Existen junto al río Turia, desde hace décadas, una diversidad de asentamientos. Se trata de familias de escasos recursos que, sin acceso a viviendas al uso, decidieron hace años improvisar unas casuchas junto al paso del agua. A base de palos, maderas, desescombros de otras casas y, en definitiva, retales, improvisaron estas casetas para situarlas al paso del Turia a fin de disponer, al menos, de agua natural gratis.
Se trata de casetas muy frágiles, sin suministros ordinarios (gas ciudad o electricidad) y expuestas a las inclemencias y a la fauna del entorno. Viviendas alegales que principian junto al término de Ribarroja y se multiplican hasta el ensanche del nuevo cauce del río Turia, evidenciándose sobre todo en Paterna, Manises y Quart de Poblet. La crecida del río debido a la Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) ha arrasado con ellas.
Las administraciones
Estas viviendas, en las que habitan personas solitarias o familias con escasos recursos, han sido, en el mejor de los casos, dañadas violentamente con la crecida del río Turia, o directamente engullidas por completo por las aguas que al retornar a su caudal habitual las ha dejado inservibles debido a la frágil construcción.
La competencia sobre qué institución debe autorizar el asentamiento de este tipo de vivienda resulta poco clara. Cualquier paseante que transite por ese camino que va desde València hasta Villamarchante detecta esas casuchas. Tanto la Guardia Civil como la Policía Nacional y Policía Local de estos municipios antes citados circulan con vehículos adaptados por el lugar.
A través de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ), el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico es el competente en el lugar. No obstante, el paso del Turia, como hemos dicho, toca a varios municipios de las comarcas del Camp del Túria y de l’Horta de València, por lo que dichas administraciones locales también velan por la seguridad en estas áreas devoradas por la crecida del río.
Tazas de WC, maderos, neumáticos e incluso bloques de ladrillos se esparcen junto al río
Lejos de los centros urbanos
Según el tramo del río Turia donde han ido surgiendo estos asentamientos, la distancia a los centros urbanos se antoja más o menos compleja. También hay que señalar que según en qué lado de la orilla se han construido estas viviendas improvisadas, los espacios han sido habilitados o abandonados al crecimiento salvaje de la flora y fauna del entorno.
Así, la ribera del término municipal de Ribarroja se presenta como la más ancha y habilitada para el ocio de vecinos. Desde juegos infantiles hasta merenderos, pasando por una presa que da nombre a una de sus urbanizaciones. Enfrente, en La Cañada (Paterna), se alza la Casa Azud, bien fornida y en tiempos abierta al público.
El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico ha cortado diversos accesos
En estado salvaje
Río abajo, sin embargo, ya a la altura de Manises y Quart de Poblet, las orillas del río empiezan a descuidarse, sin puntos de agua ni zonas de ocio. Abandonadas al estado salvaje, es en estos tramos pertenecientes ya a la comarca de l’Horta donde se han levantado estas casetas ahora devoradas por las aguas.
El acceso a los núcleos urbanos de Manises se presenta muy complicado. Altos y empinados. Como en Quart de Poblet. En la zona de Paterna, al pertenecer a la ribera norte y más llana, resulta más sencillo. En La Cañada existe un largo vial de casi tres kilómetros que llega hasta el centro de esta conocida urbanización.
Por prevención se han colocado lonas de tela asfáltica sobre los restos de cañas y desechos
Carteles y cadenas
Una vez terminó la crecida del Turia como consecuencia de la DANA, que tantos daños ha causado en la provincia de València, el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico intervino para prohibir el acceso a los viales que, entre la Real Acequia de Moncada y el río, permiten acceder a estas casetas construidas a base de retales y desechos de otras viviendas. Carteles de prohibición y cadenas impiden el paso.
Diversas lonas de tela asfáltica han sido colocadas sobre ese conjunto caótico de restos de viviendas, cañas y barro. Esa amalgama resulta peligrosa al paso. Ha sido esa la primera medida visible por parte de la Confederación Hidrográfica del Júcar. La retirada de desechos diseminados requerirá de la intervención de un fuerte equipo de recursos humanos.
Flora arrasada
El color marrón predomina desde hace semanas junto al río Turia. Sobre esa base, producto de la crecida de las aguas que luego recobraron su cauce ordinario dejando ese manto de barro, uno puede ver tazas de WC, maderos, neumáticos e incluso bloques de ladrillos que formaban el refuerzo hecho a mano de algunas de estas viviendas devoradas por las aguas.
Un enjambre de cañas y de ramas de árboles aparecen amontonadas anárquicamente en la orilla de barro que el Turia ha dejado una vez se ha retirado. La salubridad también se ve amenazada; ratas de campo van de aquí para allá en un ambiente desolador que requerirá del acceso de maquinaria para poder retirar estas cantidades de flora y casas destruidas.