Entrevista > Juli Cantó / Actor (Alcoy, 8-marzo-1958)
Juli Cantó, actor pasional, lo da todo encima de las tablas, tanto que en alguna ocasión ha sufrido roturas fibrilares. “Salía excitado y sufría muchísimo antes de la actuación”, se sincera con su voz profunda, apuntando que “para actuar, tengo que sentirlo”.
Se inició en su Alcoy natal, en grupos tan representativos como ‘La Cazuela’, aunque poco después, a principios de los ochenta, marchó a Barcelona para formarse. Ha sabido intercambiar su extenso trabajo teatral con el audiovisual, apareciendo por ejemplo en varias temporadas de ‘L’Alqueria Blanca’.
Nos contará cómo ha cambiado esta profesión en las últimas décadas, “muchísimo, antes quizás había más valentía”, considera. Ahora jubilado, sigue no obstante actuando, porque disfruta, principalmente del entusiasmo de sus jóvenes compañeros de La Teta Calva, con los que comparte protagonismo en ‘Peter & Pan’.
¿Cómo llegas a la interpretación?
A los 14 años ya trabajaba, en fábricas o como marmolista, pero tenía fijación por la actuación y me junté a un taller teatral, incorporándome seguidamente a ‘La Cazuela’. Allí aprendí muchísimo, sobre todo de los mayores, quienes me instaban a buscar metas más altas.
«A veces voy al teatro y no entiendo lo que dicen los actores, se está perdiendo algo de educación vocal»
¿Qué veían esos veteranos en ti?
Supongo que apreciaban que lo hacía bien, que poseía recursos innatos -entre ellos, una buena dicción-, como una piedra por pulir. Ellos no se atrevieron a dar el salto y me animaban para que lo hiciera yo.
Les hiciste caso.
Me mudé al centro de Barcelona, apuntándome a un grupo de poesía y al Teatro Fronterizo. También a la Escuela Timbal, para estudiar interpretación y mimo, hasta que me llamaron para participar en la primera edición de ‘Sagunt a escèna’.
Actué para ‘Brau Teatre’ en una obra de Rodolf Sirera y ahí comenzó mi camino. Volví entonces a Alcoy, donde interpreté el monólogo ‘Posiquetevere’ -ya ideado en Tarragona-, mientras compaginaba con ‘Aci no paga ni Déu’, dirigida por Pep Cortés.
Más tarde llegó el éxito de ‘Pels pels’, ya hecho en Cataluña. Éramos una compañía joven y realmente nos lo pasamos muy bien.
¿La actuación ha cambiado a mejor?
No lo sé, porque siempre me lo he tomado con la misma pasión. Ahora están muy bien preparados -cantan, bailan…-, pero hay ocasiones que no se les entiende bien. Sin ser un experto, opino que la parte de educación vocal se está perdiendo, mínimamente.
El teatro debe sorprender, tener un fondo, mandar un mensaje que haga pensar y aprender: no me agrada que me expliquen tonterías, por bien que lo hagan.
«El teatro debe sorprender, tener un fondo, mandar un mensaje que nos haga pensar y aprender»
¿Tienes algún formato favorito?
Sea teatro, televisión o cine, el trabajo lo afronto igual, como indicaba, siendo diferente el medio. Sobre el escenario tienes un mes y medio para construir, hacer lo que te pide el director o aportar, mientras en la tele todo es fugaz. En cine, si el director es bueno y sabe qué quiere, puedes disfrutar más.
¿Te sientes un privilegiado?
Al principio de mi carrera pensaba que, si yo había hecho cierto trabajo, cualquiera lo podía hacer. Con el tiempo me di cuenta de que no es así, como me pasó en ‘La señorita de Trevélez’, dirigida por John Strasberg.
He colaborado con grandes profesionales del sector, como Rafa Calatayud, Carles Alfaro, Carles Alberola, Bigas Luna, Rodrigo Cortés, Sigfrid Monleón y tantos otros. Ahora, jubilado, me digo “¡he vivido de esto!”, y más en la Comunitat Valenciana, donde el futuro siempre es muy incierto.
¿Otra de tus ‘armas’ es la voz?
Me la han alabado muchas veces, circunstancia que aprecio. Pero no es cuestión de voz, pues todos tenemos una, sino de interpretar, de comunicar algo. He doblado al valenciano a muchos actores, entre ellos guardo con especial cariño a Robert de Niro en ‘Toro Salvaje’.
«Durante alguna función he sufrido ‘blancos’ y se pasa mal, porque siento muchísima responsabilidad»
Las series te han dado más visibilidad.
Tuve un papel en ‘Cuéntame cómo pasó’, ‘El secreto de Puente Viejo’ y aparezco desde el principio en ‘L’Alqueria Blanca’ como Anselmo, un notario. En la última temporada vuelvo a intervenir y mi personaje tiene más protagonismo en la trama.
¿Te han pasado muchas anécdotas?
Uff, en una sustitución sufrí un ‘blanco’ terrible en ‘Questi fantasmi’. Era una acción física muy similar a la que había realizado antes, y me fui a la otra (ríe). El público intuyo que lo notó, también por mis nervios: luego lo paso mal, tengo mucho sentido de la responsabilidad.
¿Continúas actuando?
Solo propuestas que me atraigan, como ‘Peter & Pan’, en la que Pan acude a un asilo buscando a Peter, que soy yo. Mis amigos pensaban que sería Garfio, jajaja.
Gracias al teatro he conocido muchísimas salas nacionales y he actuado en Argentina, Polonia, Finlandia…, haciendo cientos de amigos.