Entrevista > Dario Quesada y Fernando Pardo / Windsurfista y entrenador
El próximo mes de septiembre, un día que se decidirá casi a última hora en función de las condiciones meteorológicas previstas, el regatista benidormense Darío Quesada afrontará el mayúsculo reto de unir Benidorm e Ibiza sobre una tabla de windsurf, en una travesía solidaria con la que pretende recaudar fondos con los que colaborar con Anémona, la asociación comarcal de mujeres con cáncer de mama y ginecológico.
Antes de eso, Quesada y su entrenador y hombre de absoluta confianza, Fernando Pardo, han previsto una serie de grandes entrenamientos que comenzaron el 13 de octubre con una travesía de ida y vuelta a Calpe y que continuarán con otras dos, también de ida y vuelta, entre Benidorm y el Cabo de Huertas y Tabarca.
Aunque el gran reto todavía está lejano, creo que las pasadas navidades las has pasado a remojo.
Darío Quesada (DQ) – (Ríe) Sí, desde luego. Esta Navidad la he pasado a remojo, entrenando bastante y preparando los recorridos de preparación de cara a esa gran travesía final a Ibiza.
Unas travesías de preparación que ya comenzaron el 13 de octubre con una primera gran salida de ida y vuelta entre Benidorm y Calpe, la cual se complicó por las condiciones de viento y mar, pero ¿acabasteis satisfechos?
Fernando Pardo (FP) – Muy contentos y, además, ilusionados. Empezamos con mucha ilusión y prácticamente, hasta que no estábamos en la vuelta, no se perdió, porque también era la primera travesía de prueba y de toma de contacto.
En esta ocasión, Darío iba navegando y siempre veía tierra. Fíjate, llegamos a Calpe después de cuatro horas, aún teníamos que volver y seguíamos con la ilusión intacta porque siempre veíamos los edificios de Benidorm en el horizonte.
El punto de referencia, cuando toque cruzar a Ibiza, no se tendrá. De hecho, habrá un trecho muy largo en el que no se verá tierra en absoluto y eso va a añadir dificultad en el plano mental. Ahora hablaremos de eso, pero ¿qué conclusiones sacaste del comportamiento de Darío en ese primer gran entrenamiento?
FP – Tuvimos un par de barcos que nos acompañaron y también estuvieron con nosotros las chicas de Anémona, que remaron todo el trayecto. A nivel de navegación, lo más complicado llegó en el momento de salir de la bahía y cruzar Serra Gelada. Nos encontramos vientos de doce nudos y con una corriente pegada al acantilado que nos costó pasar.
Ahí ya empiezas a tomar nota de las dimensiones de lo que nos podemos encontrar camino de Ibiza.
«Esta Navidad la he pasado a remojo, entrenando bastante y preparando los recorridos de preparación de cara a esa gran travesía final a Ibiza» D. Quesada
Ese viento y esa corriente, pese a estar tan cerca de la costa, imagino que sirvieron para darte un importante toque de atención respecto a lo mucho que se pueden complicar las cosas camino de Ibiza.
DQ – Sí, porque eso son palabras mayores y, aunque ya lo sabíamos, nos ha recordado que es algo que tenemos que entrenar previamente. Por ejemplo, el viento que tuvimos, vimos que era bastante ‘anortado’ y eso, si se repite camino de Ibiza, va a provocar que la travesía se nos haga muy larga.
Teniendo todo eso en cuenta y en un invierno que está siendo muy bueno en lo climatológico, quizás te vendría bien que saliera un día de temporal fuerte, para testarte en caso de que te salga un día ‘chungo’ cuando te toque asumir el gran reto.
DQ – Pues estaría muy bien porque el Levante normalmente, cuando amanece, empieza a levantar según va calentando el sol y al mediodía es cuando tienes todo el viento, toda la potencia; luego según va cayendo el sol va a menos. Con lo cual a nivel de navegación de forma práctica interesa, porque empiezas flojo, luego vas a tope y luego va disminuyendo.
Decíamos que ese primer gran entreno entre Benidorm y Calpe se complicó. ¿Por qué?
DQ – Me di cuenta muy pronto de que no iba a ser fácil. Cuando salgo de puerto y cojo la bocana ya veo que no voy a tener viento de Levante, que era la idea inicial. Con ese viento, la travesía iba a ser de unos treinta o treinta y cinco kilómetros a lo sumo.
Pero ya vimos que, como decía Fernando, íbamos a tener que cruzar Serra Gelada con vientos de doce nudos y mucha ola. Lo que más me costó, sin embargo, fue pasar la bahía de Altea. Entre el viento y la ola, esa travesía acabó siendo de setenta y cuatro kilómetros.
«En el recorrido a Calpe me di cuenta muy pronto de que no iba a ser fácil» D. Quesada
Y, sin embargo, creo que tuviste muy buenas sensaciones y, de hecho, apenas paraste en Calpe para recuperar.
DQ – Así es. Apenas paramos cinco minutos.
En total del reto, ¿cuántas horas fueron?
DQ – Siete horas y veintiún minutos. Si hubiesen sido las condiciones ideales de viento, las que teníamos previstas, creo que habrían sido tres horas.
Desde el barco de acompañamiento y, de nuevo, pensando en cómo se pueden complicar las cosas, ¿cómo se vio a Darío?
FP – Iba bastante suelto. Lo más molesto, más que el viento, es la ola, porque tiendes a derivar más, a perder más grados respecto a tu objetivo y te hace ir mucho más incómodo.
