Seguramente la mayoría de nuestros lectores le identifiquen sobre todo por su papel de ‘Leo’ en ‘La que se avecina’. No obstante nuestro protagonista ha trabajado también en otras series de éxito como ‘Olmos y robles’ o ‘Servir y proteger’, en algunas películas y sobre todo en numerosas obras de teatro ya sea como actor, productor o guionista.
Hoy hablamos con Luis Miguel Seguí (Alicante, 4-octubre-1976). Si bien hace ya muchos años que se marchó a comerse el mundo, no olvida su infancia en Carolinas Altas cuando soñaba con ser el gran actor en el que se ha acabado convirtiendo.
«Mis padres fueron como diría Antonio Recio… construyeron un imperio de la nada»
¿Cuáles son tus raíces alicantinas?
Nací en una casita que estaba muy cerca de la plaza Manila. Entonces mis padres tenían un puesto de ultramarinos en el Mercado de Carolinas, y unos años más tarde se construyeron una casa nueva en la calle Doctor Nieto.
Ellos eran muy emprendedores, yo siempre les recuerdo trabajando. Como mi madre era gran apasionada de la moda, alquiló una tienda de ropa de niños llamada ‘Bebitos’ y a partir de ahí creó varias tiendas de ropa más. Luego se dedicaron al alquiler de locales y viviendas. En definitiva, como diría Antonio Recio… construyeron un imperio de la nada (risas).
¿Cómo recuerdas tu niñez?
Como mis padres trabajaban tanto durante todo el día, me pasaba muchas horas con mis abuelos en un campito que tenían. A veces me dicen que soy muy disciplinado, y es normal porque eso es lo que siempre he visto en casa.
Curiosamente son dos personas sin estudios, hijos de la Posguerra, que apenas sabían leer o sumar. Sin embargo a base de mucho trabajo, y a veces de fracasar y saber levantarse, consiguieron todo lo que lograron. Y es que en muchas ocasiones el esfuerzo es más importante que el propio talento.
¿Y a ti por qué te dio por ser actor?
Desde que tengo uso de razón no tengo otra cosa en la cabeza. Aunque es verdad que de niño jugaba al fútbol, pero en el fondo ya sabía que eso era un sueño imposible porque era muy malo (risas).
Creo que todo nació cuando mi madre me llevó una vez al cine Avenida que estaba en la Rambla. Yo tenía unos cinco años y vimos una reposición de ‘Superman’. Recuerdo que me quedé tan impactado con esa película que al llegar a casa dije… yo quiero hacer eso. Mi madre me contestó: nene, todo lo que has visto en mentira, en realidad ese hombre no vuela”.
Yo ya sabía eso, pero me daba igual. Quería hacer lo mismo que aquel actor. Desde entonces me convertí en un habitual del cine Avenida, pasé mi juventud allí.
«Trabajé en una fábrica de turrón para ahorrar y poder irme a Madrid»
¿Cómo se tomaron en tu familia que te fueras a Madrid para ser actor con apenas 18 años?
Esta decisión sorprendió mucho a todos, porque era un chaval muy reservado y nunca antes comentaba lo de que quería ser actor. Primero porque cuando hice alguna obra de teatro en mi instituto, el Jaime II, algunos se burlaban de mí por tomármelo demasiado en serio. Me decían: Mira, éste se cree Antonio Banderas. Y es que para mí aquello no era un juego, sino algo muy importante.
Y además mi padre era muy bruto, y le recuerdo algún cometario del tipo esos de la farándula, son todos putas y maricones (risas). Así que prefería guardarme esta pretensión personal para mis adentros.
Total que cuando me fui en mi familia pensaron que esto era un capricho adolescente, y que enseguida iba a regresar a Alicante, en cuanto me cansara. Lo que no sabían es que era algo que había ido sembrando durante toda mi vida entera. De hecho no tenía Plan B. Mi idea era morir intentándolo incluso aunque no me saliera bien.
¿Recuerdas qué fue lo primero que hiciste como actor por lo que te pagaron algo?
Como no tenía dinero, antes de irme trabajé en una fábrica de turrón durante cuatro meses para ahorrar. Luego al llegar a Madrid estuve trabajando en bares hasta que conocí a un director de casting que me incluyó en varios anuncios.
No sé exactamente cuál fue el primero, pero recuerdo uno de la cerveza Águila Amstel porque ganó muchos premios en certámenes como el Festival de San Sebastián y yo cobré 400.000 pesetas. Ahora si lo conviertes en euros te ríes, pero en aquella época era mogollón de pasta.
Tras participar en varias obras de teatro, en un momento dado decides crear tu propia productora. ¿Por qué quisiste meterte a productor?
