Entrevista > Isabel Tendero / Catedrática en Orientación Educativa en el IES María Blasco de San Vicente
El acoso escolar continuado -desde hace unos años llamado bullying- ha sucedido siempre, aunque ahora es verdad que es más feroz y persistente. Décadas atrás, muchos niños sufrían todo tipo de insultos, vejaciones o humillaciones, pero llegaban a su casa y ahí sentían paz, nadie les podía molestar en su ‘reino’.
En la actualidad todo se ha intensificado notablemente, por medio del ciberacoso, subraya la catedrática en Orientación Educativa Isabel Tendero, cargo que ocupa en el IES María Blasco de San Vicente desde hace once cursos. “Puede tener consecuencias horribles para el acosado”, advierte.
También nos hablará de la masa silenciosa, aquella que observa cómo se lleva a cabo el acoso, que sabe perfectamente quién lo está produciendo -sin ser siempre conscientes del daño que provoca-, pero calla, porque tiene miedo a igualmente ser acosado. Sin duda, “el miedo hace muchísimo daño”.
Aumento tras la pandemia
Asimismo, siente que este ciberacoso ha aumentado tras la pandemia, pese a no haber estadísticas que lo corroboren. “Ese periodo disparó como la espuma el abuso y uso inadecuado de las redes sociales”, sostiene, con discursos de odio, cargados de violencia verbal, además de amenazas e intimidaciones por dichas redes.
“Las consecuencias se evidencian en la subida de trastornos socioemocionales en la infancia y adolescencia”, indica, con un mayor número de autolesiones, pensamientos e intentos de suicidio. Después de la pandemia, insiste, nos encontramos a un alumnado más vulnerable a nivel personal, emocional y social, “menos armado, con baja autoestima y con dificultades para afrontar situaciones conflictivas.
Estas personas acaban convirtiéndose “en presa fácil de los agresores, que fortalecen su poder intimidando y denigrando”. Por ello, tanto agredido como agresor precisan ayuda, siendo los centros educativos los que deben fomentar la educación emocional, y las familias acompañar.
«La pandemia disparó el abuso y uso inadecuado de las redes sociales, con discursos llenos de violencia y odio»
¿Cómo se produce ahora el acoso en las escuelas?
La forma de maltrato se ha diversificado: el que tiene más riesgo y peligro es el ciberacoso (o ciberbullying), que es anónimo, sumamente expansivo y fácil de difundir. Se ha convertido en un arma muy destructiva.
El alumnado actual no es el de hace una década. Muestra notables carencias afectivas, es muy prepotente y tiene unos padres que no están.
¿A qué te refieres con ‘no están’?
Que hacen la ‘vista gorda’ o le dan de lado al problema. No ven que ser agresivo -la mayoría verbalmente- tiene graves consecuencias para el chico: detrás de estos alumnos acosadores normalmente se encuentran familias despreocupadas por la educación de sus hijos.
Antaño nos marcaban unos límites, los padres ‘estaban’, no eran ausentes, pese a que igualmente trabajaban. Hacían un seguimiento de su hijo, pero ahora menos, han delegado en el móvil; los hijos están localizados -por ejemplo, el sofá o su habitación- pero no se comunican con ellos.
El alumno actual es solitario.
Hace años había más apego entre los familiares, mientras hoy en día es todo más individualizado, el alumno va solo. Muchos padres están separados -ambos trabajan, delegan en los abuelos- y proporcionan a veces pautas no pactadas en común y contradictorias.
Falta mucho más diálogo entre las familias, han de estar más atentas a las necesidades emocionales y afectivas del menor. Las solapan de otro modo, a base de regalos o premios. Tenemos un alumnado que se frustra rápidamente, es poco tolerante, con numerosas carencias comunicativas y de vínculos familiares.
«Nos encontramos ahora con un alumnado mucho más vulnerable a nivel personal, emocional y social»
Habrás visto barbaridades.
Tales como bebés con el móvil, en el carrito. Estamos creando unos niños con una falta de conocimiento emocional terrible. Como decía, no saben actuar, enfrentarse a la frustración, a ciertos límites que no se pueden pasar, porque no están acostumbrados que les digan no.
Las redes sociales, además, muestran mucho contenido de odio y violencia, sobre todo verbal, una de las formas más evidentes de maltrato. ¡No hay filtros! Y el anonimato hace que no duden en dañar profundamente.
Ponnos algún caso.
Recientemente observamos un alumno que estaba demasiado pasivo en clase. El equipo docente solicitó una evaluación socio-psicopedagógica, mientras los padres negaban, señalando que mi hijo siempre ha ido muy bien en los estudios.
Les preguntamos acto seguido, ¿no ven que el rendimiento ha caído drásticamente? La tutora, que posee esa sensibilidad, empezó a indagar y les espetó que cuestionen al chico cómo estaba en el colegio. Se trataba de un inicio de acoso, por parte de su grupo de amigos, que le habían separado y estaba aislado.
Muchas veces nos dicen “se aísla”, pero debemos ver si se aísla porque es introvertido, carece de habilidades sociales o se autoaisla porque le han hecho el vacío. Es una forma de maltrato social.
¿De dónde procede tanta rabia?
Puede ser que vivan en entornos con violencia intrafamiliar, que generan odio. Cuando llegan a la adolescencia se dan cuenta que no pueden autocontrolarse, gestionar la rabia, regular sus emociones. De igual modo, un niño acosado puede ser después acosador.
Todo procede de su propio trauma, la impotencia de no haberse podido defender en ese momento. Se dedica entonces a atacar, siempre a alguien más vulnerable, débil, aquel que nunca le va a responder.
«Un niño acosado puede después convertirse en acosador, buscando al débil, el que nunca le va a contestar»
¿Por qué?
