ENTREVISTA > Juan Aís / Diseñador y antropólogo (Ibi, 7-noviembre-1965)
Desde que comenzó su carrera profesional, a finales de los ochenta, Juan Aís no ha parado: diseñador (titulado por la Escuela de Diseño de Alcoy), profesor de imagen corporativa, de creatividad, tendencias y diseño gráfico, cofundador de un periódico, escritor, antropólogo social y cultural por la UNED… En ocasiones, los trabajos se solapan, interactúan, se enriquecen.
Ahora se encuentra embarcado en otro proyecto propio, Trevelio, para el mundo del turismo, explorando las posibilidades de la inteligencia artificial (IA) aplicada al sector. Y abraza esta nueva labor, que se nutre también de todo su bagaje anterior, con notable entusiasmo. Trae herramientas nuevas con las que atisbar un futuro que ya es presente. Y las aplica.
«La tecnología es buena cuando desaparece y solo quedan sus beneficios»
Usar la inteligencia artificial para ‘revolucionar’ el turismo. Dejar atrás la tecnología centrada en la personalización individual, que ignora la naturaleza colectiva de los viajes. ¿Está ahí el futuro?
El futuro del turismo no está en elegir entre personalización individual o experiencia colectiva, sino en combinarlas inteligentemente. Hasta ahora, la tecnología ha priorizado la hiperpersonalización del viajero individual, ignorando la naturaleza sociocultural del turismo: nadie viaja en aislamiento. En Trevelio, no rechazamos la personalización, sino que la ampliamos a la dimensión grupal, incorporando inteligencia artificial para mejorar la toma de decisiones compartida.
Esto no es solo una revolución tecnológica, sino un avance necesario para que la industria evolucione de manera sostenible y equilibrada. El futuro del turismo es colaborativo, inteligente y sostenible, y nuestra tecnología lo hace posible.
Hablas de conceptos como computación cuántica (basada en la física cuántica) o inteligencia colectiva, pero ¿estos han sido ya asumidos por la gente a ‘pie de calle’, o es como en los tebeos, donde una computadora era una televisión con patas que contestaba cosas?
Es cierto que conceptos como computación cuántica o inteligencia colectiva pueden sonar futuristas o incluso sacados de la ciencia ficción para muchas personas. Pero lo mismo ocurrió con Internet en los 90 o con la inteligencia artificial hace apenas una década. Al principio, toda nueva tecnología es un concepto abstracto, hasta que la gente empieza a utilizarla sin darse cuenta.
La tecnología es buena cuando desaparece y solo quedan sus beneficios. Esa es la clave.
«Cada interacción con un producto o servicio es una experiencia emocional»
Veo tu currículum y veo un gran eclecticismo.
Ha sido una ventaja clave para entender cómo funciona el turismo y cómo le aplicamos inteligencia artificial. Desde el diseño aprendí que cada interacción con un producto o servicio es una experiencia emocional. Como profesor de imagen corporativa y creatividad, estudié cómo las marcas pueden conectar con las personas a un nivel profundo.
Y desde la antropología social y cultural, comprendí que el turismo no es solo moverse de un punto A a un punto B, sino un fenómeno humano que responde a rituales, tendencias y dinámicas colectivas. El turismo es, por naturaleza, una experiencia compartida. No viajamos solo para ver lugares, sino para vivir momentos con otras personas. Mi eclecticismo es precisamente lo que me ha permitido entender tanto la parte humana como la tecnológica.
Sigues ejerciendo de diseñador, ¿no era la IA enemiga de vuestra profesión?, ¿o al final se convertirá en una herramienta más?
Sí, sigo diseñando, porque el diseño es, en esencia, comunicación visual y conceptual. La IA no es enemiga de los diseñadores, como la cámara no lo fue de los pintores ni la imprenta de los escribas. Es una herramienta poderosa, pero, como toda herramienta, su valor depende de quién la use y con qué propósito.
Cuando alguien tiene un conocimiento profundo de su disciplina, la IA puede potenciar su creatividad y productividad. Pero cuando se usa sin criterio, sin comprensión del oficio, solo amplifica la mediocridad. No sustituye la capacidad de pensar, de sintetizar ideas, de dotar de significado a lo que se crea. La IA no piensa por ti, solo expande lo que ya sabes hacer.
«No es desechar el modelo actual la clave, sino mejorarlo»
Has trabajado en el mundo de las marcas, en el llamado ‘branding’ (estrategias de marca). ¿Sabemos vendernos?
A principios de los años 90, sectores clave como la moda o el aceite de oliva se encontraban rezagados en comparación con países como Francia o Italia. Sin embargo, este panorama ha cambiado significativamente, y actualmente la distancia se ha reducido de manera considerable. Un ejemplo destacado de esta transformación es el trabajo realizado en el ‘rebranding’ de la marca Visit Benidorm.
Este proyecto, en el cual participé activamente, ha sido reconocido como un éxito a nivel internacional, contribuyendo a posicionar a Benidorm como un destino turístico de referencia en el Mediterráneo. La Fundación Turismo de Benidorm, conocida comercialmente como Visit Benidorm, es una entidad público-privada que gestiona y promociona la imagen turística de la ciudad, adaptándose a los nuevos paradigmas de gestión y promoción.
¿Crees que el modelo de turismo actual se encuentra ya obsoleto?
Más que obsoleto, está en constante transformación. Viajar es una necesidad humana, y la manera en que lo hacemos se adapta a los cambios tecnológicos, sociales y medioambientales. El turismo de masas, tal como se desarrolló en el siglo XX, está dando paso a modelos que responden a una demanda cada vez más informada y exigente. La clave no es desechar el modelo actual, sino mejorarlo.
La digitalización, la inteligencia colectiva y la optimización de la experiencia del viajero nos permiten adoptar enfoques que beneficien tanto a viajeros como a comunidades locales: analizando en tiempo real flujos de turistas, preferencias y capacidad de carga de los destinos, podemos redistribuir la demanda recomendando alternativas en función de afinidades, disponibilidad y sostenibilidad. Es una de las mayores industrias globales, pero su evolución debe alinearse con las necesidades del siglo XXI: sostenibilidad, eficiencia y experiencias significativas.