Entrevista > Sergi Olcina / Locutor de radio (Alcoy, 5-febrero-1970)
La vida de Sergi Olcina ha sido un ir y venir de emociones, vivencias y aprendizajes. Después de un periplo larguísimo -doce años- regresó a la Radio Televisión Pública Valenciana, y de reciente estreno es ‘Amunt i avall’, un magazine que de 10 a 14 horas -siempre en directo- hace un repaso por la actualidad social, cultural y festiva de toda la Comunitat Valenciana.
Tocan asimismo temas que afectan a la ciudadanía, “de todo tipo”, realizan entrevistas a personajes destacados e incorporan secciones que no dejan de sorprender al oyente, tratando aspectos relacionados con la historia, el humor, la psicología y la ciencia.
Natural de Alcoy, pasó parte de su adolescencia en Ontinyent, localidad que le vio debutar en la radio municipal. De ahí dio el salto a Canal 9, Ràdio 9 y Onda Cero, donde adquirió una enorme experiencia en magazines, formato en el que brilla por su naturalidad y capacidad de improvisación.
Años en el ‘olvido’
Olcina reconoce que el cierre de Canal 9, “totalmente traumático”, fue catastrófico, también laboralmente porque “nadie quería contratarte”. Buscó empleo -como tantos compañeros- en infinidad de sitios y hasta estudió e hizo prácticas de técnico veterinario en el Hospital de la Universidad Católica de Valencia (UCV), razón por la que posiblemente ama tanto a los animales.
“Durante mi camino he aprendido muchas cosas”, asegura, como la necesidad de mirar hacia adelante. Pasó incluso unos años en el ‘olvido’ en Zorita del Maestrazgo, municipio prácticamente deshabitado, entre Castellón y Teruel, a 20 km de Morella.
«A los doce años conocí la radio, Radio Ontinyent EAJ 30, y no sé cómo, pero me enganchó, muchísimo»
¿La radio cómo llegó a tu vida?
De pequeño. Recuerdo que con doce años nos llevaron con el colegio a Radio Ontinyent EAJ 30, donde se celebraba un concurso y no sé cómo, pero me enganchó muchísimo.
Entendí entonces que mi vida podía encaminarse hacia la radio, que me había entusiasmado, insisto, o el dibujo, asignatura en la que mostraba ciertas habilidades.
¿Cuál fue la elección?
Me había apuntado a la Escuela de Artes y Oficios de mi Alcoy natal, pero pronto lo descarté, también porque me incorporaba a ‘Los 40 Principales’ de Radio Ontinyent. Pero por las características de mi voz, grave, me pasaron a Onda Media.
Hasta que llegó la oportunidad de Canal 9.
Llevaba pocos años de emisión, tres o cuatro, y me llegó que estaban buscando gente nueva. No lo dudé y esa misma tarde me presenté a un casting en las instalaciones de Burjassot, donde les llamó la atención mi voz. Pero ahí quedó.
Unos meses después me avisaron para un nuevo casting -a las ocho de la mañana- que, en teoría, era para presentar un programa de videoclips: ‘Reis del pop’.
«Mi primer programa en Canal 9 fue ‘Reis del pop’ y cuando supe que me habían escogido no me lo creía»
¿Hubo suerte esta vez?
Había profesionales ya de cierto renombre, como Núria Roca, y yo pensaba ¿qué hago aquí? Además, Toni Peix, en aquel momento coordinador de público del show de Joan Monleón, pasaba constantemente por la sala donde estábamos y me intimidaba, dando por hecho que me iban a escoger.
Fui el último en realizar el casting, a última hora de la mañana, salió bastante bien y esa misma tarde llamaron -al fijo de casa, todavía no había móviles- para decirme que era el escogido. No me lo podía creer, tampoco lo que iba a cobrar.
Consolidado en Canal 9, ¿por qué marchas a Onda Cero?
La radio y televisión ya en aquellos años, mediados de los 90, era discontinua y envié mi currículo a Onda Cero Valencia -donde estaba Pablo Motos-, para abrirme nuevas opciones.
Combiné ambas labores un tiempo y cuando finalizó el programa televisivo hicieron un casting para las promociones de la cadena. Me cogieron y fui la voz de Canal 9 durante alrededor de dos décadas.
¿En qué momento te especializas en magazines?
Los directivos de Onda Cero quisieron que me formara en Castellón, ya que intuían que Motos se marchaba a Madrid, como así fue. Le sustituí, no inmediatamente, y comandé ‘Protagonistas Valencia’ durante un tiempo, con casi los mismos resultados de audiencia, hasta que a principios de siglo entró un nuevo director y yo no le gustaba. Fiché entones por Ràdio 9.
«Durante un tiempo combiné trabajos en Canal 9 y Onda Cero, antes de ser la voz corporativa de RTVV durante casi dos décadas»
¿El cierre de Canal 9 fue tan traumático?
Fue un shock para todos y nos pilló en una edad muy complicada, pero no nos lo acabábamos de creer, ¡era una empresa pública! Era uno de los “fijos” y el final de Canal 9 me provocó muchísimos problemas, sobre todo económicos, casi pierdo mi casa.
Encontrar trabajo en otro medio de comunicación era imposible, literalmente inaccesible, y, entre otras cosas, locuté audiolibros, un trabajo muy duro, y muchísimas cuñas publicitarias. Estaba en una edad que no te cogían ¡ni de reponedor en un supermercado!, eso lo he vivido en primera persona. Me llegué a sentir un deshecho social.
¿Cuándo empezaste a ver la luz?
Entonces sobrevivía, haciendo de todo. Me dio también por volver a dibujar, mi perro en concreto, y lo publiqué en las redes. Desconozco el motivo, pero gustó, muchísimo, como todos los que confeccionaba.
