Entrevista > Gemma Pasqual / Escritora (Almoines, 19-octubre-1967)
Gemma Pasqual comenzó escribiendo relatos juveniles (‘Marina’, ‘L’últim vaixell’ o ‘Xènia, tens un WhatsApp’), pero tras la publicación de ‘Viure perillosament’ (2019) los combina con libros para un público más adulto, como nos demuestra en su última propuesta, ‘La puta i la santa’, una historia de violencia, sonoridad y superación.
Nos contará las razones de ese contundente título y, fiel a su espíritu feminista, cómo sufrió para confeccionar ‘Torturades’, un ensayo periodístico que denuncia el horror de la tortura con perspectiva de género, focalizándose en casos sucedidos en la comisaría de Via Laietana de Barcelona.
Junto a su pasión literaria, Pasqual -licenciada en Dirección y Administración de Empresas- ha colaborado en numerosos medios de comunicación. Es también presidenta de la Sociedad Coral El Micalet, vocal de la junta directiva de la Societat Catalana de Pedagogía y miembro de la Asociación de Escritores en Lengua Catalana.
¿Siempre te agradó escribir?
De formación informática, desde pequeña he sido una gran lectora, sin escribir. Fue tras el nacimiento de mi hijo Guillem, en 1995, cuando me inicié: recuerdo que me desvelaba por las noches y me inventé entonces una historia, que derivó en la juvenil ‘Una setmana tirant de rock’.
¿Pensaste que ya eras escritora?
Era la pregunta que me hacía, sin yo sentirme escritora, como percibía en referentes como Virginia Wolf o Isabel-Clara Simó. Escribí seguidamente una segunda novela, sobre temas que me interesaban, como el racismo, y el resultado fue ‘Marina’.
No únicamente me la publicaron, sino que los bibliotecarios valencianos la premiaron como la mejor novela.
¿Algún libro te marcó de un modo especial?
‘Mujercitas’ (1868), de Louisa Mary Alcott, y ‘Un capitán de quince años’, de Julio Verne. Ambos los leí durante la infancia-adolescencia.
Más adelante me gustaron muchísimo ‘El nombre de la Rosa’, de Umberto Ecco, e ‘Incierta gloria’, de Joan Sales, antes de conocer autoras como Mercè Rodoreda, Maria Mercè Marçal o Montserrat Roig. Sin duda, los libros escritos por mujeres me han influido mucho, significativamente, en mi manera de redactar.
«Mi obra es muy conocida en países latinoamericanos como Colombia o Chile, donde tengo pendiente acudir»
‘Viure perillosament’ fue un punto de inflexión en ese sentido.
Mis primeros relatos, como decía, se centraban en un lector juvenil (‘Drames i likes a l’institut’ es otro ejemplo), mientras ‘Viure periollament’ fue algo totalmente novedoso. Me lo publicaron como novela negra y, además, fui finalista del Premio Libretet, una sorpresa muy agradable.
Me planteé, de la mano de mi agente, comenzar una carrera literaria para adultos, algo que anhelaba.
¿Fue un acierto?
De los mayores. El éxito fue casi inminente, y afortunadamente mi obra es muy conocida también en muchos países latinoamericanos. Hago para Colombia, Chile o Argentina presentaciones online, porque tengo la agenda apretadísima, con citas ya para los próximos años.
«‘Torturades’ más que un libro en forma de ensayo es una denuncia, que ha ayudado a muchas otras mujeres»
¿Qué es ‘Torturades’?
En un programa de TV3 llamado ‘Faqs’, Carles Castellanos y Blanca Serra explicaban cómo les habían torturado en la comisaria de Via Laietana. El relato de ella era muy dispar al de él y quise investigar al respecto.
Busqué cuántas mujeres habían sido maltratadas en esa comisaria desde la década de 1940 hasta 2019, con las detenidas por las manifestaciones de El Procés. Todo lo pude resumir, tras mucha investigación, sacrificio y viajes, en el ensayo ‘Torturades’.
En definitiva, fue un trabajo enriquecedor y altamente doloroso, creando un vínculo importante con esas mujeres. Más que un libro, es una denuncia que ha ayudado a muchas otras. Ellas son las verdaderas protagonistas de la historia.
¿También de ‘La puta i la santa’?
Novela que está dividida en una parte histórica, la Semana Trágica de Barcelona (1909), y otra más actual. Sucede en el barrio de Sants, en el que la mujer joven -la puta- es descendiente de la santa. Se trata de una narración de superación entre mujeres, haciéndonos fuertes juntas.
La razón de este título es que a la primera el marido le insulta, mientras la que vivió a principios del siglo XX en realidad se llama Fuensanta. Hacemos un juego de palabras, porque las mujeres ni somos prostitutas ni somos santas.
«Ahora las mujeres tenemos nuestros derechos, estamos más reconocidas, pero todavía vivimos muy invisibilizadas»
¿Ha mejorado esta situación, o no tanto?
Ahora las mujeres tenemos nuestros derechos, estamos más reconocidas, pero todavía vivimos muy invisibilizadas. Recordemos que sigue habiendo muertes por violencia de género.
¿Cómo está funcionando la novela?
Estoy muy contenta, sobre todo por aquello que me llega de los lectores. Una mujer, por ejemplo, me expuso que no había podido dormir una noche, de tanto leer. Eso me anima a continuar escribiendo, hábito que hago todos los días.
También es muy satisfactorio el target de los lectores, muy variado, pues gusta a hombres, mujeres, mayores, infantes…