Entrevista > Juan Antonio Espinosa / Director de la Banda de la Sociedad Musical La Paz (Benidorm, 11-junio-1964)
Con más de cuatro décadas entregadas a la docencia, a la dirección de bandas y a la interpretación musical, el director de la Banda de la Sociedad Musical La Paz de Sant Joan d’Alacant, Juan Espinosa, hace balance de su intensa trayectoria.
Concluida su labor profesional, comparte sus vivencias, la influencia de grandes maestros, sus logros al frente de la agrupación, la conexión con la sociedad local y las lecciones aprendidas en el camino. Una mirada cercana y honesta a la pasión por la música, la formación continua y el relevo generacional.
Son más de cuarenta años dedicados a la docencia, dirección e interpretación musical. ¿Qué balance harías de tu trayectoria profesional?
En docencia son cuarenta y dos años oficiales, pues empecé con dieciocho a trabajar en un conservatorio, aunque si contamos desde los dieciséis dando clases de forma no oficial, serían cuarenta y cuatro. En dirección de bandas y orquestas llevo treinta y un años, desde 1992. ¿Qué me llevo de todo esto? Muchísima satisfacción. He tenido la suerte de trabajar en lo que me gusta, de formarme con grandes maestros que me ayudaron profesional y humanamente.
He construido una carrera con criterio, siendo resolutivo y profesional. He obtenido muchas satisfacciones, tanto con mis alumnos como con las diferentes bandas en las que he estado. Siempre he salido con un excelente recuerdo de cada lugar. Me quedo con la certeza de haber hecho las cosas lo mejor que he podido, con dignidad y profesionalidad.
«Estoy muy satisfecho de haber logrado que Sant Joan tenga una banda de referencia»
Tus primeros pasos estuvieron influidos por tu familia en Benidorm, y luego continuaste con maestros como Juan José Pérez Torrecillas o Francesc Cabrilles. ¿Cómo marcaron estos mentores tu forma de entender la música y la dirección?
Hay que comprender el contexto. Estamos en Alicante, una ciudad periférica respecto al núcleo de la música clásica centroeuropea (Alemania, Austria, Rusia, Hungría, Polonia). En los años 80 el Conservatorio de Alicante entró en la red del Ministerio, y eso hizo que llegaran profesores formados en Alemania, Estados Unidos y otros países europeos.
Tuve el privilegio de aprender con docentes que habían estudiado fuera: Juan José Pérez Torrecillas, Gutiérrez Viejo, Joan Iborra, Mella, entre otros. Todos ellos formaron a una generación de profesionales. Esto revolucionó la formación musical en la zona y me permitió aprender de auténticos maestros.
Hablemos de tu experiencia internacional. Has dirigido conciertos con solistas internacionales, y el gobierno austriaco te invitó a participar en eventos con motivo del Año Mozart. ¿Cómo influyeron esas vivencias en tu visión musical?
Fueron experiencias muy enriquecedoras. Por ejemplo, en el Festival de Santa Fiora, en la Toscana, me di cuenta de cuánto valoran los italianos la música española. Llevamos un programa con Beethoven y luego música española como El Amor Brujo o el Concierto de Aranjuez, y se entusiasmaron.
En Centroeuropa sucedió igual: en Innsbruck, con nuestro repertorio español y un gran guitarrista, también triunfamos. Estas experiencias me han hecho ver que lo nuestro, la música española, se valora mucho fuera.
«Sant Joan dispone de un magnífico conservatorio y profesores preparados»
Has estado catorce años al frente de la Sociedad Musical La Paz de Sant Joan, logrando premios y reconocimientos. ¿Cómo empezó todo?
Llegué a la Banda de Sant Joan casi por casualidad: se habían quedado sin director y necesitaban uno para un concierto inmediato. Un amigo me lo pidió y acepté ayudar. Me encontré con músicos muy motivados, responsables y con ganas de trabajar. Me propusieron quedarme y acepté, porque para mí es esencial trabajar con gente comprometida.
Primero, creé un ambiente agradable, de camaradería, donde los ensayos fueran un lugar cómodo. En ese momento había ciertos problemas internos, así que lo prioritario fue lograr que todos se sintieran a gusto.
¿Y los siguientes pasos?
Quise integrar la banda en la sociedad de Sant Joan, que no solo tuviera un círculo reducido de seguidores. Para ello, propuse que la banda participara en todas las fiestas del pueblo, evitando contratar a charangas externas. Así el dinero se quedaría en Sant Joan y los propios músicos obtendrían beneficios. Buscamos refuerzos de fuera para mejorar el nivel y reforzamos la escuela de dulzainas y percusión.
«Hay que dejar paso a las nuevas generaciones»
¿Se consiguió integrar pronto la banda en el municipio?
También involucramos a los alumnos del conservatorio en actos sociales, presentaciones de libros, eventos religiosos, actividades culturales, de modo que la música estuviera presente en la vida diaria del pueblo. Eso motivó a los estudiantes y vinculó la banda con la sociedad.
