Nacido en Orihuela, Manuel Hernández pasó los primeros años de su vida en San Miguel de Salinas, de donde era originario su padre. Sin embargo, su madre amaba tanto nuestra localidad que quiso que estudiara en el antiguo colegio Jesús Maestro, donde se ubica actualmente la Biblioteca Pública.
El tiempo le llevó a la enseñanza, resultando un excelente profesor, catedrático incluso. Seguidamente, entre 2003 y 2007 simultaneó su profesión con la de Concejal de Cultura, Educación y Fiestas del Ayuntamiento de Orihuela, “gracias a que las clases las impartiría por las tardes”, recuerda.
Esta impagable labor le llevó a ser nombrado a finales de noviembre Caballero de la Real Orden de San Antón. Otros de sus logros, ser distinguido como Síndico Portador de la Gloriosa Enseña de ‘El Oriol’, “Representante del pueblo ante el Rey”, y dirigir la Fundación del Patronato Histórico-Artístico de la Ciudad de Orihuela.
¿Por qué se hace Ingeniero Técnico Industrial?
Se trataba de una carrera sobre motores, sector que siempre me fascinó. De hecho, me especialicé en Maquinaria y Motores en València.
«Entré como profesor casi por casualidad, pero me dieron muchas horas y tuve que renunciar a mi trabajo»
¿Cómo surgió lo de dedicarse a la docencia?
Cuando finalicé la carrera marché a la mili y, al regresar, me incorporé a una firma de estructuras metálicas, Cicop, una curiosidad porque había estudiado Motores, como decía.
Durante esos años, finales de los setenta, comenzó a reflotar la Formación Profesional, porque hasta ese momento básicamente había un bachillerato laboral. Hacían falta profesores, me lo propusieron y acepté.
Pero ya tenía un empleo…
Me dijeron que le dedicaría apenas unas horas a la enseñanza, completando unas especialidades nuevas, en el turno de noche. Entonces había la dedicación plena, normal y exclusiva.
Al final me pusieron una exclusiva, con horas de aquí y allá. Así entré como profesor, renunciando a mi trabajo un año más tarde.
¿Qué encontró diferente en la enseñanza?
¡No tenía nada que ver! En la compañía estaba expuesto a muchísimas presiones, mientras en la docencia todo era mucho más relajado, programado… También veía la evolución de los propios alumnos, sentía gran empatía con ellos, y me enganchó.
Al curso siguiente me presenté a unas oposiciones, que suspendí. Un año más tarde hice lo propio con las de Tecnología de Delineación, las aprobé y me dieron plaza en Orihuela, que es donde quería estar.
«Durante mi periplo como concejal abrimos un instituto en Orihuela Costa, un colegio en Raiguero de Bonanza…»
¿Hasta que se jubiló?
Exacto, en 2012, pero no por edad, sino por una grave enfermedad que sufrí a los cincuenta y siete años. Por fortuna la superé y hago una vida totalmente normal.
Hablemos de su etapa en la política.
Pude introducirme en el Ayuntamiento debido a que daba clases a Ciclos Formativos de Grado Superior, con un horario de tarde-noche. Por la mañana acudía al consistorio, siendo cuatro años de enorme intensidad y trabajo, comenzando con Cultura y Educación.
Pero por problemas internos me tocó también Festividades, con las veintitrés pedanías que cuenta la ciudad, cada una su celebración… Sin olvidarnos de la Semana Santa -lo que significa para cualquier oriolano-, la Virgen de Monserrate, Moros y Cristianos o el Mercado Medieval.
¿Pasó algún hecho relevante durante esos cuatro años?
De milagro no me encontré las maletas en la puerta de mi casa (ríe). Sí hubo muchas tensiones entre los grupos, que siempre se siente mucho más que estando en la oposición.
Sin embargo, esos problemas del día a día se acaban olvidando y quedan los buenos momentos, los logros conseguidos, como la apertura de un instituto nuevo en Orihuela Costa -donde era más que necesario, un colegio en Raiguero de Bonanza y otro con los proyectos ya aprobados en el centro.
«Presidí a lo largo de dos intensos años la fundación que custodia el patrimonio histórico-artístico de Orihuela»
Además de la biblioteca María Moliner.
Construida sobre los restos del Hospital Viejo. Se hizo un concurso al que concurrieron arquitectos de todo el país, quedando adjudicado el proyecto que se iba a llevar a cabo y la demolición.
¿Por qué razón dirigió la Fundación del Patronato Histórico-Artístico?
Esta institución constaba de obras de arte y otros elementos históricos de la ciudad. Había que custodiarlo y en los años cuarenta el obispo Luis Almarcha -natural de Orihuela- fundó un patronato, compuesto por la iglesia, el Ayuntamiento y otras entidades locales.
Siendo Concejal de Cultura vinieron a hablarme del Patronato, que entonces no poseía ningún fundamento jurídico. Hicimos una consulta y creamos una Fundación, que presidí durante dos años.
Finalmente, ¿qué sensaciones tuvo al ser nombrado Caballero de la Orden de San Antón?
Fue una jornada muy bonita, una distinción que procede de un barrio un poco apartado de Orihuela, pero por el que todos pasamos cuando son sus fiestas. ¡Estoy muy agradecido!