Entrevista > Rosario Carmona Muñoz / Costurera (Torrevieja, 3-octubre-1964)
Rosario Carmona Muñoz fue galardonada el pasado 8 de marzo con el Premio Mujer 2025 por su longeva trayectoria social y profesional, reconocimiento que quiso compartir sobre el escenario con su madre, Rosario Muñoz Gutiérrez, “con la que tantas horas he bregado”.
De hecho, la vida de ambas ha estado dedicada a la costura, a arreglar miles y miles de vestidos, “incontables”. Han sido muchas décadas de esfuerzo, ahora recompensadas, porque “decidí retirarme en enero para ocuparme más de mi padre, Domingo, de 93 años”.
Seguirá cosiendo, porque lo lleva en la sangre, pero a otro ritmo y únicamente para ella misma, “algo que nunca pude hacer”. La saga no continúa, pues sus dos hijas (Cristina y Paola) han optado por otras opciones, con estudios en Sexología y Educación Física. “Acaban de inaugurar igualmente un centro de bienestar”, nos avanza.
¿Tu deseo de ser costurera procede de tu madre?
Sin duda, es lo que siempre vi en casa, tanto por parte de mi madre como de mi abuela. Jamás me llevó a dar un paseo -los hacía con mi padre- porque ella siempre estaba ocupada.
Lo repito muchas veces, para mí es una heroína y el premio debía haber sido para ella, pero como lo presentó una amiga mía, Techu Sánchez, con mi currículo, por sorpresa…
¿Cuándo empezaste a trabajar?
Salía del colegio y me iba por las tardes a aprender con Mari Fina, conocida de la familia que acababa de salir de un taller de sastrería. Durante un año me enseñó una manera y técnica diferente de coser, más moderna.
Poco después las dos entramos en una fábrica de vaqueros de Torrevieja, ‘Old Tower’ -ya desaparecida-, trabajando en cadena, ganando algo más de dinero y sin hacer tantas horas. Entré como aprendiz porque no tenía edad (catorce años) para estar en plantilla.
«Junto a mi madre formé un muy buen equipo, trabajando muchísimo, sobre todo en Semana Santa»
¿Cómo continuó tu aprendizaje?
Tras dos años en esa fábrica me fui a otra más pequeña, ubicada en calle Caballero de Rodas y propiedad de la familia Soria. En esta firma, que se dedicaba a hacer vestidos para ‘El Corte Inglés’, estuve unos cuatro años, hasta que cerró.
Regresé a casa, junto a mi madre, e hicimos un muy buen equipo, con muchísimo trabajo -encargos- sobre todo en Carnavales, Semana Santa y los finales de curso.
¿Semana Santa era vuestro punto más fuerte del año?
Aparte de los vestidos y trajes, que eran muchísimos, nos encargábamos de los faldones para los tronos, que iban entonces con ruedas. Antes los capuchinos -a los que también vestíamos- empujaban los tronos, mientras ahora los transportan a hombros.
Una vez finalizadas las Navidades nos llegaban los primeros encargos para Semana Santa, que intentábamos combinar con los Carnavales de febrero. Eran dos meses durísimos, sin descansar y necesitando ayuda de una prima de mi madre, Dora Costa; los últimos días apenas dormíamos.
«Estaba con mi hija cuando me llamó el alcalde para darme la noticia del premio, no me lo esperaba»
La pandemia ¿hasta qué punto te afectó?
El primer año, 2020, fue horroroso, porque coincidió prácticamente con la Semana Santa, que no se pudo celebrar. Lo dejamos todo a medias, colgada la última camisa en un ropero.
Ya en 2021 la gente se fue comprando vestidos de cara a Comuniones, cuando la situación mejoró, y me los traían -todos con mascarilla- para que le arreglara el bajo, se lo metiera un poco o cosas similares.
¿Qué aprendiste de tu madre?
Se puede decir que todo. Deseaba que siguiera sus pasos, que supiera lo mismo que ella. Todavía a día de hoy, con 86 años que tiene, ¡es capaz de sacarme el patrón de un vestido! No se le ha olvidado, es fascinante.
Recuerdo que compró una máquina con motor, diferente a la que estaba acostumbrada, de pedal, y nunca le gustó. En cambio, yo sí me habitué, e incluso adquirí una industrial, una remalladora y otra para forrar dobladillos, consiguiendo un trabajo más profesional.
«Lo quise dedicar a las muchas mujeres que, con su esfuerzo, contribuyen al progreso de la sociedad»
Hablemos del Premio Mujer 2025.
Todo fue organizado por Techu, quien tras compincharse con Paola -que le detalló mi vida laboral-, me propuso para el premio (ríe). Estando desayunando precisamente con mi hija me llamó el alcalde, Eduardo Dolón, para darme la noticia.
No me lo esperaba en absoluto y pensé que la llamada se debía a que quería que le arreglara un vestido a su hija.
La propia entrega de premios ¿cómo fue?
Muy bonita y emocionante, con muchos nervios. Se celebró el 8 de marzo en el Centro Cultural Virgen del Carmen y quise subir con mi madre al escenario, se lo merecía.
Mi parlamento lo dediqué al esfuerzo de las mujeres que cada día contribuyen al progreso de nuestra sociedad.