Entrevista > Ana Penalva / Artista y bailarina (Mutxamel, 9-julio-2000)
La formación como bailarina de Ana Penalva es sobresaliente. Gracias a unas aptitudes notables comenzó a dar clases en el Conservatorio de Alicante con apenas ocho años, completando Elemental, Profesional -especializado en Danza Contemporánea- y Superior, “que todavía realizo”.
Apasionada igualmente de la Historia del Arte, carrera que estudió en Murcia, a nivel interpretativo está actualmente con ‘Susurro’, una obra muy visual, abstracta, en la que se mezclan danza y otros aspectos que fortalecen la posición de la mujer, “afortunadamente cada vez mejor”.
Conoció sobre los escenarios a Gessica Alfieri, pareja de Pierpaolo Laconi, un genio de las burbujas que actúa bajo el sobrenombre de Whitedream. Este show, ahora más grande, cuenta con dos bailarinas, las propias Gessica y Ana.
¿El gen bailarín lo tienes desde pequeña?
Ya entonces me llamaba la atención, gracias a mi madre, Carmen de las Heras, también bailarina. Ella me transmitió su pasión, haciéndome que me olvidara de la gimnasia rítmica.
Seguidamente, por fortuna he tenido muy buenos profesores, destacando la coreógrafa Asun Noales, que tuve desde casi mis inicios en el conservatorio. Se puede decir que ha sido clave en mi trayectoria.
«Pierpaolo Laconi tiene mucha aura y es fascinante cómo mantiene el control y el hilo de la actuación»
Exactamente ¿cómo te incorporas al show de Whitedream?
Al regresar a Alicante conocí a Gessica Alfieri, pareja de Pierpaolo Laconi (Whitedream), en las clases de Marchu Lorente, conectamos y entre las tres empezamos con el proyecto teatral de ‘Susurro’.
A raíz de ese momento entablé más relación con Gessica y cuando decidieron hacer el espectáculo más grande, con una nueva bailarina, me dijo si quería participar. Le respondí ¡claro!
¿Cuáles son tus funciones?
El proyecto es de ambos, en los que Gessica baila en tres instantes. Al ampliarlo, han incorporado a una segunda bailarina, en este caso yo, con la intención de paulatinamente ir creando un cuerpo de baile.
Meterme a mí es como el primer paso para hacer un show más potente de lo que es a día de hoy.
Realmente es fascinante lo que logra.
¡Y tanto! El día del estreno, recuerdo, estábamos entre bambalinas, y flipaba, también porque su presencia en el escenario me genera mucha admiración.
Pierpaolo tiene mucha aura, en ese sentido, mantiene muy bien el control y el hilo conductor de la actuación. Sabe gestionarlo si no le sale del todo bien algún truco, es un genio.
«En la sociedad sigue habiendo algo de machismo, por cómo se han educado a algunas generaciones»
¿Qué es ‘Susurro’?
La idea es de Gessica, quien se la expuso a Marchu. Es una función que habla de la feminidad y de los diferentes aspectos de las relaciones entre mujeres o de los maltratos sufridos.
De un modo implícito se trata el machismo, pues en partes de la pieza se transmite la sonoridad entre las mujeres, como indicaba, o el silencio, cuando vemos actos que deberían ser denunciables, pero miramos a otro lado.
¿Es una obra puramente visual?
Exacto, no hablamos, es poco más de una hora de danza en el que se van dando distintas secciones referentes a la adicción, a una relación tóxica, el maltrato, tras una primera fase de enamoramiento… Son las fases que vive una persona maltratada.
La obra, que está funcionando muy bien, tiene mucha fuerza. Al principio se pensó en contar con un chico, un bailarín, pero optamos por un perchero, que representa al ‘hombre’.
¿Aprecias machismo en la sociedad actual?
Opino que se han mejorado muchas cosas, aunque sigue habiendo y todavía tenemos aspectos en los que trabajar. También hay discursos algo extremos que se alejan de lo que defiende el feminismo.
Se puede decir que sigue habiendo machismo, por cómo se ha educado a algunas generaciones. En otras situaciones sí lo estamos haciendo mejor.
«La danza ayuda a mis alumnos a estar concentrados en su cuerpo, a desinhibirse de tanto estrés»
¿Tus clases cómo son y dónde las das?
Las imparto en la academia ‘Clau de Sol’ de Sant Joan todas las tardes de los martes, con un grupo de juniors -de nueve a quince años- y otro de adultos. Poseen varios niveles, pero estoy sumamente contenta porque cualquier propuesta que les hago la aceptan al momento.
La forma de tratarles es distinta.
Obviamente, con las peques es todo mucho más creativo, similar a un juego en el que desarrollan mucho la sicomotricidad y comienzan a entender cómo funciona su cuerpo.
A los mayores, con más conciencia corporal, les encargo labores más complicadas (introspectivas y de improvisación), haciendo más hincapié en la técnica.
¿Les sirve igualmente de terapia?
La danza contemporánea es muy potente en esa labor de estar ‘presente’ en la sociedad actual, con todos tan estresados, sin tiempo, llegando tarde a todas partes. Les ayuda a estar concentrados en su cuerpo, a desinhibirse.