Hay bares con terrazas. Árboles en las aceras, banquitos. Está delimitada, en su extremo sur, por la plaza de la Diputación, con su rosa de los vientos, y al norte por Pintor Sorolla-Taibilla, que transforma en Logroño la hoy ya veterana (bautizada así el 6 de junio de 1979) calle santapolera Maestro Alfosea. Vale, ¿y quién era este profesor? Como la mayoría de ‘maestros’ en los callejeros, un músico. Y ciertamente importante.
Que no nos confunda su carácter sencillo, afable, modesto, que dicen que impregnaba el alma de José Alfosea Pastor (1891-1964), o su origen un tanto humilde, quizá impidiéndole acceder a una mayor formación académica. De sus más de obras, en su mayoría pasodobles premiados incluso en el ámbito nacional, buena parte continúan interpretándose por bandas musicales del país.
Sin conservatorio
En cuanto a su origen, era hijo de José Alfosea Castaño, barbero de profesión y oficio, y Vicenta Pastor Sabuco, ama de casa. No es que pasara penurias esta familia domiciliada en la, por otro lado, céntrica calle de Elche. Pero aún no existía escuela musical donde marchar en esa entonces muy pequeña ciudad (con 4.201 habitantes en 1900), cuyas actividades pesquera y mercantil habían hecho crecer desde la anterior centuria.
No había dónde acudir para aprender música de manera profesional. El alicantino Conservatorio Superior de Música Óscar Esplá (CSMA), llamado inicialmente Instituto de la Música del Sureste, no abriría sus puertas hasta 1958, y la Escuela de Música santapolera, la, precisamente, Mestre Alfosea, no se fundaba hasta 1992. No obstante, las gentes autodidactas no existen, siempre hay un aprendizaje detrás. También aquí.
La Escuela de Música Mestre Alfosea no se fundaba hasta 1992
De barbero a músico
Al futuro maestro musical Alfosea lo que le tocaba era ayudar en la barbería de su padre, como luego, durante la Guerra Civil (1936-1939), tendría que hacerse cargo de la que había abierto su hermano Ángel en Alicante ciudad. Este fallecía asesinado bajo el bombardeo al Mercado Central, el 25 de mayo de 1938. El caso es que, joven santapolero en el día a día, las biografías lo asocian a las formaciones musicales vinaloperas.
También anotan que quien le enseñó solfeo fue Diego Ponce de León, sin aclarar más datos. Pudiera ser el santapolero (1876-1936) que ejerció de farero de la Mola (Formentera) y de Botafoc (Ibiza), y que también presidió Acció Republicana (1925-1934), a quien algunas fuentes le anotan estudios musicales. Pero esto aún continúa en la leyenda que toda biografía entreteje (la de este Ponce de León y la de Alfosea).
Los recortes biográficos lo registran dirigiendo el Orfeón Español de Argel
Estudios a distancia
Sí se sabe que obtuvo finalmente diploma, ya que consiguió la certificación correspondiente al apuntarse con veinticuatro años a la academia de enseñanza por correo (equivalente, claro, a las actuales ‘on-line’, ‘por ordenador’) Erviti de San Sebastián, fundada por el compositor y docente de origen pamplonica José Erviti Segarra (1852-1900), especializado en música popular, como pasodobles. Sea como fuere, nuestro santapolero arranca como músico.
Desde muy joven incluso. Los recortes biográficos lo registran dirigiendo el Orfeón Español de Argel, localizado en el hispanizado arrabal de Bab el Oubed y desaparecido cuando los intentos de politizar la formación la agostaron, o la ilicitana banda Blanco y Negro (1902-1923). Pero llegaría el momento de su traslado a la capitalina Alicante en 1934, aprovechando que parte de su familia, como su hermano, ya lo habían hecho, en busca de oportunidades laborales.
Dirigió la alicantina Banda de la Cruz Roja hasta jubilarse, en 1960
Director de banda
Antes, por fuerza mayor, de ocuparse de la barbería, siguió con la música. Ese 1934 había sido nombrado director de la Banda de la Cruz Roja, con sección de cornetas y tambores. En realidad, pese a los huecos señalados, como el paréntesis barbero, Alfosea desempeñó oficialmente ese cargo hasta jubilarse, en 1960. No iba a estar mucho tiempo de brazos cruzados, si vemos el año de su defunción.
En todo caso, su ligazón con dicha formación musical, cuyos sones acompañaron el entierro del músico, fue bastante estrecha. Pero no adelantemos acontecimientos. Aún quedaba espacio para algo. En concreto, para componer esos más de dos centenares de piezas. Temas que resultaron tan pegadizos como para animar los alberos del país en tardes de toros, o las calles y plazas españolas en desfiles y procesiones.
Piezas varias
Contribuyó notoriamente a ello el grabar para la firma española Discos Columbia, fundada en San Sebastián en 1935 (y trasladada a Madrid en 1957) y también operativa bajo los sellos Regal y, para Iberoamérica o incluso África y otros muchos países, Alhambra. Su música pronto se volvió popular. Tiempos de pasodobles como ‘¡El Jalifa llega!’ (1923), ‘Mis amores’ (1943), ‘Ramón Gilabert’ y ‘Francisco Alberola’ (1949).
O también ‘Señorío español’ y ‘Perla alicantina’ (1951), ‘¡Valcárcel! ¡Viva Alacant!’ o ‘Gastón Castelló’ (1964). Quizá la colección de cantos marineros ‘Brisas del mar’ (1951), o temas religiosos como la ‘Plegaria a la Virgen de Loreto’ (1964). Composiciones que, para los expertos, saben virar con maestría del ‘fortíssimo’ al ‘pianíssimo’, del metal al viento. Para escuchar por tu calle, sea la del Maestro Alfosea santapolera, sea la alicantina Músico Alfosea, en el Barrio Virgen del Remedio. Que no paren los sones.