Lo de irse de la vida, nunca parece venir bien, pero a los dos Enrique Rambal, padre e hijo, bien que les sacudió. Al hijo, el valenciano de origen Enrique Rambal Sacía (1924-1971), padre de la actriz y dobladora mexicano-estadounidense Rebeca Rambal (1961), actor a las órdenes de Luis Buñuel (1900-1983), René Cardona (1906-1988) o Carlos Enrique Taboada (1929-1997), se lo llevó un infarto demasiado pronto, a los 47 años.
Pero esto de despedirse de todo en pleno éxito vital y profesional ya le venía del progenitor, el prestigioso actor, director y empresario teatral de cuna utielana Enrique Rambal García (1889-1956). Bueno, duró un poco bastante más: 67 años, pero el asunto llegó mucho más abrupto: una moto, aseguran, que debía de ir completamente desbocada. El caso es que el atropello finiquitó una carrera espectacular.
Versiones espectaculares
Hasta el accidente, un aciago 9 de mayo, mientras cruzaba la plaza de América en la capital del Túria, Enrique Rambal García, hijo del jefe de estación de ferrocarriles, de la ubicada en Utiel, desarrolló una carrera escénica tan importante como para figurar en las enciclopedias como uno de los grandes innovadores en las escenas europea y americana. ¿Tan trascendental fue?
Fernando García, quien ya asomó por estas páginas, recordaba con ilusión, hasta su fallecimiento, en 1985, su labor (una de las muchas) como tramoyista del desaparecido Salón Granados (inaugurado en 1917), en el barrio alicantino de Benalúa, en uno de los exitosos montajes itinerantes de Rambal: la adaptación teatral de ‘20.000 leguas de viaje submarino’, de Julio (Jules) Verne (1828-1905).
Desarrolló una carrera tan importante como para figurar en las enciclopedias
Como cine en 3D
Rambal acometió su traslación echando mano de todo lo que podía y más: recursos de la prestidigitación, decorados transformables y movibles, proyecciones de reportajes sobre las interioridades océanas para proporcionar fondos ‘vivos’. Otras obras de Verne, de Alejandro Dumas padre (1802-1870), o las aventuras de Fantômas, el sádico ladrón creado por Marcel Allain (1885-1970) y Pierre Souvestre (1874-1914), gozaron también del ‘toque Rambal’.
El utielano convertía los escenarios en dinámicas películas de cine en tres dimensiones, adaptando todo lo que podía espectacularizarse: dramas, fantasías, incluso zarzuelas. Pero sin olvidarse del componente humano, de la calidad interpretativa. Así lo agradecían quienes comenzaron a sus órdenes, como el valenciano Ismael Merlo (1918-1984), quien en 1930 se estrenaba a las órdenes de Rambal encarnando a media docena de personajes en ‘La vuelta al mundo en 80 días’, de Verne.
Echaba mano de todo lo que podía: prestidigitación y hasta proyecciones
Poco cine hubo
Una afición cinematográfica que, sin embargo, no se tradujo en una colaboración más estrecha de Rambal padre con el celuloide, signando, por el momento, solo dos anotaciones filmográficas: un cortometraje mudo de 1918 denominado ‘El crimen del bosque azul’, cuya autoría le atribuyen algunas fuentes sin aclarar el porqué, y un largo sonoro de 1934, ‘El desaparecido’, de Antonio Graciani Pérez, de breve e ignota biografía, pese a forjarse en Hollywood.
Sin embargo, no tuvo reparos en teatralizar, a su espectacular manera, por supuesto, cintas como ‘Rebeca’ (‘Rebecca’, 1940), de Alfred Hitchcock (1899-1980), o uno de los grandes éxitos de su hijo para el cine mexicano, ‘El mártir del Calvario’ (1952), que fue también su debut, a las órdenes de Miguel Morayta (1907-2013).
Nunca abandonó del todo su patria chica, que está llena de dedicatorias
Huellas en el callejero
Todo esto se alimentó, claro, tras un provechoso aprendizaje, adquirido en escenarios valencianos, tras marchar pronto la familia, siempre tras el destino laboral, a la capitalina metrópoli. Allí iba a arrancar la carrera teatral de Rambal padre, aunque nunca abandonó del todo su patria chica. Quizá por ello, la propia Utiel esté tan llena de recuerdos a Rambal García.
Como un teatro con su nombre en la calle San Fernando, nacido en 1935 como Teatro Nuevo, incendiado en 1935 y recuperado para, por ejemplo, servir de escenario a la Agrupación Escénica Enrique Rambal (1970), con la que habló mi compañero Fernando Torrecilla en el número de Aquí del pasado enero (‘Pasión por el mejor teatro amateur’). O un centro docente inaugurado en 1973 pero desde 2004 renombrado en su honor.
De estreno en estreno
No nos olvidemos, tampoco, de la calle Actor Rambal, por donde la histórica estación ferroviaria (1885), de donde quizá partió el futuro director, padre de actor, a un ‘cap i casal’ donde recibió, desde muy joven, el magisterio práctico, entre otros, de Eduardo Escalante (1884-1895). También donde, sobre los escenarios, conoció a sus sucesivas parejas. Primero Justa Revert, de biografía diluida y con quien solo estuvo un año.
Luego, Concepción Sacía (1901-1931), madre de Enrique hijo, y Concha Hidalgo (1923-2019). La vida de Enrique Rambal fue un no parar, de estreno en estreno, con giras por España, viviendo aventuras laborales al otro lado del océano que, en ocasiones, resultaban ruinosas. Pero se rehacía pronto: antes del fatal atropello, había estrenado, un 6 de mayo, en Burjassot, donde tenía casa, ‘El sillón de la muerte’. Con gran éxito.