe cuál es la solución, pero pasan los años y no se ejecuta”, señalan desde la AEQP.
Miles de vehículos arrastrados y millones de euros perdidos en maquinaria industrial
Paiporta: zona cero
En Paiporta, municipio ubicado en la zona cero de la catástrofe, los tres polígonos industriales quedaron asolados y convertidos en un lodazal, con enormes cantidades de maquinaria inservible y todo tipo de materiales colapsando la vía pública.
El Barranco del Poyo se desbordó en el municipio a las seis y media de la tarde, “expandiéndose de un extremo a otro, desde las primeras casas hasta la última nave industrial”, señala Silvia Muñoz, gerente de la Asociación de Polígonos Industriales de Paiporta (APIP).
A consecuencia de este fenómeno, más de doscientas empresas ubicadas en los polígonos se enfrentaron a una situación crítica: el 100% se vieron afectadas y el nivel de actividad aún era cero pasados más de quince días de la tragedia.
Necesidad de máquinas
Tardó semanas en entrar a los polígonos la maquinaria pesada contratada por la Generalitat Valenciana, siendo prioritaria la limpieza de las zonas urbanas.
Mientras tanto, las calles de los polígonos la Pasqualeta, la Mina o la Estación permanecían casi como el primer día. Fueron los empresarios y trabajadores quienes se dedicaron a la limpieza de calles e instalaciones, siendo imposible con sus medios hacer frente a los cientos de vehículos y materiales pesados en cada rincón.
La recuperación de servicios básicos, como agua potable y electricidad, llegó poco a poco y de manera desigual; además, la instalación eléctrica de las empresas, en un estado ruinoso, requiere afrontar una completa renovación. Algunas empresas de alimentación o de productos químicos se enfrentaban al problema añadido de tener que trasladar restos tóxicos a los lugares en los que se les pudiera dar el adecuado tratamiento.
Ante este panorama desolador la gerente de APIP indica que “esperamos y exigimos que se cumplan las ayudas prometidas por las administraciones públicas, porque las afectadas no son grandes multinacionales, sino pymes y empresas familiares que siguen afrontando sus compromisos de pago a pesar del desastre, y no podrán resistir durante meses”.
Repetición en Beniparrell
Pasadas las siete de la tarde el agua desbordó el cauce del Barranco del Poyo en el término de Beniparrell. Este pequeño municipio, con apenas 2.000 habitantes, es todo un referente empresarial, con más de quinientas empresas de diferentes tamaños y sectores: mueble, metalurgia, alimentación, logística, reciclaje, gestión de residuos…
Más de 9.000 trabajadores acuden a sus polígonos industriales, donde se estima que, aproximadamente, el 70% de las empresas han sufrido daños significativos en maquinaria, materias primas y estructuras.
“Se repite lo que ya ocurrió hace cuatro años”, declara con indignación Leonardo García, presidente de la Asociación Empresarial de Beniparrell (AEMBE). Entonces los daños fueron lo suficientemente graves como para obtener un compromiso de la Confederación Hidrográfica del Júcar y de la Generalitat Valenciana para ampliar el barranco.
Sin embargo, la historia vuelve a repetirse. “Estaban advertidos y no se realizó ni siquiera el mantenimiento mínimo del barranco”, lamenta García, quien reconoce que “el Ayuntamiento sí ha estado a la altura desde el primer momento y la coordinación entre nosotros ha sido clave. Con los pocos recursos disponibles, el apoyo de Fepeval, y la implicación de empresarios y trabajadores, se hizo una labor importante durante los diez días en los que aquí no vino ningún equipo de limpieza enviado por otras administraciones”.
En torno a 1.200 trabajadores de polígonos de Riba-roja pasaron la noche en sus centros de trabajo
Ayuda de otras regiones
En el caso de Beniparrell, es destacable la colaboración de otras áreas empresariales que se solidarizaron, especialmente la Federación de Polígonos de Aragón junto con Huesca. “Vinieron también equipos de Zaragoza y Burgos con maquinaria para ayudar, gracias a la cooperación de la Confederación Española de Áreas Empresariales”. Todo un ejemplo de ‘germanor’ empresarial interregional.
Para el presidente de AEMBE, “todo este mal que se ha producido debe servir para que se tomen medidas realmente contundentes. Esto debe marcar un antes y un después, como lo hizo la riada de 1957. No es solo un problema de optimizar los protocolos; necesitamos un proyecto de mejora de infraestructuras hidráulicas que elimine esta amenaza, cueste lo que cueste”.
Leonardo García concluye diciendo que “esperamos que se deje a un lado la burocracia, y que las ayudas lleguen cuanto antes a las personas y empresas que lo necesitan”.
Catarroja no se libró
Catarroja se encuentra al final de la Rambla del Poyo y tras atravesar su núcleo urbano, el cauce discurre por zonas de cultivo para morir en la Albufera. Sin embargo, estar en este punto de su recorrido no lo libró de la furia del agua, convirtiéndose en uno de los municipios más afectados. El torrente puso en peligro a su población y en jaque a las 450 empresas de su único parque empresarial.
El polígono industrial El Bony, en Catarroja, se caracteriza por sus parcelas de pequeño tamaño, donde predominan pymes y microempresas que se dedican a actividades como el suministro industrial, la carpintería y el mueble; o servicios como la reparación de automóviles. Además, el área cuenta con un gran número de trabajadores autónomos.
Tras la primera DANA, una segunda lluvia torrencial anegó Quart de Poblet a las dos semanas
A la cola de la ayuda
En el caso de Catarroja los perjuicios son similares a los relatados en otros núcleos empresariales, numerosos daños materiales y de vehículos, pero también en infraestructuras básicas y servicios de alcantarillado o agua corriente. Sin embargo, la entrada de las brigadas de limpieza contratadas por la Generalitat Valenciana se demoró más que en el resto, tal como lamentó Patricia Muñoz, presidenta de la Asociación Empresarial de Catarroja (AECA).
Ante la devastadora situación del núcleo urbano, el parque empresarial quedó a la cola y durante los primeros quince días sólo la labor de los empresarios y los medios conseguidos desde AECA sirvieron para mejorar la situación. Incluso las empresas proveedoras dejaron de servir a las que intentaban volver a la actividad, ante el riesgo que suponía para sus vehículos circular por el área empresarial.
Tras la tragedia, el sentimiento más común en las áreas empresariales es la necesidad de recuperar la normalidad para volver a la actividad. El presidente ejecutivo de Fepeval, Diego Romá, indica que “las áreas industriales afectadas concentran cientos de empresas y miles de trabajadores, cuya actividad y seguridad están en riesgo sin una respuesta adecuada. Es urgente reactivar todos los polígonos para garantizar la continuidad de las empresas y el empleo en estas comarcas, que poseen una fuerte base industrial”.