Pau Ferrer (València, 30-agosto-1990) se licenció en periodismo, aunque siempre supo que su vida discurriría por otros lares, “igualmente vinculados a la comunicación”. Se decantó por la interpretación, el doblaje -donde actualmente trabaja e imparte clases- y la música, su verdadera pasión desde que comenzó a estudiarla con ocho años, primero percusión y seguidamente canto.
Tras coincidir en el conservatorio con Edu Escartí, Gonzalo Manglano y Javi Reig crearon hace cerca de quince años ‘Melomans’, con la intención de “hacer algo distinto, con un repertorio más moderno y a capela”. Iniciaron su andadura con ‘Desconcierto’, seguido de ‘004, licencia para cantar’ y ‘Se canta, pero no se toca’, “en el que contábamos nuestras desventuras”.
Ahora tienen en cartel ‘Libre’, un precioso homenaje a la vida y éxitos de Nino Bravo (Luis Manuel Ferri Llopis), gran exponente del panorama musical en los sesenta y setenta. “La acogida por parte del público está siendo ¡increíble!”, se congratula, satisfecho.
¿Cuándo y por qué se forma ‘Melomans’?
Nacimos en 2010 y los cuatro nos conocíamos porque compartimos clase de canto en el conservatorio. De hecho, éramos los únicos varones de una profesora en concreto y estábamos muy bien equilibrados en el reparto de voces: bajo, tenor más grave, tenor más agudo y contratenor.
¿Por eso optáis por la música a capela?
Al proceder del conservatorio y mundo coral, bebíamos mucho de esa tradición. No obstante, quisimos darle una vertiente diferente, con un repertorio llamado ‘barbershop’ y estilo ‘doo-wop’, cuyos orígenes están en los años veinte estadounidenses del pasado siglo.
Allí siguen gozando de muchísimo auge, presentes en colegios y universidades americanas. El ‘barbershop’ es muy curioso, pues nació de aquellos hombres que acudían a las barberías y cantaban mientras esperaban su turno.
«Comenzamos con ‘barbershop’ y ‘doo-wop’, pero ahora cantamos una capela moderna y actualizada»
¿Pero fuisteis evolucionando?
Sí, sobre todo en los últimos años, de la mano del productor italiano Erik Bossio, fantástico músico que nos proporcionó una visión mucho más amplia y modernizada del canto a capela.
Pasamos de una más del siglo XX a una más moderna, con mucha producción musical y un tratamiento de las voces que, en ocasiones, suenan como si fueran instrumentos. El bajo que yo hago, por ejemplo, parece eléctrico, pese a que se nota que es una voz humana.
Háblanos de ‘Libre’.
Es un espectáculo que teníamos en mente desde hace más de una década. En 2013, cumpliéndose cuarenta años de la muerte de Nino, contactó con nosotros la banda original, ‘Los Superson’, para participar como coristas en un homenaje.
Entramos ya a tope en el universo Nino, aunque yo anteriormente era muy friki del artista, gracias a mis padres, principalmente. Poníamos sus canciones en el coche y literalmente flipaba con su voz.
¿En qué momento reflotasteis el proyecto?
Hace un par de años, tras reunirnos de nuevo con Santiago Sánchez y Víctor Lucas, guionistas y directores del show. Teníamos ganas de hacer algo nuevo, en este caso un homenaje distinto al cantante de Aielo de Malferit, no nostálgico: contar su vida, por supuesto, pero desde nuestro prisma y estilo, más humorístico, sin caer en la parodia y con el máximo respeto.
Cuando ya tuvimos clara la idea, buscamos el equipo técnico y artístico, hablamos con ‘Los Superson’, que iban a ser el hilo conductor de la obra, y la propia familia de Nino, para que fueran partícipes y nos dieran su visto bueno.
«Siempre he sido friki de Nino Bravo: le escuchaba en el coche, con mis padres, y flipaba con su voz»
¿Cómo os documentasteis?
Nos ayudó mucho la biografía que escribió Darío Ledesma, ‘Nino Bravo. Voz y corazón’ (2022) y el podcast ‘Querido Nino’ (2023), de Arturo Blay. Respecto a la canción de ‘Libre’, hay diversas versiones confrontadas: muchos consideran que estaba dedicada a la primera persona que murió intentando escaparse del Muro de Berlín, el joven Peter Fechter.
Otras apuntan que los compositores no quisieron reconocerlo, porque ‘Libre’ fue creada en 1972, en las postrimerías de la dictadura, en plena Guerra Fría. Asimismo, visité la capital alemana y en un free-tour el guía contaba la historia de la canción de Nino, inspirada allí.
¿Qué acogida está teniendo?
¡Increíble! Están los que vienen porque nos conocen, y aprecian un show más elaborado, en todos los sentidos, y los que no, pero acuden porque son fans incondicionales de Nino Bravo.
Se sorprenden porque aprecian que el nuestro es un homenaje diferente, una historia teatralizada en la que recorremos sus inicios -cómo le costó llegar, muchísimo-, sus éxitos a partir del ‘Te quiero, te quiero’, y su muerte en un accidente de tráfico, en abril de 1973, precisamente en aquellos años que no era obligatorio llevar el cinturón de seguridad.