Entrevista > Sergi Sirvent Climent / Músico y profesor (Sant Joan d’Alacant, 30-julio-1996)
A todas partes llega el talento musical de Sant Joan. Sergi Sirvent es un ejemplo más de como las aulas y escenarios de nuestro municipio nutren a bandas del panorama nacional e internacional.
Ahora en Melilla, el talento al trombón de Sirvent no sólo sirve para deleitar a los asistentes a los conciertos, ya que el santjoaner trabaja con el objetivo de crear cantera también en la ciudad autónoma con el sello de nuestra tierra.
¿Cómo nace tu pasión por la música y qué te lleva a especializarte en el trombón?
Mi padre era músico, también tocaba el trombón en la banda. Aunque dejó de hacerlo cuando mi hermana y yo éramos pequeños, él me apuntó a clases de música y me sugirió el trombón, el instrumento que él dominaba. Así empecé, con 7 u 8 años en la escuela de música de Sant Joan.
«Siempre que hablo con gente de otras partes del mundo, se sorprenden de la importancia de las bandas en la Comunitat Valenciana»
Tu expediente académico en el conservatorio fue impecable, ¿qué recuerdas de esos años de formación en Sant Joan?
Guardo muy buenos recuerdos de toda mi etapa formativa. Estudié en la escuela y en el conservatorio de Sant Joan desde los 8 hasta los 18 años. Durante esos diez años tuve la oportunidad de participar en muchas actividades, aprendí muchísimo y adquirí conocimientos que sigo aplicando a día de hoy. Además, conocí a gente maravillosa, mis compañeros, que ahora son muy buenos amigos.
Ahora estás en Melilla, donde desarrollas tu pasión por la música también desde la enseñanza. ¿Qué te motivó a enseñar?
Sinceramente, fue algo casual, no era algo que yo buscara. Tanto mi llegada a Melilla como mi faceta de profesor fueron una casualidad. Nunca me había planteado ser profesor.
Entonces, ¿la realidad te sorprendió gratamente?
Totalmente. Una vez dentro, hay momentos más fáciles y otros más difíciles, pero en general mi experiencia es muy bonita. Ver cómo los alumnos aprenden, mejoran y te hacen caso es muy gratificante. Pero insisto, ser profesor fue algo que llegó de repente.
«Mi padre también tocaba el trombón en la banda»
Sant Joan y la Comunitat Valenciana son referentes en cuanto a bandas de música. ¿Qué importancia tiene esta tradición y el impulso que se dio con la creación del ADDA?
Siempre que hablo con gente de otras partes del mundo, se sorprenden de la importancia de las bandas en la Comunitat Valenciana.
El Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA) es uno de los mejores sitios donde he tocado. Quizás sea por el cariño que le tengo, porque es donde más veces he tocado, junto con la Casa de Cultura de San Juan. Pero para mí es uno de mis favoritos, a pesar de haber tocado en el Auditorio Nacional de Madrid o en auditorios de Italia y Suecia.
¿Cuál es tu estilo favorito y en qué repertorio te sientes más cómodo?
Mi formación es clásica, así que me siento más cómodo en el repertorio clásico. Aunque también me he formado en otros estilos como el jazz y la música moderna. Siempre intento seguir aprendiendo, pero el repertorio clásico es donde mejor me desenvuelvo.
¿Cómo terminaste en Melilla, a tantos kilómetros de casa?
Hace cinco años me fui a vivir a Gotemburgo, Suecia, para estudiar un máster. Estaba estudiando y colaborando con orquestas cuando recibí una llamada de Ángel Lasheras, el director de la banda, ofreciéndome un puesto de trombón en la banda y en la escuela de música de Melilla. No me lo pensé mucho, me pareció una aventura y me vine.
«Uno de los mejores sitios donde he tocado es en el auditorio del ADDA»
¿Qué diferencias encuentras entre Sant Joan y Melilla?
Melilla es una ciudad bastante cultural, con una vida artística muy amplia, lo que se parece bastante a Alicante. Sin embargo, en cuanto a bandas y orquestas, solo está la asociación de Melilla.
No hay tantos músicos como en Sant Joan, donde la banda es enorme y la escuela de música tiene muchísimos alumnos. Aquí el volumen de músicos es menor, pero el público responde muy bien a los conciertos. Poco a poco vamos creciendo y captando más alumnos.
De cara al futuro, ¿qué metas o retos te planteas?
Mi meta más importante es formar trombonistas. Cuando llegué a la escuela de música de Melilla, no había nadie que tocara el trombón. Mi objetivo es crear una cantera de trombonistas que en el futuro puedan nutrir las agrupaciones locales y, por qué no, exportar talento.
El proyecto más a corto plazo son los conciertos de final de curso con las agrupaciones juveniles de la asociación, de la que yo dirijo la orquesta joven. Tenemos varios conciertos por Melilla con diferentes repertorios muy exigentes para los alumnos.
Terminemos volviendo a Sant Joan, ¿qué crees tiene la Sociedad Musical La Paz para tener esa capacidad de exportar grandes músicos año tras año?
Se juntan varios factores. Un profesorado muy bueno, aplicado y con muchas ganas de trabajar, tanto musical como personalmente. En mi caso, Rubén sigue creando escuela de trombón y sé que seguirán saliendo grandes talentos.
Además, la banda siempre ha contado con maestros como Joan Espinosa, que nos inspiraban a seguir mejorando, como ahora Celia. Es una combinación de formación estable y un proyecto con potencial, que hace que los alumnos quieran superarse individualmente y en conjunto. El secreto es conseguir esa dualidad: mejorar individualmente y tener ganas de que todos avancemos juntos.