Buscan fortalecer su poder, someter al otro. Muchos de estos alumnos vienen del propio fracaso escolar: esconden su debilidad -sus limitaciones académicas-, no saben gestionar esa rabia, que sacan llamando la atención de otros.
Hablo de repetidores, los que pertenecen a familias agresivas, los que ven mucha violencia en la televisión o internet, los que pasan muchas horas con videojuegos violentos… Lo peor para un estudiante es la falta de actitud.
¿Tanta desmotivación apreciáis?
¡Por supuesto!, en el perfil del acosador percibimos más desinterés, fracaso escolar, episodios de violencia, como apuntaba para destacar, llamar la atención. Para hacerse ver, ser poderoso, tiene que anular a alguien, pues lo que sufre la víctima es una denigración, una desvaloración.
Ellos saben qué es lo más importante, los estudios, pero no poseen esos hábitos ni una planificación, que conlleva un esfuerzo. En general, el mayor saboteador del estudiante es el móvil y las pantallas, el gran enemigo de los estudiantes.
¿También las redes sociales?
Se han convertido en imprescindibles para ellos, igual que los móviles. Por otro lado, ha sido un acierto su prohibición en los centros, pero se tenía que haber producido mucho antes.
«Los alumnos saben perfectamente qué es lo importante, los estudios, pero les cuesta mantener los hábitos»
¿Qué consecuencias puede haber para los acosados?
Primero quisiera remarcar las alertas, las señales, es decir, cuando un alumno le dice a su madre que no quiere ir a la escuela. Se pone nervioso, con ansiedad, sufren dolor de pecho, de cabeza, pesadillas, no duermen bien… También conductas autodestructivas, se autolesionan, porque ellos empiezan a desvalorarse.
Si le sucede a un agredido sin fortaleza emocional, cala dentro de ellos, tiene un gran impacto psicológico. Ese maltrato físico y verbal, mediante mensajes o mails insultantes ¡claro que tiene fuertes consecuencias!, y en los casos de mayor gravedad puede causarles traumas o fobias (escolares, sociales). Al final no quieren salir de su casa, ni de su habitación, ¡ni de su cama!
¿Estos traumas pueden llegar a la edad adulta?
Aunque hayas superado esa etapa, ese trauma (latente) podría explotar, en cualquier momento. Una situación te lo puede activar, te provoca el recuerdo y te traslada a ese instante.
Muchos adultos que han ido a terapia se dan cuenta entonces que su problema procede de ese daño psico-emocional que sufrió durante la infancia o adolescencia.
Háblanos de la importancia de la masa silenciosa.
Es determinante. En una situación de acoso, los compañeros o espectadores se callan porque hay un miedo a que les ocurra lo mismo. Optan por estar en silencio, presenciando todo en muchas ocasiones.
Esa masa silenciosa, que debería enfrentarse, a veces no es del todo consciente del daño. Por ello se ha de sensibilizar desde toda la comunidad escolar y entorno familiar.
«Ha sido un acierto la prohibición de los móviles en los centros escolares, pero se debería haber hecho antes»
Por otro lado, ¿cuál es el papel de los orientadores?
Respecto a los acosadores trabajamos mucho la empatía, que se pongan en el lugar del otro, que vean las consecuencias y ejerciten el autocontrol, la gestión de la rabia que hablaba previamente. Intentamos hacerles sensibles a las emociones que tienen, ¡conocerse a sí mismos!, saber por qué actúan así, yendo a la causa que produce esa consecuencia.
Trabajamos muchísimo en la prevención, el TEI (Tutorización Entre Iguales), focalizado en alumnos de Tercero de ESO que tutorizan a los de Primero. Muchas veces es más fácil que sus problemas se los comenten a un compañero que a nosotros o los padres.
¿Cómo actúa el centro al detectar un caso de acoso?
Con contundencia, cortándolo inmediatamente. El objetivo es proteger a ese alumno, darle confianza, que se sienta seguro y crear redes afectivo-emocionales. Se reacciona desde todos los ámbitos de la comunidad escolar sobre los implicados (alumnado agresor y víctima). Si es necesario se interviene en el grupo de clase.
Por lo tanto, es básico el profesorado.
Claro, así como la comunicación entre nosotros. En el IES María Blasco contamos con un Cuaderno de Tutoría (virtual) en el que alertamos sobre éste u otro alumno: estamos atentos y colocamos observadores, otros compañeros que anónimamente nos informan.
Seguidamente vamos haciendo entrevistas individuales, sin que intercomuniquen, y después todos juntos. Analizado el caso se toman las medidas disciplinares y educativas convenientes. Por último, si así lo consideramos, hacemos una mediación restaurativa.
«Trabajamos la empatía, que se pongan en el lugar del otro, vean las consecuencias y ejerciten el autocontrol»
¿Informáis a los padres?
A los de ambos, acosado y acosador. Un gran problema sigue siendo la falta de comunicación entre padres e hijos. Nosotros les instamos a que se sienten con ellos y les pregunten, averigüen qué sucede.
Los padres nos dicen es que no hablan. Llegan entonces a nosotros y habitualmente les hacemos reflexionar y cuentan todo, sin remover el trauma. ¿Qué cambiarías para estar mejor, más cómodo?, les cuestionamos.
¿Algo más que quieras añadir?
Me gustaría incidir que no todo es maltrato ni acoso, porque para que se produzca no debe ser puntual, sino prolongado en el tiempo. Puede darse en todos los niveles educativos o clases sociales, siendo más habitual en los primeros años de la ESO -Segundo y Tercero-, momento en que la personalidad se va forjando y también el grupo de amigos.
Es necesario concienciar, sensibilizar a toda la comunidad educativa para prevenir, tratar e intervenir. También crear escuelas donde se fomente el respeto y la tolerancia.