Esto fue un proyecto conjunto que monté con mi entonces pareja, la actriz Antonia San Juan, antes de empezar a trabajar en ‘La que se avecina’. La verdad es que nos fue muy bien e hicimos giras tanto por España como incluso por Latinoamérica y otros países de Europa.
Luego nos lanzamos a producir cortometrajes como ‘V.O.’, escrito por mí, que estuvo nominado para los Premios Goya. Y más adelante también algunas películas.
«Mucha gente le cogió cariño a ‘Leo’, aunque a mí me parecía un tipo insoportable»
La mayoría de actores de la primera temporada de ‘La que se avecina’ venían de ‘Aquí no hay quien viva’, pero no fue tu caso. ¿Cómo te surgió esta oportunidad?
Estando en una fase de hacer teatro y monólogos, cuando conocí a Elena Arnao. Ella es una de las pocas directoras de casting que realmente sí se preocupaba de ver a los actores en el teatro. Todos dicen que lo hacen, pero es mentira. Y en aquel momento trabajaba en ‘Aquí no hay quien viva’.
Elena era una directora muy rígida y temida entre los actores, pero a mí me repetía mucho que le parecía un tipo con talento y que me iba a buscar algo. Así pasaron varios años, hasta que ya la llamé para decirla: oye Elena, aquí mucho apoyo verbal pero… es que nunca me consigues nada. Entonces me pidió que no fuera impaciente, porque no quería darme un papel capitular en ‘Aquí no hay quien viva’ sino un personaje fijo cuando surgiera otra serie.
El caso es que al final fue justo esto lo que ocurrió. Cuando se creó ‘La que se avecina’ en Telecinco me llamaron para el casting que estaba haciendo Laura Caballero… y me cogieron.
Tu personaje era un friki insufrible en las primeras temporadas, pero quizás con el paso de las temporadas acabó desarrollándose como uno de los más cuerdos de la serie… ¿no?
Para mí también era un friki insufrible (risas). Sin embargo mucha gente le cogió mucho cariño porque les parecía un muy buen chico. Incluso algunos espectadores me agradecían que fuera el único personaje que no estaba siempre encendido o gritando. Quizás contribuía a aliviar el desarrollo de la serie.
Siempre te noté una química especial con Pablo Chiapella. La relación de vuestros personajes dio muchísimo juego en la serie.
Sí, la verdad es que conectamos muy bien tanto a nivel personal como artístico. Es algo que funcionaba, y nos reíamos mucho. Y es que al cabrón del Chiapella le encantaba putearme (risas). Siempre estaba jugando con los límites del personaje y la realidad.
Recuerdo que en aquellas escenas de “te reviento”, me agarraba con tanta fuerza la cabeza que yo le tenía que decir: Pablo tío, que esto es ficción. Lo puedes hacer sin apretar tanto, cacho bruto; pero él me contestaba: Tío es que te veo… y me entran unas ganas de reventarte hasta de verdad (risas).
«Pablo Chiapella siempre juega con los límites del personaje y la realidad»
Después de ocho temporadas en la serie, ¿por qué decides dejarla? Y además de una forma tan rotunda, matando a tu personaje.
En la vida tiene que haber evolución y crecimiento. Llegó un momento en el que ya me sentía un funcionario. Precisamente cuando vivía en Alicante mi padre estaba obsesionado porque me buscara un trabajo fijo en la Administración, y me inscribió en unas oposiciones. Sin embargo las dejé enseguida porque me parecían horrendas.
Uno tiene que ser fiel a sus principios, y precisamente si me hice actor fue por tener esa libertad y poder de creación para hacer comedia y drama. Me di cuenta que estaba en una zona de confort en la que efectivamente tenía éxito y dinero, pero en la que corría peligro de quedarme para siempre.
Tras ‘La que se avecina’ trabajaste en varias series españolas e incluso en la mexicana ‘Herederos por accidente’. ¿Cómo te surgió?
Durante una época me trasladé a Los Ángeles buscando trabajar en la industria estadounidense. Allí lo pasé muy bien, de fiesta en fiesta. Coincidió justo cuando me acababa de separar de mi mujer, y aquello fue una especie de segunda juventud. Sin embargo la verdad es que trabajar… poco (risas). La competencia en Hollywood es muy fuerte. Aún así sí pude hacer algunos cortes en inglés, y no descarto algún día volver a intentarlo.
El caso es que hice varios amigos actores que se fueron a México, y allí sí que encontré más trabajo. A fin de cuentas la mexicana es la industria audiovisual más fuerte de toda Hispanoamérica. En un principio fui solo para hacer un curso de acento neutro, y la misma semana que llegué ya me salió esta serie.
¿Te planteaste quedarte allí más tiempo?