«La travesía de Calpe tendría que haber sido de 35 kilómetros, pero acabé haciendo 74» D. Quesada
Todo esto, en cualquier caso, sólo ha sido la primera piedra de toque para ese reto previsto para septiembre de unir Benidorm e Ibiza en una travesía solidaria en beneficio de Anémona, por lo que lo más importante es que la gente colabore para ayudar en la investigación contra el cáncer de mama y ginecológico.
DQ – Sí, porque todo el mundo puede apoyar con su granito de arena. No hay una cantidad mínima, cada uno que ponga lo que quiera. Todo es bienvenido.
La travesía es totalmente solidaria y las aportaciones se deben de hacer directamente en la cuenta de Anémona, poniendo como concepto de la transferencia ‘Travesía solidaria Darío Quesada’. Además de eso, las empresas que lo deseen pueden patrocinar el evento en sí.
Antes de cruzar a Ibiza, todavía tienes previstas otras dos travesías de preparación, ambas de ida y vuelta, al Cabo de Huertas, en Alicante, y a la isla de Tabarca. ¿Qué buscas con ellas?
DQ – El primer objetivo es seguir dándole difusión al reto final y, sobre todo, a Anémona. Al final, todo lo hacemos porque es un proyecto muy bonito.
También me van a servir para ver cómo estoy físicamente y comprobar si tengo que entrenarme más fuerte de cara a la tercera travesía, o si tenemos que cambiar hábitos de entreno.
Quedó claro en Calpe, cuando pasasteis de los treinta y cinco kilómetros previstos a setenta y cuatro. Por ello, supongo que los retos de Cabo de Huertas y Tabarca, sobre todo este último, ya buscan exponer a Darío a condiciones mucho más duras en todos los sentidos.
FP – En esas travesías la cosa ya cambia bastante porque ahora vamos a ir prácticamente, entre comillas, a mar abierto. El Cabo de Huertas parece que está cerca, pero no lo está. Cuando estemos a mitad de recorrido, la distancia con la costa será de bastantes millas y estaremos en medio de la nada.
«Todo el mundo puede colaborar haciendo su donativo directamente en la cuenta de Anémona» D. Quesada
En este tipo de iniciativas la seguridad es primordial y tú eres el responsable, en un momento dado, de pararlo todo y suspender el reto si las cosas se complican en exceso.
FP – Darío es un regatista muy experimentado y también lleva encima una boya de balizamiento con localización GPS. Además, cuando vamos pasando cerca de los clubes náuticos, vamos avisando de que estamos en la zona para que tengan constancia de ello y puedan ayudarnos ante cualquier eventualidad.
El peor escenario posible es el del pesquero o el buque grande que no te ve y que te aborda. Todo eso lo tenemos que tener siempre muy presente y muy controlado desde el barco de apoyo.
Sobre eso, ¿cuál es el mayor peligro real?
FP – Un momento malo en ese sentido es la noche. Cuando crucemos a las Baleares nos meteremos en una vía de tránsito de buques y de pesqueros. Ellos van navegando, pero también pueden llevar el piloto automático puesto y, aunque lleven sus detectores, nosotros somos muy pequeños. Por ello, cuando lo ves llegar, lo mejor es que te apartes y los dejes pasar porque ellos no van a frenar.
Más allá de esos peligros objetivos, ¿qué es lo que a ti te da más respeto?
DQ – La propia mar. En realidad, no le tengo miedo a nada concreto, pero al mar hay que tenerle siempre muchísimo respeto. En el plano deportivo, lo que más temo son las encalmadas y que me tenga que tirar horas ‘flotando’. Eso es insoportable. Te desesperas porque no puedes navegar y eso es terriblemente frustrante.
«El peor momento de la travesía llegará por la noche con el tráfico marítimo» F. Pardo
Hay gente que le tiene fobia absoluta a pensar en meterse en el mar por la noche. Para ti, será obligatorio navegar algunas horas nocturnas.
DQ – Sí, pero no me da miedo. Lo único es que, como decía Fernando, tendremos que ir con mil ojos, y en su caso tendrán que ser tres mil. Yo llevaré un pequeño foco para poder ver mejor a proa y ver esos diez o quince metros que te hacen falta.
En esa última travesía de preparación hacia Tabarca, ¿cuál es el plan? ¿’Tocar pared’ y volver o darle la vuelta a la isla?
DQ – Es una cosa que tengo que hablar con Fernando.
¡Pues te está mirando con ojillos de querer fastidiarte!
DQ – (Ríe) ¡Pues entonces ya lo tengo claro: me toca dar la vuelta! Todo dependerá de cómo me vea de cansado. A mí, en todo caso, me gustaría darle la vuelta. Ya lo he hecho y es algo muy bonito. Si el cuerpo puede, me encantaría hacerlo.
«Por la noche tendré que ir con mil ojos, y Fernando tendrá que ir con tres mil» D. Quesada
Teniendo en cuenta que será la última travesía antes de Ibiza, ¿la planteáis con descanso o del tirón?
FP – Esto va a ser con un poco de descanso porque la travesía va a ser bastante dura.
¿Qué parte es la más complicada?
FP – Será la segunda parte, una vez que pasemos el Cabo de Huertas porque allí, seguramente, nos vamos a encontrar más viento y peores condiciones.
DQ – Siempre me pongo en el peor escenario posible y espero que, según va calentando el sol, irá aumentando el viento y la ola. Si nos entra Poniente o Levante, va a ser bastante duro.
¿Alguien ha intentado el cruce a Ibiza antes?
DQ – Sí, pero no desde Benidorm. En el año 90 se hizo desde Dénia. El que lo hizo tuvo una ‘encalmada’ de tres horas y tardó unas catorce. Y eso que iba con una tabla casi el doble de rápida que la mía.