Gestioné una papelería en Ruzafa y allí me dediqué a pintar retratos de perros, tras el escaparate. Meses después una amiga alcoyana me propuso hacer un libro ilustrado, tuvo igualmente éxito, me presentaron al escritor Jordi Raúl Verdú y casi de repente estaba dibujando decenas de libros para niños.
¿Mejoró con la apertura de À Punt?
Estaba convencido que no iba a regresar jamás, porque no querían que volviera, como otros muchos. Emocionalmente era durísimo y decidimos -mi pareja y yo- mudarnos a Zorita del Maestrazgo, para administrar la tienda del pueblo.
Las dificultades en ese negocio eran muchas, pan tres días a la semana, sin carne para vender, pescado congelado y muy pocos clientes, los vecinos de la localidad y poco más. Allí pasé la pandemia y los confinamientos, convencido que mi vida -en bucle, sin futuro…- ya no iba a cambiar.
«Tras el cierre de la cadena autonómica viví momentos muy malos, me llegué a sentir un deshecho social»
Pero afortunadamente sí lo hizo.
Casualmente se puso en contacto un vicepresidente de Junta Central Fallera, Gabi Aranaz, para ofrecerme algo que, según avanzó, me iba a agradar. Me sorprendió mucho, porque yo ya era el abuelo de Heidi, mis expectativas de vida eran nulas: no contemplaba volver a la vida pública.
La propuesta era hacer la voz en off de la Exaltación de las Falleras Mayores de València 2024, una cosa simbólica. No sé aun porqué, dije que sí, quedó muy bien y posteriormente el teléfono volvió a sonar.
De À Punt me llamaron con la intención de, al menos, regresar a la radio. Una amiga de la casa me dijo “ya te estás viniendo, en el pueblo no haces nada”. Gracias a ella aquí estoy otra vez.
¿Cuál fue tu programa de retorno?
‘El Rall’, en septiembre pasado. Tuve la suerte que el director general y muchos más apostaron por mí y he vuelto con la mayor normalidad del mundo, pues si he aprendido algo es que todo es muy efímero, que hoy estás y mañana no. Y hay que disfrutarlo.
Ahora diriges ‘Amunt i avall’, cuatro horas en directo.
Me apasiona el directo, la naturalidad y producción previa que exige. Durante ‘El Rall’ vivimos el desgraciado episodio del temporal -no me agrada llamarlo DANA- y hace pocos días, el 21 de abril, falleció el Papa Francisco. Nos lo comunicaron dos minutos antes de comenzar el programa, y en ese momento empieza una aventura informativa increíble.
«Estaba convencido de que no iba a regresar jamás, porque no querían que volviera, como otros muchos»
¿Cómo es esa producción previa?
Se fundamenta en la búsqueda de contenidos, ya sean reportajes o entrevistas a invitados. Son los redactores -casi todos chicas- los que realizan a la perfección esa función.
Intentamos ver qué gusta más, con la particularidad que estamos en la radio televisión autonómica, es decir, no podemos perder el sentido la importancia de la proximidad, dar voz a aquellos que no la tienen.
¿Los contenidos se fundamentan en la actualidad?
Más que buscar temas, soy de generarlos, y el programa -aunque figure como coordinador y presentador- se lleva a cabo entre todos, lo tengo muy presente, como si de una obra de teatro se tratara. No soy nadie sin mi equipo, incluidos los técnicos, importantísimos, todos somos un engranaje del otro.
Reconozco que me gusta improvisar, como la mencionada mañana de la muerte del Papa, poco antes de comenzar. Por eso prefiero que me cierren entrevistas, porque muchas cuestan, y después ya me apañaré con los datos que tenga, llevo toda la vida haciéndolo, mi curiosidad es innata.
¿Pudisteis solventar bien el suceso papal?
Arrancamos sin guion, a capón, la técnica, dos productoras y el presentador, yo. Todo fueron entrevistas improvisadas que las redactoras iban cerrando y nos encantó hacerlo. La radio tiene esa magia y esa inmediatez.
El haber sido locutor de Radio Fórmula me dio muchas tablas, fue una escuela. Disponíamos de una tecnología tan poco comparable a la actual de Internet… ¡Todavía recuerdo, por ejemplo, el día que tuve mi primer CD en la mano! No me gustaba, porque no podía tocarlo, como el disco (ríe).
«’Amunt i avall’, aunque yo figure como presentador, se realiza entre todos, lo tengo claro: no soy nadie sin el equipo»
Los tiempos han cambiado.
Y tanto, antes nos buscábamos la vida, ganando en disciplina y sapiencia. Ahora la frase es “no me da la vida”. Pero lo mismo ocurre con los ‘Chroma Key’ o el vestuario, porque en mi primera etapa debías ir impecable, podías estar en plató para un ajuste una eternidad, y sin decir ni pío.
Los inventos de Telecinco han hecho mucho daño, entran los colaboradores comiendo, bebiendo o haciendo lo que les place y se ve normal.
De igual modo, los guiones de los programas me los debía aprender de memoria, porque los ‘Teleprompters’ estaban reservados para los informativos. Ahora todos van con él.
¿Está funcionando bien ‘Amunt i avall’?
Por el momento sí, aunque entre el cierre de la anterior autonómica y la apertura de la nueva se produjo un salto tecnológico, todo se digitalizó. En los tiempos de Canal 9 y Ràdio 9 había mucha relación con los oyentes, sin la existencia de las redes sociales ni las aplicaciones.
Hoy parece que la tecnología de redes tenga más influencia que el propio medio de comunicación. Hay menos facilidad para conocer qué sienten los que te están escuchando, aunque parezca lo contrario; se ha despersonalizado ligeramente.