Pues sí, porque desde la misma plataforma ‘Claro’ que producía esa serie me ofrecieron renovar para la segunda temporada e incluso trabajar en otras dos series nuevas. En algún momento pensé incluso en cambiarme la nacionalidad (risas).
Sin embargo entonces… llegó la pandemia. Todo se fue a tomar por saco, y los proyectos se pararon. Qué le vamos a hacer, supongo que en la vida las cosas pasan por algo.
«Dejé ‘La que se avecina’ porque ya me sentía un funcionario»
En esta última temporada de ‘La que se avecina’ regresaste con un personaje episódico. ¿Cómo te sentiste al volver a la serie tras tantos años?
Sí, fue simplemente un cameo a modo de recordatorio para el público. Laura y Alberto Caballero querían hacer una especie de revival de personajes históricos. Es verdad que al mío lo habían matado, pero eso para un guionista no supone ningún problema (risas). Incluso perfectamente podían haber resucitado a Leo o que apareciera en sueños.
Desde luego para mí supuso un regreso muy emotivo. Volver a estar con algunos de mis antiguos compañeros fue algo sentimental que me tocó un poco. Además me lo pasé muy bien. Ahora Laura ya no está porque se dedica más a ‘Machos Alfa’, y el director es un tipo divertidísimo que se nota que disfruta mucho con los actores. Nos lo pasamos como si fuéramos dos niños pequeños.
De todas formas supongo que la idea era que aparecieras solo en un episodio… ¿o está sobre la mesa que vuelvas a ser parte del reparto fijo?
Pues… tampoco lo sé. En aquel momento lo hablé con Alberto, y la cosa quedó un poco abierta. Ya veremos. Dependerá de si surge por su parte, y de lo que esté haciendo. Yo no lo descarto.
¿Qué proyectos tienes ahora mismo por delante?
Estoy preparando un cortometraje y también unos teasers para un proyecto que todavía no sabemos si va a ser serie o largometraje. Al mismo tiempo estoy grabando un podcast con unos estudiantes de la Escuela de Cine y varios compañeros de la profesión. También me han pasado algunos guiones de películas y series que estoy valorando.
Durante una etapa de mi vida hice tantísimo teatro que acabé un poco hastiado, así que me pasé un tiempo distanciado. Sin embargo como en el fondo lo adoro, ahora estoy con ganas de volver. De hecho tengo dos propuestas encima de la mesa: una comedia y la otra más dramática. Estoy pensándolo bien porque tengo ganas de involucrarme en un proyecto donde esté a gusto con todo el reparto y sea una buena experiencia de compañerismo.
Aprovecho para invitar a todos vuestros lectores a que me sigan en mi cuenta de Instagram @luismiguelseguiactor.
«La Ciudad de la Luz debe gestionarse por profesionales del cine, y no por políticos»
Aunque llevas muchos años viviendo fuera, ¿sigues vinculado a Alicante?
Voy para visitar a mis padres y también porque tengo mucha relación con los hermanos Vicente y David Seva, quienes organizan el Festival de Cine de Alicante y otros eventos similares como el de Smartphones. A veces me piden colaboración y yo les suelo decir que sí dado que hacen un trabajo muy bueno para que Alicante sea más conocida a nivel cinematográfico.
Ahora la reapertura de la Ciudad de Luz quizás pueda ser un revulsivo para la industria cinematográfica alicantina.
Mira. Yo espero que sí, pero para eso tienen que cambiar totalmente las cosas respecto a la anterior etapa de la Ciudad de la Luz. Porque no puede ser que pongamos al político de turno a gestionar unos estudios de cine de semejante envergadura. Este tipo de proyectos tiene que llevarlos gente especializada del sector. ¿Te imaginas cómo sería el Teatro Real de Madrid si lo llevara un político mequetrefe?
Por eso la Ciudad de la Luz fracasó en su primera época, a pesar de toda la inmensa inversión económica que se realizó. Esto tiene que gestionarlo un equipo profesional e internacional con los contactos necesarios. Ojalá hayamos aprendido la lección, porque si no seguirá siendo una merienda de negros.
Oye, ¿qué sabes del estado de salud de José Luis Gil?
Me han dicho los compañeros que ya se encuentra mejor. Al principio nos asustamos mucho porque es una enfermedad complicada, pero por lo visto poco a poco las cosas van mejorando. Me alegro muchísimo porque José Luis es un tipo maravilloso y un compañero excepcional. Le deseo que la vida le devuelva todo lo que él le ha dado, y le mando todo mi cariño a su familia.
Igual que Eduardo Gómez era otro ser especial. Yo lo tenía como un hermano o un padre. Lo quise muchísimo.