A Pepe le tocó trabajar duro como albañil aficionado, y regaló los dos pináculos de cerámica sobre el campanario. Su primo Manolo llegó a más: colaboró con Pepe, pero también había cedido el terreno, y puso las campanas, que tocaba personalmente cada domingo. De ahí que se ganase apodos como ‘Manolo el de las campanas’ o ‘Manolo el Campaner’. Pepe se encuentra hoy muy enfermo, Manolo ya no está.
Ocurre así con buena parte de las muchas personas que se unieron para que las fiestas patronales, en honor a la Virgen del Rosario, de la pedanía santjoanera-campellera de Fabraquer contase con ermita propia. Hoy, la comisión festera está compuesta mayormente por fabraquereños externos, ni siquiera residentes ocasionales. Pero casi todos ellos descendientes, herederos, de quienes recuperaron la fiesta y armaron el ermitorio, el alma del lugar.
Lindando con El Campello
La ermita de Nuestra Señora del Rosario, o de Fabraquer, bendecida en 1991 y accesible desde el Camí o camino de Marco, constituye quizá el último ejemplo, llamémosle, si nos place, ‘clásico’ del entramado de pequeños templos que jalonan los 9,64 kilómetros cuadrados (964 hectáreas) de superficie de Sant Joan. De una sola nave, con tejado a dos aguas, más sacristía adosada, orientada al mediodía, es hija de otra aún operativa.
Justo donde recalaba antes la Virgen del Rosario, en la finca Abril, hoy el complejo de ocio y espectáculos varios (hasta ha llegado a acoger pases de moda y muchas, muchas bodas) Jardines de Abril. Montado todo en torno a una casona del siglo XVIII, con parque y arboleda privados, posee una pequeña ermita de piedra, muy remozada de su fábrica original, de 1703.
Fabraquer, la ermita de 1991, constituye el último ejemplo clásico
Corazón litúrgico principal
Fue allí, por cierto, donde casaron el poeta y político asturiano Ramón de Campoamor (1817-1901), quien ejerció, entre otros puestos y sinecuras, de gobernador de Alicante (1848-1851), y la irlandesa Guillermina O’Gorman (1819-1890). Campoamor le regalaba a su esposa la oriolana Dehesa de Campoamor, en cierta manera semilla de Orihuela costa, el brazo costero de la pía ciudad, y Sant Joan anotaba efeméride en la crónica provincial.
Se ubica lógicamente en el mismo núcleo urbano del municipio la principal siembra espiritual: con la parroquia de San Juan Bautista, en buena parte del siglo XVIII (como las capillas), aunque cimentó durante la anterior centuria (cuando se datan el barroco retablo principal y el órgano) sobre lo que fue mezquita. No obstante, en el XIX, por peligro de derrumbe, se reconstruyó el cuerpo principal.
Allí, en finca Abril, casaron los creadores de la Dehesa de Campoamor
Al otro lado del vial
Asomada a la calle Mayor, o sea, el antiguo tramo de la N-340 que atravesaba la población, y desde ésta a la plaza de España, por donde el Ayuntamiento, esta ubicación le permite conectar con el otro gran vial-espinar de la localidad, la avenida de la Rambla-Jaume I-calle Cronista Sánchez Buades, para, gracias a un puente sobre la ‘general’ o N-332, alcanzar la avenida de Elda y llegar a la aún alicantina playa de San Juan.
Cruzar al otro lado de la carretera que une hoy a Cartagena con la provincia de València nos permite alcanzar la pedanía que, hasta que en los sesenta llegó la N-332, estaba mucho más físicamente unida, Benimagrell (antes Benimagruix). En la calle de Benimagrell, prácticamente la única, es donde se encuentra nuestro siguiente ermitorio aún en activo. Concretamente, el dedicado a Sant Roq o San Roque (antaño también a San Sebastián).
Santa Ana, del XVI, llegó a ser utilizada como almacén
Sobrio gótico levantino
Puro, a la par que sobrio, gótico levantino, el edificio, con un campanario y techo a dos aguas, erigido también sobre una ermita ya diluida, en una partida rural que aún nos devuelve la imagen del Sant Joan que fue antaño, parece que la construyeron entre los siglos XIV y XVI. La restauración histórica más importante se registra en 1716; la ‘moderna’, en 1986.
Actualmente, es quizá el templo más antiguo santjoaner. Expliquemos que, aunque el Ayuntamiento lo incluye en una de sus webs, el monasterio e iglesia de la Santa Faz pertenece nominalmente a Alicante, como partida, y que es el caserío a su espalda el incluido en el municipio de Sant Joan. Pero aún quedan otros ejemplos, activos y de mucho interés.
Puñado de edificios
Lindamos ya con Alicante, con su pedanía de Orgegia. Así, por el monte Calvari o Calvario, la pequeñísima y homónima con planta de cruz griega y cúpula semilladas en el XVIII. Muy dañada tanto en la Guerra de la Independencia (1808-1814), contra las huestes napoleónicas, y la Civil (1936-1939), su última recuperación es de 2007. A los pies del otero, la de Santa Ana, del XVI, cubículo con fachada de sillería.
Con un relieve sobre la puerta dedicada a San Abdón y San Senén, santos agrarios contra el pedrisco, llegó a ser utilizada como almacén. Se reinauguraba para el culto en 2001. El milagro mutxameler de las lágrimas de la Virgen cierra nuestro recorrido: en la fachada, “Aquí va plorar la Mare de Déu de Loreto el dia 1 de març de 1545”. Y donde lloró, ermita del XVI, en las cercanías de la Santa Faz. Pura huerta.