Entrevista > Lucía Sánchez-Noguera / Diseñadora de moda (Madrid, 10-marzo-1988)
La relación de Lucía Sánchez-Noguera con los tejidos y la moda se remonta a casi a la infancia, pues su tía-abuela fue Aurora Bautista, actriz mítica de finales de los cuarenta. “Ella me llevó, siendo yo muy pequeña -unos ocho o nueve años-, a un desfile en Cibeles, y esa belleza máxima me cautivó”, rememora.
Supo de inmediato que quería dedicarse a ello, “era una estudiante regular, excepto en todas las asignaturas artísticas, donde destacaba”. Estudió Moda en su Madrid natal, antes de trasladarse a Londres, un periplo de tres años y medio fundamental en su trayectoria.
Regresó y poco después se instaló en Altea, “donde veraneaba de niña”. Marchó a València y pasada la pandemia regresó definitivamente a nuestro municipio, fundando hace dos años su marca propia, Lü Atelier, de diseños sostenibles. Sánchez-Noguera nos contará cómo los confecciona y sus proyectos más inmediatos.
¿Cuáles fueron tus inicios en la moda?
Mis primeras prácticas fueron en Jesús del Pozo, del que guardo un fantástico recuerdo, y en un par de estudios madrileños. Me gustaba, pero quería salir, tenía poco más de veinte años y anhelaba conocer otras tendencias, así que marché a Londres.
«Trabajé dos años para las grandes firmas del sector, conociendo las dos caras de la moda»
¿A la City?
Primero estuve en un suburbio al sur de la ciudad, Peckham. Quería sobre todo aprender inglés y saber mejor cómo funciona el mundo de la moda, sin pretensión de quedarme.
Pero no fue así, también porque seguidamente conocí al diseñador alicantino Emilio de la Morena, perteneciente a la Fashion Week, quien me acogió en su estudio de prácticas.
¿Cómo entraste en la prestigiosa firma Alexander McQueen?
Gracias a una amiga que trabajaba como bordadora para ellos. Estuve en la compañía bastante tiempo -ya sin el fundador, fallecido en 2010-, pasando por numerosos departamentos.
Fue una experiencia brutal, de las más impresionantes de mi carrera, casi sin salir del estudio. Coincidió con las Olimpiadas de 2012 y recuerdo, por ejemplo, hacerle en exclusiva brazaletes para Naomi Campbell o bolsos para Salma Hayek.
¿Regresaste a Madrid o Altea?
A la capital, aunque estoy vinculada a Altea desde pequeña, pues pasaba los veranos en casa de unos amigos de mis padres. Realmente son como familia, Concha Lledó y Javier Cebrián.
Poco más tarde pasé un fin de semana en su casa y conocí al que sería mi pareja durante cuatro años. Decidí entonces trasladarme a esta bonita localidad, hace ya casi una década.
«No me nutro únicamente de diseñadores: lo que más me interesa es el color, la forma, el patronaje…»
Pero no has parado, de nuevo Madrid, València…
Exacto, volví brevemente a Madrid y después me instalé en València, trabajando como diseñadora y proveedora externa de las grandes empresas del sector (Zara, Massimo Dutti…). Allí aprecié la alta costura y la otra cara de la moda.
Al mismo tiempo, con el que fue mi pareja realizaba un sinfín de viajes al sudeste asiático, a India y Tailandia, principalmente, para conocer sus modelos de fabricación.
¿Cuándo fundas tu marca?
Durante la pandemia quise venir a Altea, donde estaba mi madre, y opté por trabajar online para las mencionadas marcas. Bajaron también los pedidos y, tras conocer al músico Antonio Serrano -un destacado armonicista-, mi actual pareja, lancé en 2023 ‘Lü Atelier’, mi marca.
Háblanos de tu estilo.
Comienza de una forma muy orgánica, siempre investigando, porque me siento muy influenciada por la arquitectura, los pintores… No únicamente me nutro de otros diseñadores, pues lo que más me interesa es el color, la forma, el patronaje, los vestidos sostenibles.
Diría que mi estilo es como un ‘chic’ relajado, algo elegante, orgánico, artesanal, empleando tejidos principalmente naturales (lino o algodón).
«Me considero una ‘enferma’ del tejido, podría pasarme horas y horas maravillada tocándolos»
¿Intentas que sea igualmente reciclable?
También, porque mis prendas se distinguen en dos ramas. La primera son piezas únicas, con tejidos reciclados, ya sean manteles, sábanas o una servilleta del siglo XVI, colocada en el puño de una camisa.
En este sentido, soy una apasionada de irme a mercados, en busca de ‘joyas’; me considero una ‘enferma’ del tejido, podría pasarme horas y horas, tocándolos, maravillada. Es la segunda piel que nos ponemos en el cuerpo.
La otra parte se focaliza en costureras locales, al regresar este año a India -país que me fascina por su colorido- y realizar una colección cápsula, un máximo de diez piezas por cada diseño.
Un ciudadano ¿cómo accede a tus diseños?
Además de mi estudio, un showroom en la calle Filarmónica, pueden consultar la web, seguirme en las redes sociales o solicitar cita previa. De igual modo, cuento con puntos de venta externos en tiendas u hoteles de Xàbia, Ibiza y la propia Altea.
He comprobado que funciona mejor mostrar mis diseños en otros lugares que en la tienda física.
¿Tienes más proyectos?
Me gustaría expandirme a Madrid y Barcelona, es algo que tengo pendiente.