Entrevista > Francisco Manuel Murillo / Párroco de Nuestra Señora de Loreto de Xàbia (València, 9-septiembre-1981)
Lo cierto es que la Iglesia del Mar de Xàbia no es una parroquia común. Por su arquitectura moderna, su simbología y su emplazamiento junto al Mediterráneo, este templo es mucho más que un espacio de culto: es un punto de referencia para feligreses, turistas y vecinos. Su párroco nos habla del día a día, del impacto del turismo, de la comunidad local y de los proyectos de futuro.
No sois una parroquia cotidiana, en el mejor de los sentidos. Por vuestra ubicación geográfica, pero también por la arquitectura. ¿Cómo se percibe en el día a día esa singularidad?
Es muy bonito, no te acostumbras a estar aquí. Cuando uno está ante la belleza, no se acostumbra, sino que se sigue sorprendiendo. Eso es lo que vivimos aquí. Sales a la montaña, al mar… y esa belleza desborda. Es una de las cosas que más me llama la atención y que aprendo de la gente. Lo mismo ocurre con el templo: no dejas de sorprenderte.
La iglesia fue consagrada en 1967, aunque ya había un pequeño templo décadas antes. Su arquitectura es única. ¿Sentís orgullo por ello?
Desde luego que sí. Es un atractivo y un orgullo formar parte de una parroquia con un templo tan bonito, tan bello.
El templo cuenta con elementos teológicos muy marcados, como los doce pilares que representan a los apóstoles. Pero también encontramos referencias al mar, casi como si fuese un barco. ¿Cómo surge esta idea?
Tiene que ver con el contexto. Estamos en una zona pesquera, pero también turística, y eso influye en todo. La forma del templo evoca un barco, un espacio de encuentro y de viaje. Todo eso se refleja en su arquitectura y simbología.
Precisamente por esa ubicación, en los meses de verano la actividad se multiplica. ¿De qué forma vivís el impacto del turismo?
Es sorprendente, la cantidad de gente que viene es increíble, se multiplica por dos o por tres. En julio y agosto, pueden pasar unas 3.000 personas a la semana por aquí. Solo en el fin de semana, vienen 2.800 o 2.900 personas.
«Es un atractivo y un orgullo formar parte de una parroquia con un templo tan bonito, tan bello»
¿Eso os obliga a ampliar horarios y ceremonias?
Claro. Ampliamos los horarios todo lo que podemos para atender a todo el mundo. Es un esfuerzo grande, pero muy bonito.
¿Cómo es la conservación de un edificio tan singular?
Requiere un cuidado especial, por los materiales con los que fue construido (hormigón y hierro) y por estar al lado del mar. Eso provoca un deterioro más rápido. De hecho, pronto empezaremos la restauración del campanario, que está muy afectado por el ambiente marino.
Entiendo que esa erosión os afecta más que a otras parroquias del interior.
Sí, se nota mucho. El hormigón y el hierro, en contacto con el mar, se degradan más deprisa. Hay que estar muy pendientes y cuidar constantemente el edificio.
«Pronto empezaremos la restauración del campanario»
¿Qué tal es la relación con el barrio? Pensando en colectivos como la cofradía de pescadores o asociaciones locales.
Muy buena, es una relación estrecha y muy fluida. Se les invita, se les hace presentes en todo, y viceversa. Hay una implicación muy natural por ambas partes.
¿Y con el resto del municipio? ¿Existe esa conexión más allá del barrio de Duanes de Mar?
Hay una relación estrecha con distintas entidades de Xàbia. La singularidad de la parroquia y su ubicación fomentan ese contacto continuo con otros colectivos culturales y sociales del municipio.
¿Crees que esa peculiaridad también tiene una función turística? ¿Viene gente a conoceros por la arquitectura o por la ubicación?
Claro que sí, gente de la comarca viene a visitarnos. Muchas veces he oído: Venimos a misa y después paseamos junto al mar. La ubicación atrae, y la belleza del templo hace que quieran conocerlo por dentro.
«Atrae la ubicación, y la belleza del templo hace que quieran conocerlo por dentro»
Más allá de las misas, ¿qué papel juega la parroquia en la vida social del barrio? ¿Qué actividades se realizan?
La principal actividad es la evangelización, siempre con puertas abiertas y hacia fuera. Además, a través de Cáritas atendemos a las personas más vulnerables. También acompañamos a los jóvenes con el Movimiento Junior, la catequesis de comunión, y ayudamos a quienes buscan orientación o simplemente ser escuchados.
De cara al futuro, además de la restauración del campanario, ¿tenéis otros proyectos en marcha?
Sí, aunque no de ampliación, sino de mejora. Poco a poco estamos restaurando los locales parroquiales: los despachos, las salas donde atendemos a la gente. Queremos que sean lugares dignos para recibir a quien venga.
Para terminar, ¿qué mensaje enviarías a quienes aún no conocen la parroquia?
Que son bienvenidos. Como decía el papa Francisco, que puedan encontrar aquí una casa, un hospital de campaña, un lugar donde descansar, donde encontrarse con Dios y compartir sus necesidades. Mi sueño es que esta parroquia sea un lugar de acogida y de encuentro. Eso es lo que me gustaría contagiar.