El siguiente paso fue conseguir un reconocimiento artístico más amplio. Apostamos por intercambios con otras bandas, participación en certámenes de prestigio (el Internacional de Valencia, el Provincial, el Autonómico). Subimos de nivel hasta llegar a primera categoría, con más de ochenta músicos, obteniendo premios importantes.
¿Qué te hace sentir el recuerdo de esos inicios?
Me siento muy satisfecho con todo esto. La banda es como un gran barco: el presidente es el armador, yo soy el capitán, la tripulación son los profesores y músicos, y el pasaje, la sociedad que disfruta de la música. Sin todos ellos, el buque no avanza. El director marca el rumbo, pero sin la implicación de todos no se logra nada.
«Llegué a la Banda de Sant Joan casi por casualidad»
De entre todos los premios obtenidos, ¿cuál recuerdas con especial cariño?
He ganado muchos certámenes con diferentes formaciones. Pero me emocionó especialmente el certamen de orquestas que ganamos, porque nunca había participado en uno. Grabar un CD, interpretar el Concierto Emperador de Beethoven en el Palau de les Arts con mi maestro Juan José Pérez Torrecillas tocando el piano fue inolvidable.
También fue importante ganar el certamen provincial con la banda, ir al autonómico y superar a una formación tan potente como la de Sagunto. Y en el Internacional de Valencia empatamos a puntos con la prestigiosa banda de Villar del Arzobispo. Cada certamen ha sido un momento de enorme satisfacción y orgullo, sobre todo por el trabajo altruista de los músicos.
¿Cuál dirías que ha sido el mayor desafío de tu carrera, tanto artística como docente?
El mayor reto siempre ha sido progresar, no estancarme. Después de cada éxito, empiezas de cero y hay que volver a generar motivación. Quizá el mayor desafío haya sido llevar a la banda de Sant Joan hasta el nivel que hemos logrado.
«Especialmente me emocionó el certamen de orquestas que ganamos, porque nunca había participado en uno»
Ahora llega tu despedida de la banda y de tu carrera profesional, y lo haces con un trasfondo solidario, ayudando a las bandas afectadas por la DANA en la provincia de Valencia. ¿Qué significado tiene que el broche final sea este acto de solidaridad?
Desde que ocurrió la DANA hemos hecho unos ocho conciertos solidarios. El de Santa Cecilia fue especialmente emotivo, con músicos de otras bandas de Benidorm tocando conmigo. Ahora, en el concierto de Navidad, además de celebrar las fiestas, ayudaremos a las treinta y una bandas de Valencia afectadas. Es esencial mostrar empatía.
Si esto nos hubiera pasado a nosotros, perderíamos nuestro local, instrumentos, partituras. Toda ayuda es poca. Más allá de las necesidades básicas, la música es vital para esas agrupaciones. Necesitan sus instrumentos, sus partituras, su espacio de ensayo. Cualquier apoyo económico o moral es importante. Incluso hemos contactado con bandas para realizar intercambios en el futuro. Nuestra sensibilidad es máxima, nos importa su bienestar y su continuidad.
Eres natural de Benidorm, has tenido una gran carrera allí y en Sant Joan. Has sido reconocido y querido en tu tierra. ¿Qué significan estos reconocimientos y cómo valoras tu vinculación con la vida cultural local?
Estoy muy contento y agradecido. Ser profeta en tu tierra no es fácil, y yo me siento muy reconocido. Siempre he intentado divulgar la música clásica, hacer que mis alumnos la amen como yo la amo.
La música clásica forma personas más felices y completas. Gracias a una red de conservatorios y profesores de calidad, ya no hay que moverse lejos para formarse. Mi objetivo es animar a las familias a que sus hijos estudien música, porque les proporcionará momentos inolvidables.
«Me pongo a disposición de la Sociedad Musical La Paz para lo que necesite»
Terminas una etapa, pero seguro que no es el final de tu relación con la música. ¿Qué proyectos personales o musicales tienes ahora?
Me pongo a disposición de la Sociedad Musical La Paz para lo que necesite. En Benidorm seguiré asesorando en el ciclo de órgano y colaborando con un curso internacional de música. Ahora tendré más tiempo para mi familia, para estudiar piano, que lo tengo algo aparcado, y para dedicarme a otros intereses musicales, como el órgano. Estoy abierto a colaboraciones y a proyectos que surjan.
Para quienes empiezan su formación musical o asumen responsabilidades directivas en agrupaciones, ¿qué consejo les darías?
Creo que hay que dejar paso a las nuevas generaciones. Yo podría seguir, pero es justo que otros tengan oportunidades. A los nuevos directores les pido humildad y rigor. Deben tener amplia formación musical, pero sobre todo humildad para valorar lo que tienen entre manos. Que no piensen: «Estoy aquí, pero aspiro a algo mejor».
Cada proyecto es valioso y debe tratarse como lo más importante. Como decía mi maestro García Asensio, el tiempo que dedicamos es oro molido. Hay que aprovecharlo dando lo mejor de uno mismo, respetando a los músicos, a los alumnos y a la música. Eso es la clave del éxito profesional.